El presidente francés fue recibido por campesinos furiosos en la inauguración del Salón de la Agricultura. Las claves de un conflicto que escala en Europa.
00:22 | Domingo 25 de Febrero de 2024 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
El entonces presidente Jacques Chirac repetía que “ningún candidato puede llegar al Palacio del Eliseo si no le tocó el culo a una vaca en el Salón de la Agricultura”. Con su bonhomía y apetito pantagruélico, pasaba hasta 10 horas recorriendo el histórico salón en París, donde se expone la agricultura y la ganadería de Francia. Era un amor mutuo entre él y los productores rurales, sus animales, sus técnicas, sus productos, chorizos, leche, cervezas y quesos.
Este sábado Emmanuel Macron tuvo otra clase de experiencia, inédita, blindada, al cumplirse 60 años del tradicional salón. Debió´ "sobar el lomo” a centenares de campesinos, que no le dejaban inaugurar el Salón de la Agricultura, en medio de una crisis de sobrevivencia agrícola causada por los altos costos del gasoil, la competencia que produce la guerra en Ucrania con sus bajos precios de cereal, la amenaza del Mercosur que tanto detestan y la ecología “a la parisina”. Todos factores que los han puesto al borde de la quiebra y con la mayor tasa de suicidios de Europa.
La visita del presidente de la República estuvo marcada por tensiones, silbidos y violencia entre manifestantes y la policía. Pero también tiempo para debates y anuncios. Tardó más de cuatro horas y media para conseguir cortar la cinta de la inauguración con los colores de Francia. Solo lo consiguió luego de aceptar un debate con los campesinos, que lo habían emboscado a su llegada. Pero una brigada de policías anti disturbios del CRS y un enorme dispositivo policial, que incluyó la policía montada, lo acompañó en su forzado y tenso paseo por los pabellones del salón.
La policía francesa custodia el célebre Salón de Agricultura, en París, este sábado. Foto: Noel Smart
Caos y choques entre manifestantes y policías
Macron había llegado a las 9 de la mañana. Y al mediodía el Salón seguía cerrado al público. Los toros Charolais de 1500 kilos, las vacas rubias de Aquitaine, las bestias productoras de carne de Salers estaban nerviosos y las ovejas asustadas porque la policía reprimía en el Pabellón 1 con gases lacrimógenos. A Macron lo acompañaba la prensa acreditada en el Elíseo. Los demás no podían entrar, como el público, en una exposición custodiada con ametralladoras, como si esperaran un atentado terrorista.
Decenas de manifestantes forzaron una puerta y se enfrentaron a la policía antidisturbios del CRS, en el exterior como en el interior del Salón Agrícola. En el piso de arriba, Macron se reunió con los sindicatos. Todo era un caos.
Los manifestantes entraron al Salón sin ser registrados, antes de la inauguración oficial. Entre ellos los exasperados agricultores de la Coordinación Rural, la FNSEA y los Jóvenes Agricultores, reconocibles por sus distintivas banderas y gorras verdes.
Cuando buscaban al presidente de la República por los pasillos de ese laberinto que es la Puerta de Versalles, se enfrentaron a los policías, que intentaban detenerlos, y se intercambiaron golpes, bastonazos y gases.
“Jamás vi eso en mi vida. Cuando llegamos, la situación estaba fuera de control”, reconoció Johann Cavallero, ex responsable del grupo de seguridad presidencial y secretario de Alianza del CRS, la policía anti disturbios.
Policías antimotines bloquean la entrada a los agricultores furiosos que protestaban contra Emmanuel Macron, en la apertura de una feria del campo en París. Foto: AP
Esta primera jornada estuvo marcada por numerosas secuencias de trompadas, batallas campales, silbidos al presidente, gritos y corridas.
“Macron Dimisión", cantaban los agricultores, como si se hubiesen convertido nuevamente en Chalecos Amarillos. Los agricultores habían llegado con sus tractores a Paris el viernes, marcharon por los Inválidos y se instalaron en sus alrededores desde la noche.
Pero también hubo intercambios positivos con Macron sobre la crisis, coincidencias y anuncios. En un contexto de crisis agrícola que dura ya un mes, el momento era más para las reivindicaciones sociales y las cuestiones económicas que para degustar los exquisitos productos del “terroir” francés y sus derivaciones.
Macron se reunió con los sindicatos para desayunar pero el caos no lo dejaba avanzar con la inauguración. En su entorno comenzó un debate de inaugurar o no, y de retirar al presidente del lugar “por razones de seguridad”. "Voy a inaugurar. A eso vine”, insistió Macron.
l presidente dijo que no se dejó engañar por algunos de los alborotadores: "No soy un conejo de seis semanas, sé dónde viven”, declaró, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que la Reagrupación Nacional, el nuevo partido de Le Pen, hubiera aprovechado la protesta. Implícitamente, se apuntó a la coordinación rural.
Agricultores franceses chocan con los agentes de seguridad dentro del Salón de la Agricultura, en París. Foto: AP
Cuando nadie lo esperaba, Macron en camisa, con un manojo de papel blanco en su mano, apoyado en una mesa de bar , invitó a sus adversarios paisanos a debatir. El clima era como en la fábrica de Whitepoll en Amiens, cuando el se presentó en medio de la huelga, en plena campaña electoral .Como entonces, Marine Le Pen estaba de Fantasma de los disturbios.
