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Hallan sin vida a Carlos Gonzalez, cura párroco de la capilla del Barrio Joaquin
Nacionales
A días de las elecciones, el periodista habló con Infobae de la actualidad del país y del clima social. Sus críticas a Alberto Fernández por cambiar de opinión cada cinco minutos: “La palabra de un Presidente pone en juego muchas cosas”
Sábado 28 de Agosto de 2021
09:51 | Sábado 28 de Agosto de 2021 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
A la hora de elegir el lugar para hacer una entrevista, Luis Majul opta siempre por Margen del Mundo, su espacio propio, el lugar donde da vida a todos sus proyectos. Con el tiempo justo, y con la intuición de que la entrevista se va a extender más de lo pautado, el periodista pide un té, cambia de rol, se distiende y responde a todo.
Con una rutina horaria demoledora, el conductor de La Cornisa arranca el día a las 5.55 en radio Rivadavia y termina a las 23 con Voces en La Nación+. Durante todo el día también está pendiente de 107.9 FM Radio Berlín, un proyecto propio que, además de mantenerlo entusiasmado con su nuevo espacio de Play Luis, lo desintoxica de la actualidad y de la política.
En el plano político, Majul entiende que el oficialismo está tan imbuido en la rosca de poder que no se dan cuenta de lo que le está pasando a la gente. Y sobre el escándalo de Olivos Gate asegura: “Para mí la foto y el video del Presidente y de Fabiola en su cumpleaños en Olivos rompió algo muy profundo entre el poder, el gobierno, la sociedad, e incluso en el núcleo duro del Frente de Todos”.
—¿Cómo ve el proceso electoral?
—Lo veo en el medio de sentimientos de tristeza, de frustración, de promesas incumplidas, de mucha mentira, mucho doble discurso. De mucha exigencia por parte del poder para no hacer lo que les exigen a las personas. Esto personificado en el Presidente, pero puesto en el oficialismo de manera muy notable. En medio de una pandemia lo único que tenía que hacer este Gobierno era conseguir las vacunas, ponérselas a la gente. No hizo ni una cosa ni la otra. Y además de no hacer eso muchos de sus funcionarios se robaron las vacunas que les correspondían a otros. Hicieron todo lo posible por una decisión estúpida, burocrática, y con una carga ideológica tremenda, obturaron un contrato que le podría haber salvado la vida a miles y miles de argentinos. Lo veo con mucha tristeza, como lo ve la mayoría de la gente. Con una parte de los argentinos convencidos y siguiendo, como si fueran una secta, a una parte del oficialismo sin que le entre una bala y sin discutir nada. Con más pobreza. Con más desocupación. Con los salarios atrasados, como hace mucho tiempo en Argentina no estaban. Con mucha bronca contenida por parte de la gente. Tristeza, frustración, enojo, sin querer escuchar. Un proceso absolutamente inédito en Argentina, ni siquiera comparable con 1989/1990, que fue la híper inflación y cuando hubo mucha desesperación y frustración, o en diciembre del 2001, que había mucha bronca, mucha tristeza, mucha impotencia, pero que después de un tiempo se vio el horizonte. Lo veo con muchísima preocupación.
—¿Lo ve más difícil que el 2001?
—Sí. Distinto y más difícil. No quiero llamar a ninguna desobediencia civil ni ningún estallido social, pero veo que hay mucha bronca contenida. Y desde el Estado y el Gobierno, desde el poder, en vez de calmar, en vez de tranquilizar, en vez de decir “me equivoqué, estoy dispuesto a pagar por los errores o los eventuales delitos que cometí”, veo a un Presidente y una Vicepresidenta, a Máximo Kirchner y a Axel Kicillof, gritándole a la gente todo el tiempo. Veo distancia entre los que mandan y la sociedad, una falta de empatía, una ecpatía, esa es la palabra. Es decir, la brecha que separa a los dirigentes del ciudadano de a pie y de la sociedad, es de mucha distancia. Después está también el núcleo duro, una especie de secta que sigue religiosamente a Cristina y que por ahí se tragan dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, miles de sapos de Alberto Fernández. Pero también comprendo por qué estamos en el lugar donde estamos.
—¿Por qué?
