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Las Trillizas de Oro festejan los 60 con una charla llena de recuerdos, complicidad y alegría

María Laura, María Eugenia y María Emilia hablaron en exclusiva con Teleshow en un día muy especial, y a pesar de la cuarentena, se mostraron tan radiantes como siempre

Domingo 05 de Julio de 2020

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12:15 | Domingo 05 de Julio de 2020 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Las Trillizas de Oro, María Laura, María Eugenia y María Emilia Fernández Rousse llegan a las seis décadas. Los argentinos las conocieron en 1968, cuando con 8 años aparecieron en Sábado circulares, el programa éxito del momento, y enamoraron a todos cantando un villancico. Después grabaron discos, filmaron películas, actuaron en programas y fueron las coristas más famosas del famoso Julio Iglesias. Pero en un momento decidieron poner en modo pausa su carrera. Enamoradas, se casaron, tuvieron hijos y más tarde, nietos. Lograron ese ideal que es hacer siempre lo que se quiere sobre lo que se impone. Quizá ese sea el secreto de la plenitud madura con la que reciben los 60.

Acorde a los tiempos que corren, la charla no se organiza en un bar ni en una oficina sino a través de una aplicación. María Emilia es el contacto y quien se encarga de avisar a sus hermanas. Profesionales, a la hora pautada, María Eugenia se conecta y un minuto después se suman Maria Emilia y María Laura. Esta cronista agradece que cada una escriba su nombre en su pantalla. El lector se imagina por qué. Sí las Trillizas son idénticas. En la entrevista demostrarán que cada una es distinta y original.

Al repasar su vida, la figura de Paulina, su mamá, toma un lugar enorme. María Laura cuenta que se enteró del embarazo múltiple ya con la gestación avanzada. “Intuía que serían dos. Mis viejos vivían en un edificio de departamentos, el ascensor era amplio pero solo entraba mi papá y mi mamá con su panza”, narra. Las bebas nacieron a los ocho meses y por parto normal, una experiencia que su mamá todavía recuerda como “maravillosa”. La crianza fue más difícil. En tiempos de pañales de tela, ensuciaban 90 por semana. Idénticas, los primeros días, su agotada mamá le daba dos veces la mamadera o cambiaba a la misma. Los llantos se multiplicaban y Paulina ideó un plan casero y eficaz. “Le puso a Emilia una cinta azul, a mi una verde y a Laura otra colorada. Colores que todavía llevamos”, detalla Eugenia. Sesenta años después de esos tiempos, no ocultan su amor y admiración. “Jamás escuchamos una queja de todo el trabajo de la crianza, jamás protestó”, dicen y agradecen “todo lo que hicieron para que cada una tenga su propia identidad, no fue fácil pero lo lograron”.

Cuentan que a sus padres jamás les gustó ni les importó figurar pero que siempre las acompañaron. Relatan que a los cuatro años las convocaron para hacer publicidades “pero solo fotos, nada de grabar”. Como muchos chicos de su época, aprendían guitarra. En una fiesta familiar cantaron unos villancicos y Alejandro Rey -un actor amigo de la familia- las contactó para participar en el programa de Pipo Mancera. El éxito fue inmediato y no hay que explicar el por qué. Tres nenas idénticas, bonitas, desenvueltas pero no agrandadas cantaban como juego y no como trabajo, el público las amó.

Con producción de Ben Molar comenzaron a grabar discos. Sus padres apoyaron su carrera sin cortar su niñez. “Grabábamos pero seguíamos con nuestra rutina escolar. No hacíamos presentaciones, por ejemplo en carnavales”, relata Eugenia y Emilia retoma “la exposición no era bien vista, pero ellos nos cuidaban mucho. Respetaban nuestras rutinas, los amigos del cole”.

A los 13 años recibieron una invitación para trabajar en Venezuela. “La experiencia duró entre tres y cuatro meses. Hicimos una comedia y shows musicales”, rememora Emilia. Aunque uno puede imaginar que ganaron fortunas no fue tan así. “Había mucho canje. Fijaban nuestro cachet más cuatro pasajes pero después viajábamos con mi papá, mi mamá, la abuela y algún tío”. Si se le suman las estadías en hotel no quedaba tanto en las cuentas pero sí en las experiencias. “Nos encantaba. Disfrutábamos de la pileta del hotel, algo genial para contarle a nuestros amigos que padecían el calor de Buenos Aires”.