Se sacó el saco, se arremangó su camisa blanca y Macron comenzó a hacer lo que mejor saber: debatir. Persuadir, responder, provocar, rebatir y finalmente, proponer a los paisanos en cólera. De la furia pasaron a cierta esperanza los agricultores franceses.El estado los acompañará, la burocracia será limitada, los permisos se acelerán.
"Estamos aquí para hablar", afirmó el jefe de Estado, rodeado de sus ministros Marc Fesneau y Agnès Pannier-Runacher.
Durante dos horas, apoyado en una mesa alta de bar, , el presidente recogió las quejas de los agricultores agrupados a su alrededor, cada uno con un signo distintivo de su organización sindical: sombreros amarillos, gorras verdes o rojas.
Espejos cerrados que "no existen", la renta, la competencia ucraniana, la agricultura biológica, el bienestar agrícola, la simplificación de las normas.
Probablemente uno de los momentos más conmovedores fue cuando se puso sobre la mesa la tasa de suicidios en la profesión. Luego, un agricultor le dijo al presidente que “casi tomó esta medidas” en agosto."Hacemos mucho por el bienestar animal, pero ¿qué estamos haciendo por el bienestar de los agricultores?", preguntó un granjero.
En 2010, la industria de la ganadería lechera tenía un exceso de mortalidad por suicidio del 52%, como ya se había observado en su estudio Santé Publique France de 2016.
Durante estas conversaciones con los sindicatos, Emmanuel Macron acordó reunirse con los representantes dentro de las tres semanas posteriores al Salón, que durará hasta el 3 de marzo.
El presidente reiteró que el Gobierno había asumido 62 compromisos en respuesta al movimiento ,que estalló el 18 de enero .Realizó varios anuncios, entre ellos la creación de un "precio mínimo" para pagar mejor a los agricultores.
También se anunció un censo de explotaciones agrícolas ,que necesitan ayuda de emergencia para el flujo de caja, y la inclusión en la ley de que la agricultura y la alimentación son "un interés general importante de la nación francesa". También se han lanzado varias propuestas para reducir los estándares.
El Salón de la Agricultura, una cita tradicional en París. Foto: Noel Smart
La demorada inauguración
Con más de cuatro horas de retraso, Macron finalmente inauguró el Salón. Tras instar a los sindicatos a calmar sus bases, el jefe de Estado optó por mantener su visita e inaugurar esta 60ª edición.
Entre silbidos estridentes, abucheos, la "dimisión de Macron" y algunos dedos medios, el presidente, rodeado de su ministro de Agricultura y Soberanía Alimentaria, Marc Fesneau, y de la ministra delegada, Agnès Pannier-Runacher, cortó la cinta.
A pesar de la tensión, el jefe de Estado decidió mantener su paseo por los pasillos del Salón detrás de un enorme cordón de seguridad.
Macron probó miel del Pays d'Auge y queso de Alta Saboya, estrechó manos y respondió a las preguntas, con un aspecto casi imperturbable, pero su voz regularmente tapada por el estrépito. El programa inicial de esta caminata se vio completamente alterado por un caos sin precedentes.
"La agricultura merece algo mejor que el proyecto de decadencia y estupidez que consiste en explicar a la gente que la solución sería abandonar Europa", protestó el presidente de la República ante los agricultores y la prensa.
Un poco más lejos, el stand de Lactalis, el número uno mundial en productos lácteos acusado de pagar mal por la leche, fue blanco de un derrame de estiércol, del que se desprendió un líquido marrón.
Testimonios desde el campo
Con su clásica gorra militante verde, Monsieur Robinet administra con su hermano una explotación agrícola de 60 hectáreas cerca de la cerealera Chartres. Produce trigo, colza, papas y remolachas y participó en las protestas.
“Antes todos podíamos vivir de esto. Hoy mi hermano no tiene de qué vivir. Gana menos que un salario mínimo francés. La competencia con los bajos precios de Ucrania, el bloqueo administrativo que generan las decisiones burocráticas del Estado francés, la ecología caricatural, que elimina los glifosatos pero el Estado no investiga como reemplazarlos, nos está llevando a la quiebra", se quejó.
"La ecología está diseñada por personas que jamás vieron un trigo. Su política es caricaturesca y dañina. Hay que acompañar la transición pero con ayuda del Estado. Y el Mercosur es apenas una muestra. Vamos a importar la mala calidad, sin reglas sanitarias y todos terminarán enfermos”, explica este agricultor y al mismo tiempo, contador. Ahora se necesitan tres veces más de superficie para hacer rentable la explotación heredada de su padre.
Naya Morin es productor de ovejas Rouges de L´oest en el departamento 64. Con orgullo muestra su pedigree, como mastican perfectamente de derecha a izquie rda, la calidad que demuestran sus arrugas y el rojo de su cabeza. Cada una cuesta 800 euros.
“Nadie respeta nuestro sacrificio, la calidad de producción, la contribución a Francia. Enfrentamos al Mercosur porque lo que viene no tendrá calidad, ni las mismas regulaciones sanitarias que Francia. Y de Macron mejor que callo. Me abstengo de decir lo que pienso de él”, contó a Clarín.
Eran las 7 de la tarde. El Salón de la Agricultura cerró y el presidente Emmanuel Macron seguía allí, desde la mañana, persuadiendo, escuchando y explicando su política para salir de la crisis agrícola.