
Las universidades públicas anunciaron otro paro por 48 horas por los bajos salarios y el desfinanciamiento
Nacionales
(Por CARLOS PAGNI) .- El Gobierno empieza a ser vulnerable; repercusión internacional negativa; el gran activo: haber bajado la inflación; el crucial respaldo de Trump; $LIBRA hizo entrar a Milei en Comodoro Py.
Martes 04 de Marzo de 2025
08:52 | Martes 04 de Marzo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
En 1972, un genio de la música, una de las cumbres latinoamericanas y brasileñas de la música popular, Antonio Carlos Jobim, escribió un tema que es considerado uno de los mejores en su género, que se llama “Aguas de marzo”. Esa canción dice en su última estrofa: “Son las aguas de marzo cerrando el verano”. Estamos bajo las aguas de marzo y está cerrando una especie de verano. Da la sensación de que se termina un tiempo que el Gobierno disfrutó, como casi todos los oficialismos, en estos 14 meses. En las últimas semanas comenzaron a alinearse una serie de dificultades que parecían marcar el momento en que a todo gobierno le llega el final de la luna de miel con la opinión pública. Hay que empezar a dar explicaciones de distintos problemas, a los que lo fuerza la realidad o los propios errores. Empieza a percibirse una vulnerabilidad, aunque sea muy relativa. La Libertad Avanza (LLA), el propio Milei, siguen siendo actores muy poderosos en la escena política. Esto es así por varias razones, dos de ellas: su logro macroeconómico, haber hecho retroceder la inflación; y la segunda, que determina esa fortaleza y explica la llegada de Milei al poder, que es el estado paupérrimo, muy débil, muy indigente, de la mayor parte de la oposición.
Son las aguas de marzo cerrando el verano. El escándalo de las cripto, la necesidad de modificar la política exterior en un tema importante que es la adhesión incondicional de Zelensky en Ucrania por la decisión de estar alineado automáticamente con el presidente Donald Trump y con Estados Unidos, como le sucede a cualquier gobierno que depende de financiamiento internacional y sobre todo del Fondo Monetario Internacional (FMI). El costo enorme de la obstinación de designar al juez Lijo en la Corte Suprema de Justicia. Tener que asistir a una mega operación como es la de Telecom comprando Telefónica sin que siquiera le avisen al Gobierno que eso iba a suceder. Uno de los temas más importantes, por lo menos visto desde el escritorio de Milei, es una inquietud creciente con la cotización del dólar. Y una novedad que vemos en los últimos días: la inestabilidad emocional en el oficialismo. Es algo que vemos habitualmente en Milei; él mismo se califica como un intenso, como alguien muy sometido a la presión de sus emociones, pero ahora se proyecta en quien debería moderarlo, que es Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”. Empiezan a fallarle algunos trucos al mago y a mostrar un espíritu impulsivo o temperamental que tal vez se explica por el temor que él tiene a que se desborde Milei. Como sucedió en la entrevista de Jonatan Viale o en la aparición de Manes…
Si uno mira al oficialismo, empieza a ver que el factor emocional se vuelve muy importante, y es un factor que en la política no siempre tiene esa gravitación. Eso plantea una incógnita. Esto empieza a ser registrado en el exterior: ha habido una columna muy fuerte que a Milei lo irrita mucho, de The New York Times, sobre el escándalo con la criptomoneda $LIBRA; un cuadro pintado por The Economist también muy crítico por ese episodio; y, hoy, una columnista que suele dedicarse a la Argentina con bastante asiduidad en The Wall Street Journal, que es de Mary Anastasia O’Grady, que pone el acento en dos problemas: el escándalo de las criptomonedas y la designación de un juez “sospechoso”. Curiosamente, los dos temas por los que intentaba meter el cuchillo Manes, que son dos vulnerabilidades del Gobierno. Milei entiende, y lo ha dicho, que no son críticas a él, sino que es un sistema de prensa que en realidad pone la mira en Trump y que a él lo cuestiona como una especie de metáfora del presidente estadounidense. Por eso lo agreden. Insisto, la ventaja que tiene es relativa. La oposición en general está peor en el sentido de que Milei está en una situación parecida a la que estaba Néstor Kirchner cuando llegó al gobierno, o Menem después del primer año. Es “Edipo rey”. Edipo llegó al poder porque liberó a Tebas de la peste y resolvió un gran problema, del cual todos estaban pendientes, y él encontró la clave del enigma. Eso hace que haya una transferencia de poder al líder y se le perdonen cosas que a otro líder no se le perdonarían. El Presidente logra desatar el nudo de la inflación y obtiene un aval por parte de la sociedad, que lo vuelve alguien distinto respecto a una clase política humillada por el propio triunfo de Milei, alguien tan externo a la vida profesional de la política, o lo que él llama la “casta”. También por esto se lo valora afuera.