Después de Venezuela volvieron al país. “Nos propusieron hacer café concert y aceptamos. No queríamos actuar, lo nuestro era la música” afirma Emilia y Laura aclara “somos cantantes que a veces incursionamos en la actuación”. Con Pipo Pescador y Carozo y Narizota participaron en un ciclo para chicos. A los 17 filmaron El tío disparate con Palito Ortega y Carlitos Balá. Fue el tucumano quien las recomendó para cantar con el artista furor del momento: Julio Iglesias.

“Nos fuimos de gira. Julio era un profesional riguroso”, destaca Emilia. Al ser testigos privilegiadas del que enamoró tanto y a tantas no se puede dejar de preguntar cómo era estar junto al eterno seductor. Las Trillizas se ríen y se nota que no es la primera vez que afrontan la pregunta. Aclaran que en los pasillos del hotel donde se hospedaban había montones de mujeres esperando por Iglesias, pero que jamás presenciaron una situación de acoso “era todo consensuado”.

Laura narra la excusa increíble que ponía Iglesias cuando deseaba que una mujer abandonara su habitación. “Les decía que venía su papá”. A ellas, ¿también las seducía? “Había un juego de seducción -admite Emilia- pero para nosotras era un viejo. Teníamos 18 y él, 38”. Además viajaban con el papá y la mamá que hacían de marca personal. Años después, se encontraron con Iglesias en el programa Cordialmente que conducía Juan Carlos Mareco. Eugenia estaba acompañada por su entonces novio y ahora esposo, Horacio Laprida y el cantante se acercó y simpático le preguntó “cómo hiciste para engancharla yo no podía ni acercarme”. Pícara remata la anécdota “No usó el termino enganchar sino otro más específico”.

Fue en esa época que la revista Playboy les ofreció protagonizar la portada. Según la leyenda, ellas no aceptaron para no romper su imagen angelical. Pero Emilia aclara entre risas “es que nunca lo supimos. Le hicieron la propuesta a mi papá que dijo que no, aunque por la plata que le daban les ofreció salir él en calzoncillos”. Interviú publicó unas fotos donde anunciaba que estaban al desnudo. “Pero se trataba de un fotomontaje espantoso donde aparecíamos horribles”, remata divertida Laura.

Con discos grabados, películas filmadas y giras realizadas, las Trillizas estaban en un gran momento en su vida profesional, sin embargo decidieron parar. En 1981, Emilia se casó con Clemente Zavaleta, al año siguiente Eugenia le dio el sí a Horacio Laprida y en 1983, María Laura pasó por el altar con Ernesto Trotz. Los tres jugadores de polo. Lo que parece una mimetización tiene explicación. “Cuando Eugenia comenzó su noviazgo, le pedimos a Horacio que nos presentara amigos” señala Laura. “Queríamos argentinos y no engancharnos con un señor de acento español al estilo Julio”, remata Emilia imitando ese hablar, pero se pone seria para aclarar “nos casamos con amigos no porque queríamos seguir juntas sino porque teníamos grupos y temas en común y se fue dando”.

Después de las bodas, llegaron los hijos, diez en total y decidieron hacer una pausa en su carrera. Las tres coinciden que no fue una imposición sino una decisión. “Nuestra ambición no era la profesión”, explica Eugenia. “Realizarnos como personas pasaba por otro lado. La decisión de acompañar a nuestros maridos no fue un sacrificio ni ‘lo que correspondía’. Lo elegimos convencidas”.

Dijeron “Hasta luego” pero no “Hasta acá llegamos”. Por más de una década estuvieron sin estar. “La gente nos seguía a través de las revistas. Los viajes con nuestros maridos, cuando nacían nuestros hijos, momentos de nuestras vidas que deseábamos compartir” dice Emilia y Laura profundiza “vivíamos tranquilas y cuando queríamos trabajábamos. Se dio todo como queríamos”.

Pero a veces la vida hace jugarretas inexplicables y dolorosas. Hace dos años falleció Geñi, la hija mayor de María Eugenia. Tenía solo 34 años. “No me quiero victimizar pero todavía duele”, comparte. Sus hermanas la escuchan en silencio pero se nota que quieren traspasar la pantalla para abrazarla y decirle “estamos con vos, no te caigas, no te rindas”. Eugenia sabe -se nota- la incondicionalidad de ese amor pero también que el dolor es muchas veces una experiencia que se afronta en soledad. “No me siento sola, me apoyo mucho en ellas. Pero esto me tocó a mí y soy la que lo tiene que atravesar. Es algo que no puedo compartir y por eso duele más”.

