Llamado a inscripción: Buscan familia para dos hermanas
Sociedad
Hace miles de años las poblaciones indígenas del noroeste celebran a la Madre Tierra, personificada en la Pachamama. Todos los 1 de agosto los pueblos originarios veneran a la fuente de la vida y la prosperidad
Sábado 01 de Agosto de 2020
11:10 | Sábado 01 de Agosto de 2020 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Creen que la Pachamama -”Madre Tierra”- es una indígena de baja estatura, con cabeza y pies grandes, que viste sombrero y calza ojotas. Puede ser implacable cuando se maltrata al ganado o a las crías de la vicuña, a las que protege especialmente. Entonces, hace sentir su enojo bajo la forma del trueno y la tormenta. De la misma manera, cuando algún paisano trata a la tierra y a sus frutos como corresponde, puede aparecérsele en su choza para agradecerle. Porque la Pachamama es, para los pueblos originarios andinos y del noroeste, la madre de todas las cosas.
Dicen que habita en un macizo nevado, posiblemente por la salteña Cachi, refugiada en una isla en medio de un lago, donde un toro con astas doradas la custodia y que produce nubes de tormenta cuando brama.
Es una celebración que se practica desde tiempos inmemoriales. Originado tanto entre la población hablante de las lenguas quechua y aymara, ha sufrido transformaciones con el correr de los siglos. En lengua aymara pacha· significa “tiempo” y connotaba un complejo sistema ceremonial.
Los pobladores quechua también le dieron su impronta, aunque las mayores transformaciones se produjeron durante la dominación colonial, luego de la conquista española de la región andina. El sometimiento y la explotación a través de las encomiendas, las mitas, las misiones y los obrajes generó profundos cambios entre ellos.
Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a comienzos del siglo XVI, se encontraron con el culto a la Pachamama y no solo lo aceptaron, sino que participaban de él, muy a pesar de los curas que intentaban imponer la religión de un Dios único, desconocido para los indígenas.
Ellos ya veneraban a Viracocha, el dios creador, el señor supremo de todo el reino; a Inti, dios del sol; y a Mamá Quilla, de la Luna, junto a la Pachamama, diosa de la fertilidad y la cosecha.
El rito
En un pozo no muy profundo, en un lugar determinado, se realiza la ofrenda a la Pachamama a fin de hacer desaparecer los males de la tierra y además para agradecer, pedir y bendecir los frutos que vendrán. Comida preparada para la ocasión, bebidas, cigarrillos encendidos, hojas de coca, son tapados con una piedra mientras se pronuncian rezos en quechua. Luego, se rompe un cántaro que contiene chicha y se tapa el pozo.
La tarde se prolonga hasta el amanecer con cantos y bailes. Así se le daba la bienvenida a la temporada de las lluvias, que regarían los cultivos y traerían prosperidad.
A la Pachamama también se la invoca ante enfermedades o cuando se está por emprender un viaje. Es común hallar, a la vera del camino, un montículo formado por piedras, llamados apachetas, que son donde los indígenas honran a la diosa, dejando coca y otras ofrendas. También se le hacían sacrificios cuando una mujer estaba por parir.
Hace más de diez años que en pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires se realiza esta ceremonia. Es en el patio del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, en Moreno 350, dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Participa la comunidad Sikuris del Arco Iris, que a través de esta celebración se busca la concientización en el cuidado de nuestra tierra. Este año no será posible debido a las restricciones por la pandemia.
Top Semanal
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR
LOCALES
NACIONALES
INTERNACIONES
DEPORTES
SOCIEDAD
FARÁNDULA