Ha habido este lunes unas declaraciones muy relevantes de Trump, en respuesta al corresponsal de LA NACION en Washington, Rafael Mathus Ruiz, quien le preguntó al presidente más proteccionista del mundo si él está pensando en firmar un acuerdo de libre comercio con la Argentina. Trump respondió que está dispuesto a considerar todo y hace específicamente este elogio muy enfático de Javier Milei. Para ello, usó una palabra triste pero muy bonita: oblivion, gran tema de Astor Piazzolla. Recuperó a la Argentina del olvido, del eclipse, del ocultamiento. Este elogio, en un momento en que la Argentina está negociando en el Fondo y en un momento en que esa negociación se convierte clave para una variable estratégica que es el tipo de cambio, no tiene parangón. No tiene precio el respaldo de Trump a Milei. Es hoy el principal aliado.
Evaluar este cuadro con tantos matices requiere de mucho equilibrio. Porque estamos hablando de un gobierno al que le pasó algo que definió Cristina Kirchner en un tuit de la serie “Che, Milei”, en el que dice que al Gobierno le han dado vuelta el reloj de arena. No es una expresión dramática. No afirma que al Gobierno le está yendo mal, no dice que va a perder. Dice que empieza a pagar costos, empieza a ser sometido a un examen más crítico por parte de la gente, que empieza a ser un poco más severa.
Frente a esto, existe otro fenómeno que es un gobierno muy competitivo electoralmente: según todas las encuestas, si las elecciones fueran hoy, las ganaría. Seleccionamos una encuesta de todas las que circulan, que plantea con equilibrio esta complejidad que no es lineal, como para ponderar la situación del oficialismo. Esta encuesta de Hugo Haime es interesante porque mira varios temas: Aprobación/Desaprobación de la gestión de Milei y los va ligando a episodios. De octubre a noviembre, la aprobación saltó de 41% a 44%, lo que se relaciona con la baja de la inflación del 2,7%. En febrero del 2025, hubo un recorte de dos puntos de la aprobación y la desaprobación se mantuvo igual. Lo que hubo es un aumento de los que no saben, de la indecisión. Haime vincula el recorte al criptogate.
Acá también hay algo muy interesante: hay una desaprobación de 16,6% de gente que votó por Milei en el balotaje. No debería sorprender que haya una desaprobación del 92,5% de los que votaron a Massa, a lo mejor llama un poquito la atención que haya un 7% que aprueba habiendo votado a Massa. Milei logró convencerlos. Lo que interesa es ese 16,6% de desaprobación de aquellos que lo votaron en la segunda vuelta en contra de Massa. A esa gente le habla Macri. Son los desencantados con un gobierno que tiene a la fórmula Bullrich-Petri en su gabinete. Es decir, empieza a haber una desilusión con la lógica de lo que siempre sucede: el primero en irse es que fue el último en llegar. Son los que votaron a Milei en última instancia, más para votarlo contra Massa que para votarlo positivamente a él.