—Esto es hijo de una fórmula, un vínculo contra natura, entre un Presidente que cinco minutos antes de formar parte de la fórmula le decía a Cristina “esquizofrénica y cómplice del encubrimiento del atentado de Irán”. ¿Qué es contra natura? Significa algo que está fuera de la naturaleza, juntar algo que tarde o temprano se paga. Y lo pagamos nosotros. Bueno, y nosotros como sociedad tenemos que asumir también que fue eso lo que se votó. Obviamente no lo voté yo, pero mucha gente lo votó.
—¿Le ve futuro a esta fórmula?
—En el momento en que vos me estás entrevistando, un dirigente, un ministro, que es una persona que también tiene bastante sentido común, Juan Zabaleta, dice que este proyecto es un proyecto de ocho años. Yo te lo pregunto a vos y se lo pregunto a la gente, ¿te imaginás este desbarajuste, esta especie de gestión sin rumbo, seis años más?
—¿Cómo ve a la sociedad previo a las elecciones?
—Para mí hay muchas emociones y sentimientos cruzados que no se están expresando en las respuestas a los encuestadores y a las consultoras. No sé para dónde se va a disparar la rosca. Es muy probable que haya una parte fuerte de voto castigo hacia el gobierno actual, cuya campaña la hace hablando del gobierno anterior, de hace casi dos años. Es muy probable que una parte de los argentinos todavía no le terminen de perdonar al gobierno anterior que haya regresado Cristina, pero, al mismo tiempo, muchos de los que están enojados con eso son los mismos que votaron a Cristina junto con Alberto. Acá todavía seguimos contando los muertos. Y yo escucho al Presidente, a Axel Kicillof, a Cristina, a Máximo, hablando de cosas que no importan, es decir, que importan mucho menos que la vida y que la muerte. Máximo diciendo: “¿Si no podemos marcarle las pautas a un laboratorio vamos a poder marcarle las pautas al Fondo Monetario Internacional?”. Yo creo que está fuera de foco. El oficialismo está tan imbuido en la rosca de poder, quizás dirigentes de la oposición también lo estén, se nota menos obviamente, que no se dan cuenta lo que le está pasando a la gente.
—¿Qué cree que es lo que más le molesta a la gente del Gobierno? ¿Cuál fue la gota que rebalsó el vaso?
—La mentira.
—¿Cuál fue la mayor?
—Para mí la foto y el video del Presidente y de Fabiola en su cumpleaños en Olivos. Eso rompió algo, rompió algo muy profundo entre el poder, el gobierno y la sociedad. Y creo que lo rompió incluso en el núcleo duro del Frente de Todos. Porque les dijiste todo el tiempo, y les hiciste militar a favor del “quedate en casa, de cuidado con el bicho, y vos: atorrante, idiota, sinvergüenza, ni se te ocurra agarrar la tabla de surf, jugar al golf, mezclar al bichito con la pelotita de tenis, y los runners, y te persigo, y el gobernador levantando el dedo, y Carlos Bianco diciendo acá acabamos de ponerle la multa a un atorrante”, ¿y después hicieron todo lo contrario? Cuando vos tenés más de 110.000 muertos es porque se murió un amigo tuyo, un amigo mío, un pariente mío, mi mamá, el tío, mi papá. Y se pasaron de rosca… Vos me podés decir “che, no, la ideología, el Fondo Monetario, el endeudamiento, Macri gato, Macri y los poderosos, y las tarifas”. Un poquitito me podés confundir, pero cuando te metiste con la vida, con la muerte, les dijiste lo que tenían que hacer y vos hiciste lo contrario, ahí se rompió algo muy fuerte, lo saquen de la campaña días antes de las elecciones o no.
—¿Cómo lo ve a Alberto Fernández hoy?
—El Presidente ha cambiado su palabra y ha mentido infinidad de veces. Yo insisto con que es una fórmula contra natura, porque cuando a Alberto le iba bien y él hacía lo que creía que tenía que hacer, ahí nomás, le metieron Vicentín, detrás de Vicentín le metieron otra cosa. No lo dejaron gobernar. No lo pongo en el lugar de víctima, él sabía a lo que se enfrentaba. Y como dice Kovadloff: “Cristina sabía a quién elegía, a alguien que podía cambiar una y otra vez sus convicciones, su palabra”. Yo lo veo mal, lo veo complicado. Vos podés hacer eso en la vida y tendrás que juntarte o tendrás que hablar con tu psicoanalista, con tus amigos, con tus parientes, y ver después cómo seguís la vida. Cuando vos manejás un país no se puede mentir cada cinco minutos. No se puede cambiar de opinión cada cinco minutos. La palabra de un Presidente pone en juego muchas cosas, la deuda externa, nos pone en juego a todos nosotros.
