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Elon Musk, el hombre más rico del mundo y jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental de EE.UU., desató una tormenta al responder con un simple “Estoy de acuerdo” a un mensaje en X que planteaba: “Es hora de abandonar la OTAN y la ONU".
Lunes 03 de Marzo de 2025
13:20 | Lunes 03 de Marzo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
El sábado, Elon Musk, el hombre más rico del mundo y jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Estados Unidos, desató una tormenta al responder con un simple “Estoy de acuerdo” a un mensaje en X que planteaba: “Es hora de abandonar la OTAN y la ONU”. No fue una declaración aislada ni un comentario pasajero.
Musk, cuya influencia sobre el presidente Donald Trump crece día a día, puso sobre la mesa una idea que, de concretarse, marcaría un quiebre histórico en la política mundial contemporánea: el abandono por parte de Estados Unidos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de las Naciones Unidas (ONU). ¿Es posible que la primera potencia global dé un paso tan drástico?
La opinión de Musk no puede tomarse a la ligera. Desde que asumió un rol activo en el equipo de Trump, ya durante la campaña electoral del año pasado, el dueño de Tesla, SpaceX y X se ha convertido en una figura omnipresente en Washington. Prueba de ello es que el miércoles, durante la primera reunión de gabinete de la administración Trump 2.0, el presidente le cedió la palabra en un gesto que no pasó desapercibido. “Elon está haciendo un gran trabajo, encontrando tremendo fraude, corrupción y desperdicio”, afirmó. Más aún, en tono jocoso pero revelador, agregó: “¿Hay alguien que no esté contento con Elon? Si es así, lo echaremos de aquí”.
Frente al vicepresidente JD Vance y los secretarios de los departamentos federales, Trump respaldó sin fisuras los planes de Musk al frente de DOGE, una entidad creada para recortar el gasto público y supervisar la burocracia. ¿Quién podría dudar, entonces, de la ascendencia de Musk en la Casa Blanca? Probablemente, hoy sea la persona con mayor peso sobre las decisiones del presidente estadounidense.
El llamado de Musk a abandonar ambos organismos supranacionales cobra especial relevancia tras el tenso encuentro del viernes entre Trump y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el Despacho Oval. La reunión, marcada por desencuentros sobre la posibilidad de poner fin a la guerra con Rusia, dejó en evidencia no solo las grietas entre Washington y Kiev, sino también entre la Casa Blanca y sus socios europeos (reunidos horas después en Londres para apoyar a Zelenski).
Los antecedentes de Trump con la OTAN alimentan la especulación. Durante su primer mandato (2017-2021), presionó repetidamente a los socios europeos para que aumentaran su gasto militar, amenazando incluso con reducir el compromiso de Estados Unidos. En 2018, según reveló The New York Times, el líder del movimiento MAGA expresó en privado su deseo de retirar al país de la alianza transatlántica.
En su segundo mandato, esa presión parece estar intensificándose. Inclusive antes de asumir, en diciembre del año pasado, su equipo exigió a los miembros europeos de la OTAN elevar su presupuesto militar al 5% del PBI, muy por encima del 2% acordado y del 3.5% que Estados Unidos destina a defensa.
Con la ONU, la relación de Trump es aún más conflictiva. En su primer mandato, en junio de 2018, Estados Unidos abandonó el Consejo de Derechos Humanos, argumentando su sesgo contra Israel. Dos años después, el dirigente republicano suspendió la financiación a la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de la ONU, acusándola de estar “sesgada hacia China”. Ese mismo año, anunció la salida del Acuerdo de París sobre cambio climático, avalado por la ONU, que se hizo efectiva en noviembre de 2020.
En su segundo mandato, esos movimientos los ha repetido, solo que los ha ejecutado -todos ellos- en poco más de un mes de gestión. Además, en esta vuelta a la Casa Blanca, también recortó el financiamiento al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Trump ha calificado la Agenda 2030 –rebautizada como Agenda 2045– de la ONU como una “imposición globalista” que socava la soberanía nacional.
¿Por qué tanta animosidad? Para Trump y sus aliados, estas instituciones representan una burocracia costosa e ineficaz que limita la autonomía de Estados Unidos -y de los países en general-.
En el caso de Musk, su pelea con Naciones Unidas data desde hace tiempo. Desde que el empresario tecnológico, quien se define como un absolutista de la libertad de expresión, se hizo cargo de Twitter y anunció cambios en la red social, varios burócratas de Naciones Unidas expresaron su preocupación por la posibilidad de que el nuevo rumbo que Musk imprimiría implique que se debilite la lucha contra la denominada “desinformación” y los denominados “discursos de odio”.