En esta encuesta, Haime también se pregunta cómo será la Argentina con Milei. ¿Qué Argentina va a dejar? Va a haber mucha gente que volverá a ser de clase media porque deja un país pujante o va a ser como un país latinoamericano en general, con muchos pobres, unos pocos ricos y casi no habrá clase media. Gana la segunda opción, 54% contra 41% que dice: “Vamos a una recomposición, a una recreación de la vieja Argentina”.
Miremos otra pregunta. El Presidente hizo declaraciones en Davos condenando políticas vinculadas al feminismo, el aborto, los homosexuales, las politicas LGBTQI+, a lo que él llama “cultura woke”. ¿En qué medida está usted de acuerdo con esto? Acá no le va bien a Milei. Su mandato era lo económico y, en todo caso, el orden público, como el haber despejado la calle de piquetes. Pero en el voto a Milei, sobre todo en la segunda vuelta, pocos le pidieron que se haga cargo de esta agenda. Hay una palabra fea que se usa para calificarla: comportamental, que tiene que ver con la moral, con la ética, con el ethos de determinada época en una sociedad.
Pero, ¿y el reparto de poder? Haime pregunta: ¿A quién votaría como diputado nacional si las elecciones fueran hoy? 38,6% a los candidatos de Milei y 25,3% a los del peronismo kirchnerista. Parece que ahí está el juego. Los kirchneristas son los que faltaron el sábado al Congreso. Probablemente, Milei y Caputo quedaron desconcertados porque preveían que todo lo que iba a haber era oficialismo. Eso fue lo que rompió Facundo Manes. No estaba previsto que hubiera alguien haciendo de kirchnerista, no porque sea kirchnerista, que es lo que dice el Gobierno para descalificarlo. No estaba previsto que hubiera alguien hostigando a Milei y haciendo algo que tal vez Manes, como experto en mente, en cerebro, sabe hacer mejor que otros, que es hostigarlo hasta sacarlo, a alguien que se saca fácil.
Cuando uno mirá bien la entrevista de Jony Viale, da la impresión de que Caputo se tira sobre la escena, irrumpe, no tan preocupado porque los argumentos de Milei eran flojos, que suelen ser muy flojos, sino porque el periodista, al preguntarle: “Si cometiste un delito, lo cometiste como Presidente”, lo llevaba hacia un descontrol. Aparece un Milei que comienza a desbordarse emocionalmente. Esto es un problema, el tema del factor emocional. El apoyo es muy importante. Más allá de todo esto, cuando uno mira todas las dificultades, las vulnerabilidades, gana. El otro día un sociólogo experto en el conurbano me decía: “En La Matanza va a ganar, ¿Será tanto, para tanto?”. No sabemos”.
Ha habido novedades importantes en los últimos días. Una de ellas tiene que ver con el escándalo de las criptomonedas. Lo más interesante de esto no es que le suceda hablando o metiéndose en una operación sobre petróleo o soja; le sucede en lo que se supone que es su campo. Milei daba clases sobre ese tema. En el pasado también lanzó otras criptomonedas que fracasaron. Pero me interesa la dimensión ideológica. Si uno tuviera que hablar con Milei, imaginariamente habría que decirle: “¿Viste que hay gente que quiere que no haya Estado, que dice que hay que destruir y eliminar los bancos centrales, que las sociedades mejoran, crecen, se perfeccionan si el Estado que fija reglas desaparece y la única regla sería el afán de lucro y el mercado, la oferta y la demanda? Bueno, es esto lo que te pasó a vos”. Vienen dos vivos, en el mejor de los casos, suponiendo que no ha habido ningún tipo de contubernio entre Milei, su hermana y los que hicieron el negocio, y te embocan al que sea con información calificada. Y el propio Hayden Davis, que hizo la operación $LIBRA, cuando le preguntaron si manejaba información especial, dijo que sí. No hay concepto de estafa ahí. Estas son las reglas del mercado en su máxima expresión sin Estado. Es decir, probablemente si Milei se interrogara a sí mismo, esto debería introducir una gota de duda en su panorama ideológico, en el lugar o en la utopía a la que quiere llevar a la Argentina.
