Si bien no realizó actividad oficial, se mantuvo en contacto con sus funcionarios en la Casa Rosada e intentó mitigar el revuelo que generó la presentación de la renuncia del número dos del secretario de Legal y Técnica, Carlos Luizzi, tal como informó hoy LA NACION.
Su descanso aquí también se vio interrumpido por una reunión inédita, al recibir a representantes de los médicos y trabajadores de la salud del hospital de El Calafate que hace un mes llevan adelante un paro en reclamo de mejoras salariales.
El miércoles pasado, ellos volanteaban en la ruta para socializar el reclamo, cuando la jefa de Estado ingresó a El Calafate junto a su hijo Máximo. La Presidenta atravesó la protesta sin aminorar su marcha ante la mirada atenta de la policía y la Gendarmería que custodia el ingreso a El Calafate.
Sin embargo, horas después, una convocatoria sorprendió a los trabajadores autoconvocados: la jefa de Estado los citaba en su residencia particular para hablar con ellos. "No hablamos de cuestiones salariales con la Presidenta, sino del estado de salud en general de la provincia", aseguraron a LA NACION asistentes a la reunión ocurrida el jueves cerca de las 20 horas y confirman que ellos no habían pedido el encuentro.
Al ingresar a la casa por la tranquera que custodia la seguridad presidencial fueron recibidos por "los Barreiro", tal como se conoce aquí a Pablo Barreiro, secretario privado de la jefa de Estado y su padre, Ricardo Barreiro, un histórico hombre de confianza de los Kirchner que además de su actividad empresarial en el turismo, gastronomía y la hotelería, ostenta cargos públicos, tal como reveló este diario el año pasado. Además de los cinco delegados, sólo estuvo la Presidenta en la reunión que se realizó en una de las dependencias del chalet.
De la reunión no salieron con una solución concreta a su reclamo y según aseguran los asistentes tampoco la esperaban, pero por más de una hora respondieron a las inquietudes de la Presidenta sobre el estado de salud de la provincia. Si bien "los Barreiro" les pidieron que no trascienda a la prensa, fue la propia jefa de Estado quien les explicitó que comuniquen el encuentro, después que ella parta de la ciudad. Aquí temen que ahora, para cada conflicto que ocurra, soliciten la intervención de ella.
El encuentro fue confirmado ayer por los voceros del hospital mientras realizaban una nueva volanteada en el centro de la ciudad, allí también destacaron que el conflicto es de la órbita provincial y consideraron que los Kirchner tuvieron durante su gobierno una especial dedicación al sistema de salud, al que consideraron "lo dejaron funcionando en perfecto estado".
Ayer los trabajadores resolvieron en una concurrida asamblea hospitalaria continuar con la medida de fuerza pese a que el gobierno de Daniel Peralta dictara el miércoles pasado una conciliación obligatoria para los gremios de la salud y convocara para el martes próximo a una audiencia con el sector de la salud en conflicto con toda la provincia. La mayoría de los hospitales de la provincia acataron la medida.
Sorprendió a muchos aquí la inédita actitud de la jefa de Estado de recibir a un grupo de trabajadores en conflicto, sin embargo no escapa que el hospital de El Calafate no es un lugar indiferente para Cristina Kirchner, allí asistieron con eficacia a Néstor Kirchner en un duro incidente de salud en el año 2004 y fue donde intentaron socorrerlo el día de su muerte en 2010. El gobierno nacional construye aquí el edificio de un nuevo hospital que según palabras de la jefa de Estado se encuentra en un 70% de avance de obra.
