Opinión

Guerra silenciosa, inconfesable y eterna

Sábado 30 de Mayo de 2020

Guerra silenciosa, inconfesable y eterna

Por Osvaldo Granados

 La vida arrastra a los personajes políticos de muchas maneras que no pueden controlar. Van en una dirección, pero tienen que girar abruptamente a mitad de camino. El presidente aspiraba como máximo a una embajada en España y terminó en la presidencia. Llegó a un sitio completamente diferente, de aquel al que quería llegar. Es fabuloso. Pero los que te llevaron a empujones te pasan la factura. Un poco lo que dicen, traducido es: “Ahora, la estrategia es nuestra”.

Alberto prefiere la calma, los otros avanzan. Es la guerra silenciosa e inconfesable. Por allí, salta un marginal como Gabriel Mariotto a decir: “Se acabó la moderación, sirvió para ganar, ahora vamos por todo”. Esa es la idea. Pero no tan rápido. Menem dijo lo mismo: Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”. La clave: frenarlo al presidente. ¿Por qué?

Los cantos de sirena Cacerolazos en contra y a favor de Alberto. Los costos del confinamiento forzado. La vigilancia militar en tiempos de pandemia. La grieta al rojo vivo. El análisis de Osvaldo Granados.

Tiene una acumulación de poder que no estaba prevista. Le llevaron algunas  exigencias. Pidieron, en el Instituto Patria, la renuncia del Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, de la ministro de Justicia, Marcela Losardo y de Claudio Moroni. ¿Por qué Cafiero? Cristina en una reunión con La Cámpora lo definió como un hombre de Clarín. ¿Por qué Losardo? Porque consideran en el Instituto Patria que frenó los cambios en la Justicia, para permitir que todos los exfuncionarios salgan absueltos. ¿Por qué Moroni? Porque está con la CGT, con Daer. Ellos quieren poner su gente en los sindicatos.

Apuntaron, como en los 70, al cambio de dirigentes, volvieron a hablar de la burocracia sindical. Hay que reemplazarlos por jóvenes revolucionarios. “Hay que ganar espacio en la CGT”. ¿Qué está pasando? Es lógico. En situaciones de emergencia, el miedo, la incertidumbre, es un terreno propicio para colar proyectos que de otra forma no pasarían. La gente muy cercana al presidente, señaló lo siguiente.

Uno: “Dijimos que no se deje rodear”. Dos: “Nunca se va a desprender de Cafiero”. Nos aclaró: “Si mi jefe de Gabinete se va, me voy yo”. Tres: “Planteamos que para defenderse necesita a los sindicatos de la CGT, algunos gobernadores, gente de Sergio Massa, la Iglesia, Hugo Moyano y sectores del radicalismo”.

¿Qué les contestó? “Que si nos hace caso, sería hoy un suicidio político. En este momento con la pandemia y la crisis económica sin precedentes, no hay espacio para la confrontación”. ¿Quién le sugirió las renuncias de algunos ministros? “En forma tangencial, indirecta, varios, pero la propia Cristina, le dijo: ‘Vos no tenés la culpa, son los inútiles que te rodean’”,

El presidente lo tiene claro, nos señalan. Sabe que cada crítica al jefe de Gabinete, es para él. El proyecto de Fernanda Vallejos se produce porque Cristina a los gritos señaló: “Cómo que le estamos pagando los sueldos a Techint y a medios que nos atacan todos los días”. Allí, actúan los fanáticos religiosos, que creen interpretar fielmente los pensamientos de la jefa. En Argentina, los extremos son más atractivos. Radicalizarse es una droga. Cristina escribe en las sombras una obra. Sus actores siguen fielmente el libreto.

Mientras, nadie sabe el plan económico, ni cómo se van a absorber un billón de pesos y nadie sabe cuántas quiebras o desocupados va a dejar la economía. La clave, un número. En medio de la sequía y la pandemia, el Banco Central informó que en abril, 1.223.000 personas compraron 200 dólares permitidos. Para todo el mercado, el dólar oficial se sigue atrasando y la historia demuestra que es lo peor que puede pasar.