Hay un segundo aspecto relevante, que es que con el escándalo de las criptomonedas se corre un velo respecto de cómo funciona el corazón del poder, con extraordinaria informalidad. Es lo que aparece en la entrevista con Jony Viale. Hay una enorme confusión de gente que todavía no se dio cuenta de que ocupa un lugar público. Que ejerce la representación de otros. Que están ahí y que la institución es más importante que ellos mismos. Que no es posible argüir la coartada de decir que hace lo que hace desde su cuenta privada de Twitter. No hay privado cuando uno es presidente. No hay vida privada. Ese es el problema de cuando uno se mete ahí. Queda expuesta por primera vez la hermana del Presidente, que como sabemos, es alguien crucial en la vida de Milei, en su equilibrio emocional y en la relación que mantiene con las personas. Es una gran membrana osmótica entre él y el mundo. Por eso es tan importante que en este episodio ella haya quedado expuesta.
Macri, cuando hizo apreciaciones sobre este tema, que fueron críticas -que es otra derivación de este episodio, porque si había una ruptura entre el PRO y La Libertad Avanza, este caso la aceleró-, dijo: “Ojalá la Justicia local tenga la capacidad de explicarnos qué pasó y que no haya que confiar en el FBI”. Aparentemente, la agencia de investigación de Estados Unidos no va a intervenir, como así tampoco la Justicia americana, porque el órgano de control de la Bolsa de Nueva York emitió un dictamen este fin de semana diciendo que las criptomonedas “no están sometidas a regulaciones por parte del sistema monetario americano” y que “hacer trampas con criptomonedas no es susceptible de ser penalizado”. Es una novedad importante para Estados Unidos.
Donald Trump está por hacer una cumbre en el lanzamiento de criptomonedas. En una publicación del sitio web Inteligencia Argentina, que se dedica a nuevas tecnologías e I.A., se muestra cómo Trump armó esta cumbre en la Casa Blanca, sabiendo que ya lanzó criptomonedas, que también fracasaron, al igual que su mujer, Melania Trump. Y lo que dice este órgano de control es que ahí no hay delito. Esto es la utopía anarcocapitalista que tanto le gusta a Milei. Es la idea de moneda sin Estado. Es así como funciona el sistema sin Banco Central.
La gran novedad, a mi juicio, de todo el episodio, el antes y después de lo que pasó con $LIBRA, es que por primera vez los Milei entran a Comodoro Py. Ya hay una causa que la tiene María Servini de Cubría y delega en el fiscal Jorge Taiano. La jueza tiene una relación bastante estrecha con la hermana del presidente, Karina Milei, a través del apoderado del partido La Libertad Avanza, Santiago Viola. Y Taiano es un fiscal que no se caracteriza por tener un temperamento demasiado audaz o corajudo. O sea, que una causa en manos de Cubría, delegada en Taiano, no debería hacerlos preocupar demasiado, pero ya entraron a Comodoro Py.
Servini y Taiano son íntimos amigos de Ariel Lijo. Esto es lo que alienta algunas especulaciones o rumores que salen de lugares muy cercanos al juzgado de Servini, y en los que yo no creo, porque me parece demasiado lineal. Se dice que Servini habría mandado algún mensaje a la Casa Rosada para que se acelere o refuerce el compromiso de Milei con Lijo y que la Casa de Gobierno se incline definitivamente a firmar el decreto que finalmente firmó para que tanto él como García Mansilla entren a la Corte.
El destino de Lijo se juega en estos días. Pidió una licencia extraordinaria porque no quiere abandonar su juzgado, que es lo que tiene seguro, en pos de una aventura que no sabe cómo puede terminar. Si el Senado en algún momento rechaza el pliego de Lijo y García Mansilla, se termina la historia. Esta licencia fue a pedirla a la Cámara Federal, cosa que a la Corte mucho no le gustó, y el tema está en manos de la propia Corte, que lo va a tratar este jueves. Yo diría que, si tuviera que hacer un pronóstico, no le van a dar la licencia. Lo van a poner en la situación de que, si quiere ser juez del tribunal, tendría que renunciar a su juzgado.