El silencio que sigue abruma casi tanto como el dolor. Por eso es muy fuerte cuando Emilia cuenta que cuando sufrió un violento robo en su casa que la obligó a saltar desde un balcón fue Geñi quien la ayudó a sanar. “Me dijo ‘Meme, sabés que hay cosas peores’ y se me fue la imagen del ladrón, de mi caída, del arma apuntándome. Ojo no soy una idiota y sé por lo que atravesé pero ella me salvó a mí. Lo material vuela, los afectos permanecen”.

 

Las Trillizas se recomponen. Vuelve la charla cómplice, los códigos entre hermanas, las risas. Es toda una experiencia comprobar lo profesionales que son las Trillizas de Oro (cada una habla a su tiempo, responden con información y no evaden la pregunta) pero lo simpáticas y accesibles que son las Fernández Rousse. Hacen chistes, se “cargan”, dejan ver su mundo con la misma espontaneidad con la que cantaban villancicos.

Emilia muestra todo su histrionismo al reclamar “esta cuarentena me arruinó mi participación en el Bailando, yo quería estar con Tinelli y en una de esas ahora que está solo lo enganchaba”. Laura y Eugenia le siguen la broma y cuentan que Emilia bailaría pero que ellas solo serán parte de la previa. En tanto siguen en el programa Mañanas nuestras, por KZO.

Si deben recordar el mejor momento de su carrera para Laura será la época de Julio Iglesias “porque nos profesionalizamos”. Eugenia dirá que lo que más le gustó fue la comedia musical “por el contacto con el público” y Emilia no destaca un momento en particular “porque hice todo lo que deseaba y no me arrepiento de nada”.

Salvo por alguna línea en su rostro, las tres lucen igual que siempre. Con su pelo rubio característico, delgadas y una mirada luminosa. Dicen que no se cuidan para nada. Las tres coinciden en que siempre fueron de contextura pequeña y que la genética las ayuda. Bendecidas, cuentan que no peinan canas, jamás se tiñeron y mantienen el color gracias a un spray que compran en el exterior. Si se les insiste con algún secreto de belleza, Laura responde con sabiduría. “Nunca estuvimos pendiente de la imagen. Ni antes ni ahora. Pero sí trabajamos y mucho para mantener el optimismo, las ganas y alejarnos de lo que nos chupa la energía”.

Eugenia recalca que son “Trillizas profesionalmente pero no en la vida”. Por eso, esta cuarentena Emilia la pasa en su casa con su marido “se pone pesado, por eso lo quiero cambiar por Tinelli” propone desopilante para aclarar en seguida que no, “lo amo, hace 38 años que estamos juntos y lo sigo eligiendo”. Laura comparte que a pesar del encierro está feliz porque “está por llegar mi séptimo nieto y tengo a mis tres hijos en el país. Por ahora nos encontramos de manera virtual pero saber que están cerca ya me pone contenta”. Eugenia está radiante porque comparte la cuarentena con su hija Laura que se casó hace poco en Suiza y medianera de por medio está la casa de su hijo, Horacio.

Aunque, la pandemia las obligó a posponer el festejo de las seis décadas se imaginan una fiesta grande, llena de gente que quieren y las quiere. Es el único momento donde la charla se desmadra. Se superponen, se ríen y lanzan ideas. Nada de canje. “Porque entre las tres podemos bancarlo” dice una, y “a los polistas los arreglás con una tabla de queso y salame” acota la otra “pero que no falte el buen chupi”, dice la tercera y todas coinciden “por supuesto, es lo más importante”.

“Che, no sé cómo vamos a hacer con la fecha, porque ustedes cumplen 60 pero yo 59 y medio”, les recuerda Emilia. “Eso si no estás con Tinelli”, la cargan sus hermanas.

¿Y los invitados? En primer lugar los tres maridos, los diez hijos con sus parejas, los 14 nietos, los 300 amigos y en un sitio de honor mamá Paulina con sus 80 años. ¿Y famosos? “Que vengan todos: Mirtha, Susana, Moria, Tinelli. Los sentamos juntos”. ¿Y a Julio? “También invitado y que cante Manuela mientras le hacemos los coros”. Con los regalos no se ponen de acuerdo. Laura quiere un obsequio y si se puede dos, Eugenia prefiere una donación y Emilia acota “yo quiero regalo por eso te invito”. Sin fecha cierta para el festejo, las Trillizas no se preocupan, por lo que se ve cada vez que se encuentran ya es una fiesta.

 

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