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En Transilvania, el Papa hizo un llamado a la comunión con las minorías

En Iasi, el Papa mantuvo un encuentro con jóvenes y familias católicas. Hubo 100.000 fieles en la misa en un santuario mariano, en la que pidió superar los nacionalismos

Domingo 02 de Junio de 2019

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18:00 | Domingo 02 de Junio de 2019 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

"No nos dejemos robar la fraternidad por las voces y las heridas que alimentan la división y fragmentación", pidió ayer Francisco, que en su segunda jornada en Rumania se convirtió en el primer pontífice que pisa las regiones periféricas de Transilvania y Moldavia, en el nordeste del país.

En una jornada agotadora, en la que tomó cuatro vuelos internos para desplazarse en medio de fuertes lluvias, desde la capital Bucarest, Francisco se desplazó hasta el santuario mariano de Sumuleu Ciuc, en Transilvania oriental. En esta región, virtual enclave de una minoría católica de lengua húngara, en una misa ante 100.000 fieles aludió a las añejas dificultades entre rumanos y húngaros en este lugar e hizo un llamado a superar los nacionalismos y a la reconciliación, en un país de mayoría ortodoxa (87%), con tan solo un 7% de católicos.

"Los complejos y tristes acontecimientos del pasado no se deben olvidar o negar, pero tampoco pueden constituir un obstáculo o un motivo para impedir una anhelada convivencia fraterna. Peregrinar significa sentirse convocados e impulsados a caminar juntos pidiéndole al Señor la gracia de transformar viejos y actuales rencores y desconfianzas en nuevas oportunidades para la comunión. Es desinstalarse de nuestras seguridades y comodidades en la búsqueda de una nueva tierra que el Señor nos quiere regalar", dijo en su sermón Francisco.

Ubicado en un sugestivo marco natural, verde y a los pies de los montes Cárpatos, el santuario de Sumuleu Ciuc es meta histórica de peregrinaciones para los católicos de lengua húngara de Rumania y de otros países desde hace medio milenio. Fue construido para conmemorar la victoria de los católicos locales de origen húngaro, en 1576, en contra de los intentos de ser obligados a convertirse al protestantismo.

En ese período Transilvania -conocida por el mito del conde Drácula- formaba parte del reino de Hungría; fue después de la Primera Guerra Mundial que pasó a ser parte de Rumania.

Al margen de los 100.000 peregrinos, muchos provenientes en ómnibus desde Hungría y Polonia, vestidos en trajes típicos y con ponchos de plástico para protegerse de la lluvia, entre los asistentes a la misa se destacaban el presidente húngaro, Janos Ader -presente como "simple peregrino" y no en forma oficial, según informó la Santa Sede-, y la primera ministra rumana, Viorica Dancila. No estuvo -ni estaba previsto que asistiera- el primer ministro soberanista húngaro, Viktor Orban, que para detener a los inmigrantes construyó una valla a lo largo de la frontera de su país con Serbia y Croacia.

Desafío

El Papa, que fue recibido con júbilo por la multitud, en su sermón subrayó: "Peregrinar es el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de no tener miedo a mezclarnos, encontrarnos y ayudarnos".

"Peregrinar es participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, caravana siempre solidaria para construir la historia", dijo el Papa. "Es el compromiso de luchar para que los rezagados de ayer sean los protagonistas del mañana, y los protagonistas de hoy no se vuelvan los rezagados del mañana. Lo cual requiere el trabajo artesanal de tejer juntos el futuro", añadió.

Después de almorzar, el Papa voló a Iasi, una de las ciudades más antiguas de Rumania, en el corazón de Moldavia, para alentar a jóvenes y familias católicas. En un encuentro con ellos, después de escuchar algunos testimonios, recordó la belleza de "caminar juntos" y de la fe.

"La fe, que no se cotiza en la bolsa, no se vende, puede parecer que no sirve para nada. Pero es un don que mantiene viva una certeza profunda y bella: nuestra pertenencia como hijos, e hijos amados por Dios", destacó Francisco.

El Pontífice, que regresó a Bucarest por la noche, luego de recorrer unos 1000 kilómetros en la jornada, hoy se trasladará a Blaj, ciudad que es centro de los católicos rumanos de Transilvania. Allí beatificará a siete mártires greco-católicos de la dictadura comunista y se reunirá con la comunidad rom del lugar. Por la tarde, el Papa regresará a Roma.

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