Hay antecedentes de esto. Como un caso de 1975, donde la Corte se expidió diciendo que no puede haber una misma persona que sea juez por decreto en comisión y que al mismo tiempo tenga otro cargo de juez con acuerdo del Senado. Y un caso que se citó mucho en los últimos días, que es el del juez José Francisco Bidau, ya fallecido, que era camarista de la Cámara Federal Contencioso Administrativa en la sala civil y comercial, designado ahí en el año 1955, y que en el año 1962, con el Congreso disuelto, el presidente Guido lo nombra juez de la Corte por decreto. Renunciaría al cargo de camarista. Esto sería un antecedente que pesa en contra de Lijo.
Hay que recordar también que, para dos jueces de la Corte como Rosatti y Rosenkrantz, la presencia de Lijo ahí adentro seguramente no sea una linda noticia. No tanto por Lijo, que tiene causas abiertas sobre algunos de ellos (Maqueda y Rosenkrantz) y que no cierra desde hace un tiempo –esto es un dato crucial para entender el juego–, sino por Lorenzetti, con quien hay una enorme enemistad y quien hasta ahora ha fungido como el padrino de Lijo en su llegada a la Corte. Algo que seguro a Lijo le trajo más problemas que beneficios.
Lijo va a estar en una encrucijada: si le revocan la licencia que le dio la Cámara este jueves, va a tener que renunciar al juzgado. Está expuesto a que el Senado voltee el decreto por el que se lo designó –también está expuesto García Mansilla a lo mismo–. Dicen los expertos que si el Senado voltea el decreto no pasa nada, porque para remover a un juez hay que hacerle juicio político, aunque sea un juez puesto por decreto. No sirve voltear el decreto que lo designó. Y después está el otro problema: si el Senado va a convalidar o no los pliegos con dos tercios de los miembros.
Están quienes dicen que van a voltear los pliegos. Pero se necesita mucha voluntad política para eso, y ¿quién se va a poner la mochila al hombro? Al final de todo, si uno hace el balance de todo el caso Lijo a lo largo de todos los meses que pasaron (desde enero de 2024, que fue la primera versión de que se lo iba a postular) da la impresión de que si llega a ser juez de la Corte o si no llega, en cualquiera de los dos casos, es básicamente por casualidad. Por una cantidad de circunstancias aleatorias. Porque hoy ni la clase política ni la institucionalidad, que es operada por la clase política, están en condiciones de darse un plan y que ese plan sea sistemático y alcance un objetivo medianamente racional. Estamos un poco a merced del azar y de cómo se van alineando los planetas semana a semana.
Mientras tanto, hay algo muy interesante, con un componente cómico: cada vez que Milei menciona méritos de Lijo por los cuales lo designó, son méritos que no aparecen en su currículum. El juez debería ir agregando antecedentes que ni él conocía de sí mismo, como ser “experto en ciberseguridad”. También sabemos ahora, como dijo Milei, que mucha gente está en contra de Lijo porque “le tocó el bolsillo a mucha gente”, pero habría que aclarar en qué sentido. Si lo hizo con fallos que perjudicaron a los justiciables, o si le tocó el bolsillo en otro sentido. A Lijo se lo acusa, como salió en un artículo de The Wall Street Journal, de ser un juez sospechoso.
Todos estos problemas –las criptomonedas, Lijo, haber tenido que girar en política exterior en el tema Ucrania– vuelven cada vez más y más importante el control de la inflación. Esa que es la columna vertebral, la piedra angular de este oficialismo, se vuelve más imprescindible. Pero ahí es donde el problema del tipo de cambio se vuelve también importante, porque, como es sabido en la Argentina, una política antiinflacionaria.
