Farándula

Viviana Canosa reveló que tuvo cáncer: “Lloré mucho, tenía miedo por quién iba a cuidar a mi hija”

La periodista cuenta por primera vez que tuvo un carcinoma de mama in situ. Y que gran parte del proceso lo enfrentó sin que casi nadie lo supiera. Ahora atraviesa una etapa muy distinta: feliz con Martina, separada y con un programa político.

Sábado 14 de Diciembre de 2019

153176_1576327910.jpg

10:44 | Sábado 14 de Diciembre de 2019 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

“El 2019 fue un año de cambios, de sentirme valorada y respetada”, dice Viviana Canosa, prestándose al diálogo íntimo con Teleshow. De cara al 2020 que se iniciará en breve, tiene en claro cuál es su prioridad: “Me deseo mucho amor, que llegue más amor a mi vida. Siento que a mí este año el amor me curó un montón de heridas. Entonces el año que viene que me potencie la vida. El amor es lo único importante en la vida. El amor de un compañero me llena la vida. Me encanta llegar a mi casa y compartirla con alguien. Me deseo un hombre que me acompañe en el 2020 pero posta, fuerte. Y si no va a aparecer el indicado, que no aparezca ninguno. También me lo deseo”, afirma la conductora de Nada Personal, por la pantalla de El Nueve, que tiene confirmada su continuidad el próximo año, y vuelve recargada.

“Este año empecé a tener experiencias espirituales muy fuertes porque medito mucho, no hay un solo día en que no medite por lo menos dos o tres veces. Tuve una maestra espiritual muy fuerte en momentos muy duros de mi vida, hace tres años, cuando pensé que algo muy grave me iba a pasar y me iba a morir, y me empezó a ayudar mucho. Además, me estaba separando. Mi vida empezaba a estar muy complicada...”, empieza a relatar Viviana, abriéndose a una charla profunda y conmovedora.

“Un día dije: ‘¿Por qué yo toda mi vida me regodeo en vínculos que me generan sufrimiento?’. Vengo de una televisión machista, misógina, machirula; el maltrato profesional era algo normal y en los vínculos amorosos, también. Un día entendí que no era normal y empecé a trabajar. Pero cuando tenés momentos muy cruciales en tu vida te replanteás”. Y afirma, sin dudarlo: “Soy una trabajadora de la felicidad porque cada día me estoy armando una cosa nueva para ser feliz, y la gente que me rodea”.

—¿Qué pasó que te asustaste hace tres años? ¿Qué te llevó al límite?

—Tuve cáncer.

—¿De qué?

—Tuve un carcinoma in situ en una lola. Esto no lo conté nunca.

—¿Cómo lo trataste?

—Con naturalidad total. Me fui a hacer una mamografía, la mujer que me hizo la ecografía me dijo: "Noto algo raro. Me preocupa”. No dije nada en mi casa, a nadie. Me pedí un turno, me fui a hacer otra mamografía. Me hicieron la ecografía, la mamografía, y me encontraron un carcinoma in situ. No dije nada. Me pincharon para ver la gravedad que tenía; era muy grave. No dije nada. Fui sola a hacerme todo.

—¿No sabía tu familia, no sabía tu marido, no sabía nadie?

—Nadie. Dije: “No voy a asustar a nadie”. Solo tenía miedo de morirme por Martina, porque dije: “Tiene 3 años, Dios mío”. Pero pensé: “Es una prueba más de la vida”. Y nada, me operé. El día que vi los resultados y el médico me dijo: “Esto es muy preocupante, no hay nada tomado, pero hay algo que hay que sacar cuanto antes”, Dije: “Dame un turno ya”. Me fui al Mater Dei y me operé.

—Ahí ya sí sabían, me imagino.

—Alejandro (Borensztein) estaba de viaje, esperé a que llegara, me fumé todo eso durante 20 días, sola. De hecho, se están enterando todos. Solo lo supieron mi marido, mi mamá, mi papá. Muy valiente me fui a operar, diciendo: “Bueno, ya está, Dios me pone una prueba la voy a superar”. Me lo saqué, no había nada tomado, la lola me quedó perfecta. Después fue muy genial porque volví a mi casa toda vendada, no lo supo nadie, ni la gente que trabajaba en mi casa. A Martina le dije que estaba muy contracturada y que me dolía mucho todo el cuerpo, que iba a estar en cama unos días. Así pasé mi post operatorio. Lo superé, como superé tantas cosas en mi vida.

—¿No tuviste después que hacer quimio ni rayos?

—Nada. Todo quedó impecable.

—¿Te tenés que hacer controles?

