Opinión

No hay indecisos

Lunes 17 de Julio de 2017

No hay indecisos

Por Jaime Duran Barba

En algunos estudios que se publican en estos días, se dice que en la provincia Buenos Aires hay dos candidatos que acumulan 60% de la intención del voto, que otros suman  alrededor de 20% y que el resultado de las elecciones depende de lo que haga el restante 20% que no ha decidido todavía cómo votará.

Ese análisis tiene una debilidad: ni es cierto que el 80% decidió lo que hará en las urnas, ni lo es que los otros no tienen ninguna preferencia política. El “indeciso” es una categoría equívoca. Es falso que a esta altura del proceso electoral existan muchos ciudadanos neutrales que esperan estudiar las propuestas de los candidatos para decidir cómo votarán. En realidad no existen los indecisos.

Todos los votantes tienen actitudes más complejas que las que se pueden detectar con preguntas sencillas, tipo “por quién votará” de una lista de candidatos. También débil es el dato que obtenemos cuando preguntamos si alguien ha decidido cómo votar o si todavía no sabe lo que hará el día de las elecciones. Las preguntas de una encuesta proporcionan una información parcial que, tomada aisladamente,  lleva a confusiones.

Hay pocos electores dispuestos a analizar neutralmente las propuestas de los candidatos, para encontrar cuáles son las mejores y decidir su voto. Casi nadie analiza propuestas ni lee programas, y los pocos que lo hacen son apasionados por la política que decidieron por quién votar, y sobre todo por quién no votar, antes de leer ningún documento. Todos tenemos actitudes positivas o negativas frente a los dirigentes políticos, los temas con los que les asociamos y las ideas que suponemos que defienden. Este es el mundo en el que vivo, no el mundo en que quisiera vivir.

No faltará el comentarista superficial que use este artículo para decir que afirmo que no hay que leer nada,  pero eso es un disparate. Describo cómo nos comportamos los seres humanos frente a la política y a los temas más importantes de la vida. Nunca conocí a alguien que haya leído meticulosamente la Biblia, el Nuevo Testamento, el Corán, los libros de Confucio o el Tao Te Kin, para descubrir cuál es la religión verdadera. Conozco a miles de católicos que nunca leyeron las Escrituras, y desconocen los dogmas de la Iglesia. Primero adoptaron una religión y después se informan acerca de lo que deben creer. Pasa lo mismo con la política. Todos los votantes experimentan sentimientos más o menos intensos hacia todos los candidatos, hacia muchos temas de la vida, interactúan permanentemente con su entorno y a partir de esa experiencia tienen una preferencia que a veces cambia a lo largo de la campaña.

Esas actitudes no tienen que ver con discursos sino con la comunicación política entendida como algo más complejo e integral.

Es inocente afirmar que si Mauricio Macri, dentro de las primeras semanas de gobierno, pronunciaba un discurso describiendo los problemas que heredó de la gestión Cristina Fernández, habría logrado acabar con el liderazgo de la ex presidente.

Es poco probable que ante ese discurso se hubiese desatado una ola ética en todo el país, en la que los votantes de La Matanza tomaran las calles pidiendo un ajuste económico, el millón de personas vinculadas al narcomenudeo en Capital y el Gran Buenos Aires entregaran las drogas a la policía, los delincuentes destruyeran sus armas o que La Saladita se transformara en un supermercado gerenciado por la AFIP y la oficina que protege la propiedad intelectual de las marcas más famosas del mundo.

Millones de personas viven al borde de la ley en toda América Latina. Nuestras sociedades son anómicas y por eso tienen dirigentes populistas y altos

grados de corrupción. Nada de eso se borra con un discurso con datos que todos conocen.

Para entender la lógica de los electores analizamos los datos de la encuestas con modelos variados, que permiten segmentar a los electores según son sus actitudes hacia cada uno de los candidatos y también hacia otras variables que tienen que ver con su vida cotidiana. Usaremos esos modelos en el próximo artículo para comprender lo que está pasando en la Provincia de Buenos Aires.