"Es más probable que la ONU provoque la desinformación, en lugar de prevenirla", apuntó Musk el mes pasado en respuesta a un discurso pronunciado por António Guterres, el secretario general de Naciones Unidas.
Asimismo, la reciente decisión de cerrar la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (USAID) por parte del gobierno estadounidense ha caído como un balde de agua fría en Ginebra, sede de múltiples agencias de la ONU, ya que la paralización de fondos reducirá significativamente la acción de múltiples agencias del organismo internacional.
¿Podría esta coincidencia de visiones traducirse en una salida definitiva de la ONU?
Hay que destacar que Musk no está solo en esta cruzada. Figuras influyentes del Partido Republicano, como el senador Mike Lee de Utah, han levantado la bandera del abandono. En febrero, Lee presentó el proyecto “Ley de Desvinculación Total de la Debacle de las Naciones Unidas (DEFUND, por sus siglas en inglés), proponiendo la retirada total de Estados Unidos de la ONU.
“Las Naciones Unidas se han convertido en una plataforma para tiranos y un megáfono para quienes odian a Estados Unidos. Deberíamos dejar de pagar por ello y poner a Estados Unidos en primer lugar”, declaró Lee en X sobre DEFUND. La senadora Marsha Blackburn (Tennessee), es una de las patrocinadoras de la medida en la cámara alta.
Asimismo, la iniciativa cuenta con el copatrocinio de los representantes Chip Roy (Texas), Mike Rogers (Alabama), Eli Crane (Arizona), Diana Harshbarger (Tennessee), Anna Paulina Luna (Florida), Harriet Hageman (Wyoming), Josh Brecheen (Oklahoma), Thomas Massie (Kentucky) y Marjorie Taylor Greene (Georgia).
En el caso de la OTAN, el senador Lee también ha cuestionado su utilidad. Con ambas cámaras del Congreso dominadas por los republicanos, es evidente que estas ideas están encontrando un eco que en otro momento hubiera sido imposible siquiera imaginar. ¿Podría este respaldo legislativo allanar el camino para una decisión tan radical?
La viabilidad de estas salidas no es sencilla. Abandonar la OTAN requeriría una decisión del Senado, que aprobó el tratado en 1949 con dos tercios de los votos.
En el caso de la ONU, Estados Unidos podría simplemente dejar de pagar su aporte o notificar su retiro con un año de aviso, como establece la Carta de las Naciones Unidas. El país norteamericano aporta más fondos que cualquier otro país a las Naciones Unidas: en 2022 donó más de 18.000 millones de dólares, según el Council on Foreign Relations. Eso representa aproximadamente un tercio del presupuesto colectivo total de la ONU.
"Las Naciones Unidas han disfrutado del dinero de los impuestos estadounidenses mientras a menudo socavan nuestros intereses, atacan a nuestros aliados y fortalecen a nuestros adversarios", dijo el congresista Roy en una declaración a Fox News Digital.
"¿Qué ha logrado Naciones Unidas?", preguntó Roy. "A pesar de todo el dinero y la atención que ha recibido, esta organización globalista corrupta no ha logrado, durante décadas, evitar guerras, genocidios, violaciones de los derechos humanos e incluso pandemias", argumentó.
Según una encuesta del Pew Research Center, publicada en abril de 2024, el pueblo estadounidense está dividido sobre sus opiniones sobre la ONU. Más del 70% de los demócratas y los independientes de tendencia progresista mantenían una visión favorable del organismo, en comparación con sólo el 34% de los republicanos y los independientes de tendencia republicana.
¿Podría Trump dar este portazo sin precedentes? Ciertamente, razones no le faltan. Aunque si lo hace, al mismo tiempo, las consecuencias serían impredecibles. Europa, por ejemplo, que depende del paraguas militar estadounidense, podría apresurar una defensa autónoma, mientras que la ausencia de Estados Unidos en la ONU debilitaría enormemente la influencia del organismo. ¿Se podría dar un reordenamiento de tal magnitud?
Lo cierto es que el impacto de Musk y Trump en este debate trasciende lo simbólico. Con un presidente dispuesto a desafiar el status quo y un influyente asesor que combina poder económico con ideas disruptivas, la posibilidad de que Estados Unidos rompa con la OTAN y la ONU no parece tan lejana.
El desenlace sigue siendo incierto, pero una cosa es clara: las instituciones que moldearon el siglo XX enfrentan hoy su mayor prueba. Para Argentina y el resto del mundo, el desafío será adaptarse a un escenario donde el multilateralismo podría convertirse en un recuerdo del pasado.
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