—Sí, me hago controles, pero me lo hago todo con mucha naturalidad.

—¿Lloraste mucho?

—Lloré mucho porque tenía miedo de Martina. “¿Quién me la va a cuidar? ¿Quién le va a enseñar? ¿Quién la va a educar? ¿Quién la va a llevar por el mejor camino?”. Pero lo viví con naturalidad. Para mí la vida y la muerte están unidas, y si me muriera mañana tampoco me preocuparía. Eso lo aprendí con mi camino espiritual. Lo viví con naturalidad, era delicado. Si le pasa a todo el mundo, yo no soy una extraterrestre. Y me fui a operar. Una mañana que era un diluvio me fui de casa dejándola a Martina con la niñera, mamá y papá; en casa no lo sabían. Entré al quirófano, aparecí en una cama recién operada. Me llevaron a mi casa. No soy víctima de nada. Entendí que en la vida no hay que ser víctima de nada. Lo superé, y acá estoy.

—Debe haber un antes y un después.

—Sí, sí. Por eso vivo el aquí y ahora, porque todo es muy finito. Y a la vez, qué sé yo... a todo el mundo le pasan cosas. Uno no las conoce, no las sabe. Pero si algo tengo en la vida es que yo supero todo.

—¿Nada te paraliza?

—Nada me paraliza. Pensá que yo salgo de la clínica cuando me dicen lo que tengo, me hacen la punción; sola, estaba yo. “Hacémela ahora”; “No, ¿pero vino acompañada?”; “No, no, haceme la punción ahora, vamos a acelerar las cosas”; “¿No querés venir con tu marido, con tu mamá, con una amiga?”; “No, no, haceme la punción ya”; “Bueno, de acá tenés que ir a darte la antitetánica”; “Okey”. estaba llorando, pero me fui a dar la antitetánica. Y empecé a pensar: “Bueno, me voy a morir, ¿qué pasa si me muero?”. Lo único que me importaba era Martina. Me daba pena por mis papás si yo me moría, por mi marido, pero dije: “Bueno, me muero, la gente se muere. Me tocará morirme ahora, me tocará morirme a los 70, me tocará morirme a los 90”. Entonces este año, justamente que volví a la tele, que me separaba, que a papá lo operaron del corazón hace dos años, empecé a ver que la muerte es una posibilidad, que me puedo morir yo, que te podés morir vos. No es lo ideal para nadie, pero empecé a darme cuenta: “¿Por qué no me iba a pasar a mí?”. Entonces empecé a tener una vida lo más parecida a la lógica, al sentido común, a ser feliz, a animarme a vivir. Y a no asustarme, a entrar a un quirófano y sacarme una pelota. No tengo miedo de volver a tenerlo; ni lo pienso, ni se me ocurre. Nada es un tema para mí.

—Me dejás muy impactada: nunca dijiste nada...

—Nunca lo conté. Mucha gente se está enterando ahora porque lo saben nada más que mis hermanas, mis sobrinos, mi ex marido y un par de mejores amigas. Lo viví como que fue un trámite, no fue un drama. Me dijeron que lo tenía, fui, me lo saqué, volví a mi casa, me vendaron, me saqué la venda, me ayudaron a bañarme, y ya está. ¿Qué? ¿Voy a vivir toda la vida pensando que tuve ese tema? No, no soy así. Toda mi vida me sé caer, me levanto y sigo. No soy víctima de nada, tengo una gran vida espiritual, siento que Dios me pone pruebas y me las pone para algo. En este caso me la puso para ser mejor y para vivir en equilibrio. Lo que pienso, lo que digo y lo que hago tiene que tener una coherencia.

—¿Te llevás muy bien con esta Viviana?

—Con esta Viviana es con la que mejor me llevo porque soy yo. Dejé todo por mi familia, por la política en su momento, por un montón de cosas. Y me costó un montón porque he venido llorando acá un montón de veces, te diría que los primeros meses del año venía llorando, porque mi hija me hacía planteos, porque me estaba separando y sabía que era definitivo, porque te pasan un montón de cosas en la vida, porque además soy la productora también del programa, porque la responsabilidad estaba sobre mi cara, mis espaldas, y yo decía: “¡Qué difícil!, pero yo voy a poder todo lo que me proponga porque ya está, ahora es mi momento”. Y Martina lo entendió.

—¿De verdad creés que la separación es definitiva?

