El antecedente inmediato de referencia a esos temas se dio en el Cosquín 2022, con la inclusión de una cantante trans de folklore llamada Ferni. En su momento, la artista declaró que “el estatuto se vio incomodado”. “El estatuto de un estatus quo que solamente contempla identidades de hombres y mujeres, y mi presencia fue disruptiva por eso”, supo señalar a Página 12.
Ahora, los hermanos Posse propusieron un nuevo sacudón. Aunque no fue bien recibido por todo el público.
“Quisieron hacer un Cosquín inclusivo. Pero es un curro del intendente y provocar”, explicó un espectador en Twitter. “No es fácil remover la ortodoxia folklórica, los flacos se la jugaron y el público lo hace notar”, contestó otro.
Así, la división se hizo notoria entre quienes apoyaron el número y quienes lo rechazaron. Para los primeros, se trata de una política a intensificar, mientras que los segundos consideraron el baile como una ofensa a las tradiciones profundas.
La realidad indica que todavía falta mucho para que espectáculos de ese tipo sean aceptados con naturalidad, más aún en el ámbito del folklore. Cabe recordar que es un género que tiene como valor principal la transmisión de una historia fundacional y la tradición de una nación.
Eso último, claro, acarrea conceptos que son arcaicos, pero tal vez formen parte del ADN del folklore. Así, la evolución del folklore seguirá el rumbo que determine su público.
No obstante, la discusión parece estar servida. Aunque tal vez la disrupción no sea el mejor de los métodos en este caso.