Sigue la polémica por la compra de aviones F-16: “lo mejor que puede pasar es no usarlos nunca”

La compra de 24 aviones de combate F-16 estadounidenses que concretó en Dinamarca el ministro de Defensa, Luis Petri, despertó una lluvia de críticas de aquellos que cuestionaban la inversión de US$650 millones que hizo el Gobierno frente a las políticas de ajuste y reducción de gastos en el Estado que llevan a cabo.   

“Argentina está interesada en tener aviones F-16 desde la época de Carlos Menem” dijo a Fenix, Fernando Morales, perito naval y especialista en temas militares.  

Sostuvo que el país debía tomar una decisión entre “reequiparse o cerrar las fuerzas armadas”. 

“Técnicamente son aviones viejos pero la gente de la fuerza área sostiene que para nosotros es un salto cualitativo muy grande, los aviones se modernizan” agregó.  

Morales consideró que “la democracia confundió el castigo a los responsables de la dictadura, con el castigo a la institución a la que pertenecían”, y se desfinanció fuertemente a las fuerzas armadas “con la excusa de que si tenían poder volverían a hacer una locura golpista”.   

Frente a la pregunta de por qué en un contexto donde “no hay plata para nada”, el gobierno compró aviones, respondió: “No tenemos una guerra en vista, pero necesitamos aviones porque los vecinos lo piden, y lo mejor que puede pasar es no usarlos nunca en el sentido bélico”.  

“Es como la prepaga, uno las tiene con la ilusión de no necesitarlas nunca, pero las paga para el día que las necesite” añadió.  

Por otro lado, habló sobre la decisión de Javier Milei de suspender los viajes en vuelos comerciales, y Morales remarcó que “es engorroso que un presidente se maneje así”.  

Poniendo el ejemplo del viaje a Israel, dijo que surgió el temor de que cerrarán los aeropuertos en medio de las tensiones con Irán y el jefe de estado tenga que quedarse varado.  

“La decisión se tomó por la tranquilidad del presidente y de los pasajeros, porque no a todos les gusta viajar con él. Lo más practico es que tenga su movilidad propia, pero también es cierto que un viaje presidencial tiene que valer la pena” manifestó.