—Uno nunca lo sabe, pero yo creo que sí. Ya lo intentamos, y no me gustaría volver a probar algo donde voy a sentir que se fracasa de nuevo, aunque si lo pensás profundamente no es un fracaso: fueron ocho años, hay una hija maravillosa de seis. Yo soy de las que aman como para toda la vida, las que si me caso es para toda la vida, soy muy incondicional, muy generosa, muy dadora. Me costó un montón esta separación. Cuando me divorcié me costó, pero no tanto porque lo extrañaba a él y extrañaba la vida de pareja. En la segunda etapa me costó más porque ya no solo era mujer, sino que me sentía más responsable por el rol de madre. Para mí que Martina no sufriera era mucho más importante. Y ahí me di cuenta de que no quería que sufriera Martina, pero estaba sufriendo mucho yo.

—¿Estás con ganas de conocer a alguien?

—Me cuesta mucho pensar en otra historia, en otra relación, en otro hombre. Mis amigos me cargan y los sábados a la noche me mandan mensajes: “¿Dónde estás?”. Entonces yo les digo: “En casa, mirando una peli”. Sí, me suena el teléfono, me llaman, me mensajean; ninguno me parece interesante, la verdad. Estoy muy compenetrada con el trabajo. Después de que termine el programa y me vaya de vacaciones, me voy a relajar. Pero no sé si tengo ganas de enamorarme. Tiene que aparecer un hombre que realmente me deslumbre mucho, porque yo pongo varas muy altas. Me armo a los hombres que conozco. Los reinvento. Los pongo en un lugar altísimo, y ya no estoy dispuesta a hacer ese esfuerzo. Ahora el hombre que aparezca me acepta como soy, lo acepto como es, prometo no cambiarle la ropa, ni querer hacerlo. Que aparezca uno que ya venga armadito por la vida, curtido. Lo que sí extraño es un hombre para conversar. Más allá de todo lo otro, que es lo obvio, extraño un tipo con quien hablar, con quien compartir. Pero que casi nunca lo tuve tampoco, extraño lo que no tuve. No tengo el apuro por conocer a alguien porque me estoy conociendo un poco más a mí misma, y me estoy empezando a amar mucho. Estoy muy contenta con quién soy y lo que he logrado con mi vida. Me da mucha fiaca volver a empezar.

—Si yo agarro tu teléfono, ¿explota de invitaciones?

—Bueno, no tanto como explota... pero sí, hay.

—¿Nada que te interese? ¿Nada que hayas dicho: “Ah, capaz que una cena...”?

—No. No porque, en general, en la vida me he levantado yo a los hombres con los que he estado, y ahora quiero que me levanten a mí. No los voy a ayudar ni me voy a esforzar. Hoy siento que valgo un montón. La paso bien conmigo: no necesito que un hombre me complete nada, solo la quiero pasar bien con alguien. Soy una mina independiente, no necesito un señor que me lleve de viaje, ni que me compre un auto, ni me mantenga. Nunca lo necesité. Que alguien que llegue no me reste ni yo le reste, que nos aportemos. Estoy empezando a entender que la pareja es lo que tal vez hasta acá nunca tuve, algo equilibrado, donde ninguno tenga que dar más que el otro.

—Si tenés que elegir: ¿político, artista o deportista?

—Justo todos los rubros que tengo en el teléfono. Son esos tres rubros. El deportista es como una cosa que... no puedo con un deportista. No tenemos nada en común, por lo menos con los que llamaron. Político me puede interesar un poco más, porque ahora estoy muy metida en esto, pero también, ¿de qué partido? Te digo que hay mucho deportista: son los que más se animan, eh. Cada vez que me separo aparecen los deportistas de alto rendimiento. No es un deportista que el tipo está achanchado, tirado en la cama, el gordo no puede más. No, no... jugando, campeones.

—Cambiando de tema. ¿Tuviste que demostrar que podías ser mujer, linda, venir de otro ámbito periodístico y ser inteligente para hacer periodismo político?

—No. El derecho de piso lo pagué siempre, además por ser muy atrevida y políticamente incorrecta. Sí, pagué algunos costos. Pero a la vez creo que esa soy yo, esa es mi esencia. Me ayudó mucho este año que yo quería hacer este programa, me quería comprometer con la actualidad en un año electoral, y quería un programa que no tuviera grieta. Estaba tan convencida de que me iba a salir bien que inmediatamente dije que sí. Han venido todos. Desde Mauricio Macri el día uno hasta Alberto Fernández, con el que hicimos varias notas, más todos los ministros, los vices. Hay gente que ha venido solo a este programa este año.

—Que te inventaran un romance con el que era el candidato a presidente, y hoy Presidente de la Argentina, ¿no tiene que ver con ese costo? Me pregunto si a los hombres les pasan esas cosas.

