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“Yo saqué el cordero del agua y lo regalé” expresó el empresario

El dueño de Etiqueta Negra involucrado en el escándalo del helicóptero dio una nueva versión de los hechos en un mensaje que les hizo llegar a sus contactos.

Viernes 17 de Enero de 2020

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10:40 | Viernes 17 de Enero de 2020 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

El empresario Federico Álvarez Castillo, dueño de la marca de ropa Etiqueta Negra, dio una nueva versión sobre la polémica originada a raíz del video que muestra cómo arrojaron un cordero desde un helicóptero a la pileta de su casa en José Ignacio.

“El cordero yo lo saqué del agua y lo regalé. Me consta que fue cocinado y comido por un grupo de trabajadores. Mi familia y yo fuimos víctimas de un ataque mediático y voy a tomar medidas contra todos los que hablaron sin saber la verdad”, aseguró el hombre de negocios en un mensaje de chat que les hizo llegar a sus contactos.

El texto es acompañado por un dibujo y una frase: “Si no conoces la historia completa, cierra la boca”.


La versión contradice la declaración inicial que Álvarez Castillo dio ante la policía. Según informó la fiscal del caso, Ana Dean, el empresario había dicho que su familia asó y comió el animal.

Ayer se conoció un nuevo video del hecho. En las imágenes, difundidas por el programa Intrusos, en el canal América, se puede observar el inicio del recorrido de la aeronave de la polémica.

La grabación confirma una de las sospechas de los investigadores: el traslado del cordero fue realizado en un helicóptero Robinson 44 color verde. En la filmación se puede ver además que había dos tripulantes a bordo de la máquina: un piloto y un hombre que sería amigo del dueño de Etiqueta Negra.

Antes de la difusión del nuevo registro, la Fuerza Aérea uruguaya ya había puesto la lupa sobre un piloto experimentado. Se trata de un mayor retirado que hace 20 años trabaja en la zona balnearia realizando vuelos privados. Fuentes aeronáuticas aseguran que el nombre del hombre que estuvo a cargo de la aeronave ya había llegado a los medios de comunicación hace casi 10 años, cuando protagonizó un accidente en el Río de la Plata.

En aquel entonces, piloteaba una máquina que había despegado de Montevideo y se dirigía a San Fernando. Como consecuencia del impacto, un reconocido jurista uruguayo murió en el acto. El piloto se las ingenió para nadar hasta la costa, donde fue auxiliado por peones de una estancia en medio de un cuadro de hipotermia.

De confirmarse su presencia en el vuelo de la polémica en José Ignacio, podría ser inhabilitado y recibir una fuerte sanción económica.

En el video se escuchan además dos voces y risas generalizadas. Una persona festeja: “Vos sabés que yo me muero, Fer, ahí va con el cordero”. Otra agrega: “Mirá el cordero ahí adelante”. Aparentemente, todos los testigos del inicio del vuelo sabían o presumían cómo iba a terminar la maniobra.

El caso judicial se inició por una denuncia de los vecinos de Álvarez Castillo, quienes dijeron que no era la primera vez que sucedía algo así. 

Este medio reconstruyó la verdadera historia detrás de la caída del cerdo. La familia tiene indicios claros sobre la identidad del hombre que ejecutó la repudiable broma, pero por ahora opera una suerte de pacto de silencio entre los protagonistas.

El hecho comenzó a gestarse durante una conversación informal que mantuvo el hombre de negocios con un amigo, otro empresario que no solo suele veranear en Punta del Este, sino que tiene múltiples inversiones en la ciudad de Carmelo.

Palabras más, palabras menos, el interlocutor invitó al dueño de la firma textil y a su familia a compartir una comida. “Juntémonos, hagamos un cordero, quedate tranquilo que yo lo consigo y te lo mando en Uber”, prometió. Álvarez Castillo aceptó la propuesta. No era algo nuevo para ellos: quienes conocen a los protagonistas de esta historia dicen que ya habían compartido otras comilonas durante la temporada estival.

“¿Cómo me lo vas a mandar por Uber?”, repreguntó el anfitrión de la velada. “Vos quedate tranquilo, que yo ahora te lo llevo en Uber”, le contestaron. Por el tono de la voz que oyó y por la confianza que los une, Álvarez Castillo sospechó que su amigo estaba preparando una de sus habituales bromas.

Algunas horas después descubrió de qué se trataba, pero no lo tomó de sorpresa: un helicóptero Robinson 44 se posó sobre el techo de su casa y arrojó un animal que cayó en una pequeña pileta doméstica. De las imágenes se desprende que tuvo tiempo de tomar su teléfono celular y grabar toda la secuencia, que fue tomada desde el inmueble. La reacción de los que estaban allí no fue la de personas que estuvieran asustadas.

Por lo pronto, la familia decidió dejar la casa donde sucedieron los hechos.


 

 

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