Apareció el Bank of America, que es un banco importante en Wall Street y el tercer banco de inversión de los Estados Unidos, que dijo que el tipo de cambio está atrasado. Un tema del que, parece, no hay que hablar. El Presidente se pone muy nervioso cuando se menciona esto. Además, de acá a fin de año, va a haber una devaluación, probablemente después de las elecciones. Luis Caputo salió a contestar y, curiosamente, el banco dijo que, a pesar de las declaraciones del ministro de Economía argentino, ellos ratificaban su posición. Novedoso. Importante. Fuerte como declaración.
Si uno mira los futuros del dólar se empieza a insinuar que las operaciones comienzan a hacerse a precios que no van de la mano con una devaluación del 1%, que es la que el Gobierno promete mantener hasta nuevo aviso. Empieza a haber tensión sobre el tipo de cambio y la perspectiva de que va a haber una devaluación. Todo esto se alinea con la situación de las reservas y el efecto que tiene un dólar muy barato.
Si uno quiere observar algunos de esos efectos, se pueden examinar a través de un gráfico de Fernando Marull, en donde se comparan dos momentos de gran salida de argentinos al exterior para hacer turismo. Entre agosto de 2017 y enero de 2018, en aquel verano, veníamos del atraso cambiario de Macri, que le permitió hacer una gran elección en 2017, pero lo llevó a la crisis de reservas que debió enfrentar Sturzenegger y después Caputo, y que terminó con un acuerdo con el FMI, por el cual hubo que devaluar. En ese período, hubo 2.050.000 turistas que viajaron al exterior.
Este verano de 2025, hubo alrededor de 1.927.000 turistas veraneando en Brasil, Miami, etc. En la línea celeste se pueden ver los gastos por turismo: en el verano de 2018 fueron 1400 millones de dólares; este verano, 1322 millones.
Por último, hay otro dato reflejado en la línea amarilla, que plantea un problema para la economía y para la competitividad. El primero en señalarlo fue el profesor Juan Carlos de Pablo, de quien no se puede sospechar que quiera que a Milei le vaya mal, no solo porque está de acuerdo con la orientación general del programa del presidente, sino porque tiene una relación de amistad con él. Se trata del tema del salario en dólares. En enero de 2018, el salario en dólares era de USD1405, mientras que en la actualidad es de USD1091. Hubo una suba desde diciembre de 2023 y enero de 2024 hasta ahora, donde se ve un repunte de los salarios en dólares, lo que plantea un problema de competitividad.
Este fenómeno, que termina siendo problemático –una de las cuentas de salida de dólares, la cuenta turismo–, se combina con otra novedad: por primera vez estamos ante un Gobierno que controla el tipo de cambio con cepo y restricciones en el movimiento de dólares, porque faltan, pero al mismo tiempo ejerce una política comercial absolutamente abierta y libre. Hoy hay un flujo enorme de importaciones de paquetes que llegan, básicamente, desde China, con compras de argentinos que están estimuladas por el nuevo régimen de acceso al dólar que permite a los consumidores comprar hasta 400 dólares sin arancel ni impuestos a través de plataformas digitales.
Eso convive, contradictoriamente, con restricciones cambiarias, pero también presiona sobre el tipo de cambio. Estas inquietudes, que se reflejan en los contratos de futuro y que plantea el Bank of America, hacen que el Gobierno esté más interesado que nunca –junto con un clima internacional que cambia– en cerrar un acuerdo con el FMI.
Hay que prestar atención a una figura importantísima que reapareció en los últimos días, pero que estaba prácticamente desaparecida: Gita Gopinath. Nada menos que la segunda del Fondo, después de Georgieva. Estadounidense, responde más bien al Partido Demócrata y probablemente sea la figura más exigente hoy frente al equipo económico.
Su rol es clave para pensar todos estos problemas, que son los de un acuerdo con el Fondo en términos monetarios y cambiarios. Ocupa el lugar que en el gobierno de Macri tenía otro personaje también demócrata, que fue una piedra en el zapato del expresidente: David Lipton. Macri, con mucha comicidad, suele decir: “Yo en la primera reunión vi que el problema estaba en ese que no hablaba”. Y ahí estuvo el problema, porque ejercía una enorme presión y control sobre la política cambiaria, poniendo a su gobierno al borde del abismo en varias oportunidades.