—La primera vez que lo leí casi me infarto. Me duró muy poco ese impacto. Porque dije: “Y bueno, hago un programa de política, de actualidad, lo entrevisté muchas veces...”. Podría haber sido con él o con cualquier otro porque hablo con todos los políticos, y no solo varones, mujeres. Siento que lo que digan de mí no es asunto mío. He trabajado mucho para eso. Ni me gasté en aclararlo. También entiendo que estoy soltera. Sí me incomodó, obviamente. Con todo el esfuerzo que hago no me parece justo. Pero lo justo y lo injusto ya, a esta altura, me dan lo mismo.

—¿Cambió tu opinión política con las charlas que ibas teniendo en el programa?

—Me abrí mucho más. Me saqué mi propia estructura y mis propios prejuicios. Pero me los saqué en el trabajo, me los saqué con los políticos y me los saqué en mi propia vida.

—Terminás el próximo viernes, ¿cuándo retoman con Nada Personal?

—Las primeras semanas de marzo. El estilo será muy parecido, pero se me ocurrieron ya un montón de cosas. Creo que hay que dar un paso, o dos escaloncitos más. Tal vez con renovación de escenografía y con otro tipo de show periodístico, que es al que me voy a animar después de haber hecho un año en el que instalamos un producto.

—Seguís de lunes a viernes.

—Lunes a viernes, mismo horario: 11 de la noche.

—¿Cómo viste el cambio de gestión? ¿Crees que nos vamos a amigar realmente?

—Está dificilísimo. Tengo toda la esperanza puesta no solo en este Gobierno, tambíen en la oposición que va a haber. Estoy esperanzada, pero con mucha cautela. Ya me esperancé, me ilusioné tantas veces... La situación es tan difícil que va a haber que esperar seis meses, un año, a que se acomoden las cosas. Va a haber que tener paciencia. Los argentinos todo el tiempo estamos poniéndole el cuerpo, ¿quién no se lo pone? Se deja a un país con una economía tremenda, una inflación altísima, una desocupación tremenda. Es difícil. Así como hay que reconocerle cosas buenas a Macri, o al gobierno anterior, venimos de fracaso en fracaso. Creo que Alberto es un tipo muy trabajador, que está muy compenetrado con lo que le toca.

—En otra entrevista que hicimos me dijiste: “Tengo un récord en haber votado a los que ganan y después, desilusionarme”.

—Sí, siempre voto a los que ganan. Es como con los hombres: ahora yo no le pongo tanta expectativa a nadie, dejame que vaya viendo. Lo que sí me cansó es la grieta. Me cansa la violencia, me cansa no poder ir a comer un asado a casa de amigos y que no estemos hablando siempre de las mismas cosas. En lugares está prohibido hablar de política. Ojalá que ahora, si las cosas empiezan un poquito, de a poquito a acomodarse... No aguanto más a la gente violenta, fundamentalista o fanática. No me junto más con gente extremista. Me encantó que estuvieran Alberto Fernández con Macri abrazándose. Son gestos que nos suman un montón. Y que finalmente, son contagiosos. El Presidente va a ser Alberto, la jefa claramente es Cristina, ella dijo ese sábado: “Es Alberto”; ella dijo: “Es Axel (Kicillof)”. Bueno, claramente ganaron. Entonces, la jefa en el mejor sentido, sin desmerecer al Presidente, porque supongo que es un tipo con mucha personalidad, que se recontra banca el lugar que tiene y que se lo ganó democráticamente. Pero también tenemos que aprender a convivir con eso.

—Pero el Presidente es él.

—El Presidente es él, sí.

—¿Quién creés que va a terminar liderando la oposición?

—No va a ser Macri. Hay un montón de gente, me parece que está (Horario Rodríguez) Larreta, está (Martín) Lousteau, está (Alfredo) Cornejo. Hay una nueva generación que tiene que animarse. Macri tiene que dar un paso al costado. Así como Cristina lo dio con la vicepresidencia me parece que el 2023 nos tiene que encontrar sin grieta, y para eso tienen que entrar los Larreta, los Lousteau. Lo mismo digo del otro lado.

—Viviana, que sea un año lleno del amor y de la felicidad que deseás.

—Lleno, para todos. Porque además la gente que tiene mucho amor no molesta a los demás. Cuando estás amado, cuando te amás, no le jodés la vida al otro. Así que... por un año en el que nadie le joda la vida al otro.

Fuente: Infobae

<

Top Semanal

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

LOCALES

NACIONALES

INTERNACIONES

DEPORTES

SOCIEDAD

FARÁNDULA