— ¿Qué piensa de la imputación al Presidente?
— Que es gravísimo. Y que no lo debemos naturalizar. Pongámoslo en contexto: se trata del primer presidente imputado en medio de la pandemia, por violar el principal decreto, con fuerza de ley, que él mismo implementó para evitar la propagación del virus. El mismo Presidente que llamó idiotas, imbéciles, dijo que las fuerzas de seguridad les iba a caer con todo el peso de su autoridad. Hay cerca de 50 mil argentinos imputados, una buena parte de ellos con sus autos secuestrados y con unos cuantos presos y que fueron castigados y hasta torturados por haber sido acusados o sospechados de violar las mismas normas. No se trata solo de una foto o un video. Es mucho más que eso. Es un acto inmoral. Y, como si esto fuera poco, el Presidente le presenta al juzgado un escrito de 36 fojas que parece un chiste, diciendo que él no tuvo intención de propagar el virus. Sarita, la de la reposera, tampoco. El remero, tampoco. Maru Botana, tampoco y, sin embargo, le quieren aplicar una multa de más de 4 millones de pesos por no haber hecho el aislamiento en un hotel y sí en su casa. Es decir, 8 veces más de lo que el Presidente ofrece para resarcir su delito, que dice que no fue tal. A propósito. El Presidente debe pagar lo que decida la justicia, no lo que se le ocurra a él. Ese gesto, incluso, evidencia un desprecio por la división de poderes, y confirma la idea de que es parte de una casta de dirigentes que se considera intocable.
—¿Y qué piensa del apoyo a la docente Laura Redetich?
— ¿Qué le pasa al Presidente? Lo pregunto de verdad. Decir que lo que hizo esa docente es brillante, es una invitación al debate, puede significar dos cosas: que nos toma a todos de tontos o que necesita un descanso urgente, que incluya una especie de llamado a silencio hasta que se recupere. Lo que declaró es como legitimar el adoctrinamiento generalizado en todas las aulas del país y convalidar la violencia de sus argumentos, de su comunicación no verbal y del pensamiento único. Se está comportando como un individuo inmoral, violento y dañino. Algo le pasó a la cabeza de Alberto Fernández el día en que Cristina le ofreció ser candidato a presidente de la Nación. Algo muy repentino, que le impidió entender y prever en donde se metía. Él mismo, en declaraciones públicas, fue reconociendo que nunca lo pensó, porque no era su proyecto ni su ambición, porque, quizá, no le daba la talla. Si a esa primer impacto psicológico le sumamos el de ejercer como presidente al mismo tiempo en que aparece sometido, repito, sometido, por la autoridad y la prepotencia de Cristina, la combinación es, de verdad, explosiva, y para mal. Y hay que agregarle lo que significa gobernar en el medio de la pandemia. Porque ni bien fue declarada en la Argentina, su imagen subió en la categoría, que él mismo llamaba, cuando era jefe de Gabinete, “porcentaje de dioses, o personas sobrenaturales”. Pero lo más peligroso de todo, no es que se contradiga a cada instante y cometa un error tras otros. Lo más peligroso es el daño que le está haciendo a la Argentina. Porque la fórmula de Alberto y Cristina fue una idea brillante para ganar las elecciones, pero es la peor herramienta para el crecimiento del país.
—¿Qué opina de la primera dama, Fabiola Yáñez?
—No tengo opinión sobre ella y no me parece tan relevante opinar acerca de ella. Sí sobre los hechos. Acá hay un problema: la falta de comprensión de la realidad. Cuando el Presidente dijo: “En realidad mi problema es que yo soy el Presidente, pero no me muevo como un Presidente, me muevo como un ciudadano”. Se quedó con la frase de Kirchner, linda para los discursos de campaña o para la inauguración del ciclo lectivo cuando asumió la presidencia, “soy un hombre común en el medio de una situación extraordinaria” o “que voy a tener que tomar decisiones extraordinarias”. El presidente es el presidente, y cuando vos sos presidente lo sos las 24 horas. Yo te diría que aún en nuestro laburo, que es privado, pero que tiene una mirada pública y de audiencia pública, somos periodistas las 24 horas. Cada vez que me muevo por la calle, voy a comprar algo y me subo a la bicicleta, no dicen “ahora le voy a hablar al Majul ciudadano, al vecino”, es como si yo estuviera en la televisión siempre. Y eso lo tengo que aceptar. Ese discurso demagógico… le decías a la gente que se cuidara, que no saliera, que no se juntara. Él decía que iban a venir con la fuerza pública, y después hacía todo lo contrario. Primero lo negó. Después lo tuvo que admitir. Después de que lo admitió no asumió la responsabilidad, es decir, presentarse ante la Justicia y que la Justicia lo condene. Eso es asumir la responsabilidad.
