Opinión

La primera fisura entre Alberto Fernández. y Sergio Massa

Miércoles 09 de Octubre de 2019

La primera fisura entre Alberto Fernández. y Sergio Massa

Por Eduardo van der Kooy

La crisis en Venezuela, con sus derivaciones regionales, ha puesto otra vez en superficie las diferencias de discurso que imperan en el territorio irregular de peronistas y kirchneristas encolumnados detrás de la fórmula que encabezan Alberto y Cristina Fernández. Sólo que en esta oportunidad resultó posible rescatar una llamativa novedad: la fisura verbal pública no sucedió –como es frecuente- entre el candidato y los ultras. El contrapunto, con seguridad involuntario, tuvo de protagonista a Sergio Massa. Una de las vigas políticas internas con que cuenta Alberto F.

Hace pocos días el candidato K anunció que de llegar a la Casa Rosada su idea sería abandonar el Grupo Lima. Se trata de una organización multilateral creada en 2017 para hacer un seguimiento de la crisis en Venezuela. También, para intentar la búsqueda de una salida pacífica en la nación caribeña. Los países líderes son Brasil, la Argentina y Colombia. Secundados por El Salvador, Guatemala, Paraguay y Perú.

El grupo, precisamente, se activó en las últimas horas a instancias de Jair Bolsonaro y Mauricio Macri a raíz de los graves sucesos por los que atraviesa Ecuador. Denunciaron la presunta injerencia del régimen de Nicolás Maduro en los desórdenes callejeros. Avalaron también las sospechas del mandatario ecuatoriano, acerca de una intervención solapada en la crisis del ex presidente Rafael Correa. De hecho, éste formuló ya un pedido público de adelantamiento electoral.

Casi en simultáneo, durante la misión que realiza en Estados Unidos por solicitud del candidato K, Massa declaró que “no reconocer lo que pasa en Venezuela es ser cómplice”. El aspirante a la primera diputación por Buenos Aires habló en el Woodrow Wilson Center de Washington. Enmarcó aquellas opiniones en su gestión para transmitir confianza y previsibilidad a los inversores extranjeros.

“Nuestra posición es muy clara”, subrayó. “Cuando Alberto remite al informe Bachelet, que habla de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, está describiendo una dictadura. Y ese es nuestro pensamiento”, sentenció. Parece claro que Massa dio en la ocasión una vuelta de tuerca a la postura de Alberto F. El candidato se ha cuidado siempre de utilizar aquel calificativo para aludir al régimen de Caracas. Menciona la existencia de un gobierno democrático –porque surgió de una votación- con desviaciones autoritarias.

Adscribe, en ese sentido, a las posturas que mantienen Uruguay, de Tabaré Vázquez, y México, de Manuel López Obrador. Aunque la cuestión disparó hace poco un debate, todavía no cerrado, en el propio Frente Amplio que el 27 de octubre jugará la posibilidad de su cuarto mandato consecutivo. La discusión nació después de una confesión del ex presidente José Mujica, que representa el ala dura de aquella alianza. “Ya no se puede andar con vueltas. La de Maduro es una dictadura”, señaló el ex líder de los Tupamaros.

Alberto F. quedó en su momento impactado por el informe Bachelet. La ex presidenta de Chile lo redactó como Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. ¿Qué dijo ese trabajo? Que las llamadas Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), organización paraestatal creada por Maduro, sembraron la tortura y el asesinato en la nación del Caribe.

La cifra más estremecedora señala la ejecución de 5.287 personas por parte de las FAES durante 2018. Amén de otras 1.569 muertes más en los primeros cinco meses de este año. Describe la crisis humanitaria que mata de hambre Y una fuga del país de más de 4 millones de ciudadanos diseminados por Europa, EE.UU., y el Cono Sur.

Después del informe Bachelet, el candidato K mantuvo un diálogo con Cristina para tratar de morigerar las opiniones en defensa de Venezuela. De hecho sucedió. La tropa kirchnerista guarda silencio. La misma ex presidenta deslizó una referencia crítica a la situación en Caracas. Pero Alberto F. habría hecho también sus concesiones para no poner en riesgo el precario equilibrio interno. Ser cauto con sus expresiones. De allí el contraste evidente con lo que dijo Massa.

El cuidado con Caracas, a diferencia de otros tiempos, no tendría ahora para Cristina y el kirchnerismo fundamentos geopolíticos. Existe un caso delicado y puntual. Se trata de la enfermedad de Florencia Kirchner, la hija de la ex mandataria, que desde el verano se encuentra, por enfermedad, refugiada en La Habana. De allí retornará este jueves Cristina luego de otra de sus frecuentes visitas.

Florencia está siendo tratada por una combinación de trastornos físicos y psicológicos. Pero tiene además protección política debido a su situación judicial en la Argentina. Afronta dos causas, “Los Sauces” y “Hotesur” en las cuales está procesada, igual que su madre y su hermano, Máximo, por sospechas de lavado de dinero. El vínculo entre esa enfermedad y la crisis en Caracas es transparente: Cuba es el principal sostén que posee Maduro en la región. También lo apoya Irán. Hace dos semanas fue recibido en Moscú por Vladimir Putin. El líder ruso le dio apoyo público. Hacia el interior del Kremlin habría comenzado a analizar la posibilidad de destrabar el conflicto venezolano. Sacrificando, a lo mejor, la figura de Maduro aunque sin resignar la influencia rusa.

El problema para Alberto F. sería que la situación en Venezuela y su postura moderada complicaría las negociaciones que ensaya en el exterior –ahora por intermedio de Massa- sobre la deuda. El embajador de Estados Unidos, Edward Prado, cuestionó la insinuación del candidato K de que la Argentina abandone en el futuro –si triunfa en octubre- el Grupo Lima. El ex juez de Texas declaró que su país admira “el liderazgo moral de Argentina con Venezuela”. Realzó incluso el comportamiento de Macri.

La postura del embajador fue similar a la que Massa recogió en su recorrida por Estados Unidos. En el Departamento de Estado el candidato a diputado se llevó buena impresión por la aparente disposición para ayudar a la Argentina a buscar una salida a su encrucijada económica. Le quedó claro, sin embargo, que para que ello ocurra no deberían continuar las ambigüedades por Venezuela. Eso explicaría por qué razón Massa elevó su tono.

Alberto F. está analizando propuestas para refinanciar la deuda. Por ahora sólo hace hincapié en la necesidad de alargar los plazos de pago. Como hizo Uruguay luego de la crisis del 2001. Pero las tratativas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) quizás no progresen sin un aval expreso de Donald Trump. El mismo que recibió Macri para el endeudamiento después que se cerraron en 2018 las puertas de los mercados.

Alberto F. estaría prestando atención también a otro flanco. La nueva conducción del FMI, tras la salida de la francesa Christine Lagarde. Su reemplazante, la búlgara Kristalina Georgieva, dio en las últimas horas alguna pista. No mencionó específicamente a la Argentina, aunque al referirse a los países con situaciones financiera apremiantes admitió que “es difícil, duro para la gente, pero siempre tenemos que pensar qué pasaría si el Fondo no estuviera allí, cuál sería la situación de economías completamente quebradas, sin ninguna esperanza de reconstrucción”.

Georgieva asomó, en ese aspecto, menos condescendiente que el embajador Prado. El diplomático sostuvo que los lazos de Washington con nuestro país “no están sujetos a ningún candidato o persona en particular”. Una buena noticia para Alberto F., con una contracara: ninguna concesión con Venezuela.