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Vivir con fantasmas: el cementario de Camboya donde 130 familias viven entre las tumbas

Debido a los altos costos de las viviendas, más de un centenar de familiares decidieron asentarse entre lápidas. El enojo de los parientes de los muertos y la "convivencia" con los espectros.

Viernes 23 de Agosto de 2019

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10:59 | Viernes 23 de Agosto de 2019 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

En un barrio popular de Phnom Penh, Ma Nith prepara la cena de su familia al aire libre, algo que no tiene nada de extraño si no fuera porque su improvisada cocina está en medio de las tumbas de un viejo cementerio.

Esta mujer de unos 40 años de edad se instaló hace 16 años en Smor San, que significa literalmente "cementerio" en jemer, luego de una boda arreglada.

"Cuando llegué aquí, estaba contrariada. No esperaba vivir en un lugar así", afirmó, mientras uno de sus cuatro hijos brinca sobre una tumba. "Pero ahora ya me adapté", asegura Nith.

Camboya, arruinada por el régimen ultra-maoísta de los jemeres rojos en los años 1970, experimentó un fuerte crecimiento económico en los últimos años (más de 7% en 2018), cuyos frutos se ven especialmente en Phnom Penh, pero no en el resto del país, que es uno de los más pobres y desiguales del sureste asiático.

En Phnom Penh, la capital donde los precios de los terrenos suben vertiginosamente, las residencias de lujo y grandes proyectos realizados con la ayuda del poderoso vecino chino colindan con tugurios como Smor San.

Unas 130 familias viven aquí, además de la de Ma Nith, en cabañas con techos de latón en medio de coloridas sepulturas e incluso algunas habitaciones fueron construidas sobre de las tumbas.

La mayoría de los habitantes, obreros o pequeños comerciantes, viven aquí desde los años 1990. Algunos provenían de una comunidad instalada al borde del río Bassac que fluye por Phnom Penh; otros fueron expulsados de sus casas vecinas, destruidas para construir un gran mercado.

Quedarse en el centro

Vivir en un tugurio en medio de un cementerio es la mejor manera de quedarse en el centro de la ciudad y no ser relegado a un lejano suburbio, lejos del gran mercado. "Para mí como para todo el mundo, vivir aquí es seguro", dice Am Sokha, un habitante del lugar.

Los cementerios no son comunes en la cultura camboyana, que prefieren que las cenizas de los familiares sean dispersadas o guardadas en urnas. Solo hay vietnamitas enterrados en Smor San. Y a sus descendientes no les gusta este asentamiento.

Los vietnamitas "dicen que esto es un desorden porque hay mucha gente que vive aquí, entonces desentierran a sus ancestros para sepultarlos en otra parte", dice Peanh Moeun, residente de 63 años, sentada al lado de una tumba.

Cuando la sexagenaria se mudó hace veinte años al lugar porque no podía seguir quedándose en casa de unos familiares, "había 300 tumbas en este lugar", recuerda. "Ahora queda un centenar", dice esta mujer budista que se habituó a residir allí.

Am Sokha, un ex indigente, dice no tener miedo a los fantasmas, una creencia muy habitual en el sureste asiático. "A los fantasmas los expulsamos", asegura este hombre de 62 años, quien confiesa comerse las ofrendas colocadas por familiares de los muertos.

Los fantasmas "son como nuestros vecinos, ellos no nos hacen nada".

(Con información de AFP)

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