—¿Qué opinión tiene acerca de los movimientos sociales, en especial en tiempo de elecciones?
—Hay 21 millones de personas que reciben algún tipo de plan social. Cuentan con el temor de que si no los votan a ellos les van a quitar el plan, el cheque, el subsidio. Tienen un aparatazo y una burocracia enorme, que ni siquiera estuvo ausente durante el gobierno de Macri. De hecho, el gobierno de Macri estaba copado por la burocracia de La Cámpora y el kirchnerismo. Todo eso se va a traducir en votos. Por eso tienen, todavía, una estructura muy importante y por eso no me atrevería a decirte que vayan a perder en la provincia de Buenos Aires.
—¿Cree que los beneficiarios son rehenes de los planes?
—Sí, rehenes. Y esa es la peor manera de hacer política para mí. Porque no es por convicción ni por ideales. ¿Qué es La Cámpora? ¿Es una organización revolucionaria? No, es una organización con chequera. Con la chequera de las cajas de la política. De cajas negras o blancas, de enormes estructuras como YPF, el PAMI. Eso es. Por eso están todos re podridos por adentro. Qué sueño de revolución, qué mística, qué ofrecen como búsqueda. El único ideal es el cheque. Ya no hay más militancia pura, que busca un ideal. Eso no existe más. Y cuando se empiecen a revisar las chequeras y los bienes de los chicos grandes de La Cámpora, cuando en algún momento los empiecen a investigar vos vas a ver que están lejos del sueño militante, del pibe que pinta paredes y de usar la palabra “militante” como si fuera lo más revolucionario del mundo.
—¿A quién ve como líder de la oposición, o futuro presidenciable 2023?
—Creo que hay una grilla donde hoy aparece Horacio Rodríguez Larreta, pero también están Alfredo Cornejo, Gerardo Morales, el propio Macri, Vidal, Martín Lousteau… Plantear quién puede ser el líder de la oposición en el 2023 es como…
—¿Pero a quién ve con mayor potencial?
—No creo que esté claro, ni yo tampoco lo tengo claro. Veo que Horacio Rodríguez Larreta empezó primero y está trabajando en eso. Lo conozco hace muchos años y ya en el año 2001 decía que quería ser presidente. Yo me le reía en la cara, le decía que me parecía que estaba un poquitito apurado. Él hace mucho tiempo que se está preparando para eso, si lo va a lograr no lo sé, porque la Argentina, en cinco minutos, un hecho mínimo, un cisne negro, verde, blanco, amarillo, tricolor, te puede hacer pelota la carrera.
—Si alguien le regalara una caja con todas las cosas que perdió en su vida, ¿qué sería lo primero que buscaría?
—Un poquito más de tiempo para mis hijos. No tanto, un poquito más de tiempo de calidad para mis hijos. No lo digo con culpa, porque tampoco he sido un padre ausente. Y un poquito de tiempo más para mí, que también lo he postergado.
—Y si en la caja estuvieran todos los momentos de su vida, ¿qué momento elegiría para volver a vivir?
—El momento del nacimiento de mis hijos. Un momento pleno de emoción y de felicidad. Inmediatamente después de nacer bañé a mi hijo y estuve, eso es inolvidable. Ayudé, con la energía que me proponían, a que saliera mi segunda hija. Todos los partos tienen mínimas dificultades, ese parto la tuvo, y el médico me decía que yo tenía que instar a la mamá a decirle que ya estaba saliendo. Porque tuvo una vuelta de cordón. Es un momento de mucha tensión, pero no hay nada comparable con el momento en el que nació, ni un viaje a la luna, no hay nada comparable con eso para mí.
—¿Cuál de todos sus proyectos lo entusiasma más?