Empieza a haber una urgencia en definir la cuestión cambiaria porque también hay una urgencia en alcanzar un acuerdo con el Fondo. La cuestión cambiaria es problemática de resolver antes de las elecciones, y siempre lo es, porque “el problema de liberar el tipo de cambio no es solo que, si ocurre una depreciación del peso, se traslada a la inflación, sino que la gente vota con el tipo de cambio y el dólar”.
Entonces, con todos estos problemas –las criptomonedas, los enfrentamientos del Gobierno con la oposición, los Milei en Comodoro Py, las inconsistencias, Lijo–, ¿a cuánto estaría hoy el dólar si hubiera un mercado de cambio libre, como el que en teoría pretende Milei?
Todo esto es menos dramático para el Gobierno porque sabe que ganaría las elecciones. Hasta hoy. Y el Gobierno gana las elecciones porque el estado de la oposición es problemático. Macri, por ejemplo, con el enorme poder que tiene dentro del PRO, no logró emitir siquiera un comunicado respecto de la designación por decreto de Lijo.
Aparecen dos figuras allí: Diego Santilli, que es una especie de enviado de Milei a la interna del PRO, y el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, quien, después de pelearse, alcanzó una relación bastante amigable con el “mago del Kremlin”, Santiago Caputo. Ellos no acompañan un pronunciamiento en contra de Lijo. Probablemente tampoco lo haga María Eugenia Vidal, que en su momento se pronunció a favor de Lijo y que tiene una causa en su juzgado.
En la Capital, hay una crisis que determinó este lunes la salida del ministro de Seguridad, Waldo Wolff, en un terreno complicadísimo en la Argentina, sobre todo en Capital y el conurbano: la seguridad. El PRO está amenazado en su principal distrito, como si Cristina Kirchner estuviera amenazada en el conurbano.
En la provincia de Buenos Aires también hay un movimiento raro de la oposición. Se dice que Kicillof la quiere enfrentar a Cristina. La pregunta inmediata es: ¿Perdón, pasó algo? Porque no nos enteramos de qué pasó en el medio para que ahora estén peleados. Es un problema que aparece cuando una interna no puede ser explicada. Algo parecido le pasó a Larreta con Macri. ¿En nombre de qué, ahora nos enteramos, no se llevan bien?
El Gobierno observa esto y mete la púa. Milei amenaza al federalismo e insinúa que podría intervenir la provincia, generando un enfrentamiento Nación-Provincia. Obliga hasta a La Cámpora –y al principal adversario de Kicillof en la Provincia, que es Máximo Kirchner– a sostener al gobernador.
El Gobierno entiende, siguiendo consejos de algunos dirigentes políticos cercanos al oficialismo –probablemente Joaquín de la Torre–, que le conviene una fractura entre el kirchnerismo de Cristina y Kicillof. Mientras tanto, la expresidenta sigue teniendo encanto sobre el conurbano, que es el que siempre le ha dado poder.
El radicalismo tampoco logra ponerse de acuerdo en un tema institucional como el de Lijo, y esto es lo que le da valor al episodio teatral de Manes en el Congreso.
Hubo una nota muy interesante y simpática en The New York Times escrita por James Carville, el gran asesor de campaña de Bill Clinton. Fue él quien escribió en un pizarrón la famosa frase: “Es la economía, estúpido”. Luego llegó a la provincia de Buenos Aires y asesoró por un tiempo a Eduardo Duhalde.
En esa nota, Carville, ligado a los demócratas, les habla a sus correligionarios y les dice: “Ustedes, ahora, con Trump y con la situación en la que está el presidente, lo que tienen que hacer es fingir que están muertos. Tírense al piso, panza arriba, no hablen, no hagan nada. Todo lo que hagan o digan será usado en su contra. Esperen, porque esto no va a andar bien”. Es más un deseo que un pronóstico. Tal vez alguien debería decirle lo mismo a la oposición argentina. ¿Será así?
Carlos Pagni
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