—El que más me entusiasma hoy en día es la 107.9 FM Radio Berlín. No porque no le ponga lo que le tengo que poner a todos mis otros programas, sino porque hoy necesita todos mis sentidos puestos ahí. Tengo que elegir música e ir toqueteando, en el buen sentido, a cada uno de los programas, porque recién empieza y porque me conecta con algo que me gusta mucho, que es la música.
—Si lo pusiera ahora en el rol de operador de radio. ¿Con qué canción musicalizaría a Alberto Fernández?
—Lo calificaría con Cambalache, pero cantado por Andrés Calamaro.
—¿Y a Cristina?
—A la Vicepresidenta con la canción de los Cadillacs que se llama Mal bicho.
—A principios de año lo entrevisté y Voces era un proyecto. Hoy es uno de los programas de debate político con mayor audiencia en el prime time diario. ¿Cómo lo vive?
—Yo tengo que agradecer en La Nación a dos personas, una es Fernández Saguier, a quien conozco hace muchos años, me considero su amigo y es un placer trabajar con él, porque es la síntesis perfecta de libertad para trabajar, y responsabilidad. Y la otra es Juan Cruz Ávila, que para mí es la persona que más sabe, tanto sobre señales de noticias como de deportes. Y yo te tengo que decir que me gustó mucho haber contribuido para que muchísima gente que estaba en otros lugares, viniera a La Nación. La mayoría son amigos, los he llamado una y otra vez para convencerlos de que era el mejor lugar donde podían trabajar. Sí me siento contento de poder haber logrado, de poder trabajar con ellos, de ser un equipo. Sentía que esa masa crítica se necesitaba.
—¿Le costó mucho el cambio?
—Sí, claro. Todavía me sigue costando. Hay una dinámica que en Voces implica escuchar mucho más de lo que pregunto o de lo que digo o de lo que pienso. Y cada vez me estoy sintiendo más cómodo con eso. Yo tenía miedo que con Voces no se aceptara mi nuevo rol, pero lo aceptan. Y de hecho cuando vuelvo, cuando me salgo del lugar del armador, que deja jugar a otros, la audiencia me lo hace saber. Yo me divierto y lo recibo bien.
Ping Pong
—¿Cuál fue el mejor presidente que tuvo?
—Para mí los dos primeros años de Néstor Kirchner fueron, quizás, de los mejores de la democracia. Y los primeros años de Alfonsín también, porque era toda la primavera y la potencia democrática. Lo pondría ahí.
—¿Sergio Massa o Máximo Kirchner?
—Ninguno de los dos.
—¿Facundo Manes o Diego Santilli?
—Que se terminen de arreglar ellos mismos.
—¿Alberto Fernández o Cristina Kirchner?
—Para mí, de alguna manera, con diferentes personalidades, los dos representan lo mismo.
—¿Patricia Bullrich o María Eugenia Vidal?
—También, que se arreglen entre ellas. Estaría bueno que se empiecen a complementar.
—¿Gustavo Sylvestre o Víctor Hugo Morales?
—¿Quién, quiénes? Esa sería la pregunta, ¿quiénes?
—¿Marcelo Longobardi o Jorge Lanata?
—Los dos.
—¿Luciana Geuna o Cristina Pérez?
— No quiero ser mal educado. Como laburo mucho no tengo un seguimiento preciso de algunos de mis colegas. Yo aprendí que, si bien me tengo que fijar en todos los programas, lo mejor que puede hacer uno es concentrarse en lo de uno. Quizás tengo una mirada profesional o no, pero me gusta el lugar donde se para Cristina Pérez, me parece valiente y corajudo.
—¿Andy Kusnetzoff o Juana Viale?
—Tampoco me da el tiempo para seguirlos.
—¿Con cuánto dinero en efectivo sale por día?
—Dos lucas. Por ahí un poquitito más.
—¿Cuánto paga de luz?
—En mi casa no tengo la cifra exacta, pero deberíamos pagar más de luz porque en Palermo el consumo de luz está subsidiado. Así que te podría decir que menos de lo que debería.
—¿Cuánto paga de expensas?
—Sé lo que pago, pero no quiero decirlo, para mí pago mucho.
—¿Cuánto sale el subte?
—El subte sale, creo, actualizado a hoy, 18 pesos.
—¿Cuánto sale el colectivo?
—Depende las secciones, pero parte de 18 pesos, sin la tarifa social, hasta los 21 o 22 pesos, una cosa así.
—¿La Argentina es?
—La Argentina es un país malogrado que debería empezar a convertirse en un país en serio.
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