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Sin salida del cepo hasta 2025, el Gobierno se juega todo a derrumbar la inflación y llevarla al 2% mensual
Nacionales
La “tercera etapa” del plan es difusa tanto en sus objetivos como en el momento de inicio, lo que alarga los tiempos para una normalización cambiaria. Las buenas noticias llegarían por el lado de una mayor desaceleración de precios.
Domingo 30 de Junio de 2024
08:35 | Domingo 30 de Junio de 2024 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
La conferencia de prensa del viernes del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el presidente del Central, Santiago Bausili, despertó fuertes expectativas ni bien se anunció, el viernes pasado el mediodía. Y si bien habrá que esperar hasta el lunes para conocer la reacción de los mercados, lo más probable es que se prolongue la apatía de las últimas semanas. La expectativa entre los inversores continúan, pero está claro que ya hace algún tiempo terminó la luna de miel con el nuevo gobierno.
Sin embargo, la deuda no desaparece, solo que en vez de estar en cabeza del BCRA pasa al Tesoro. Puesto de otro modo, los bancos serán ahora acreedores del Gobierno y ya no más del BCRA. De por sí esto implica un mayor riesgo para las entidades: basta recordar el “reperfilamiento” de deuda en pesos que realizó el Tesoro en 2019, producto de la corrida cambiaria que se desató tras el triunfo de Alberto Fernández.
Tanto Bausili como Caputo reconocieron indirectamente ese mayor riesgo, cuando afirmaron que este cambio de deudor obligaba al Gobierno a comprometer un mayor superávit fiscal que el actual. La razón es que ahora debe pagar más intereses de la deuda que antes.
No hubo novedad alguna en relación a la política cambiaria: se mantiene el “crawling peg” del 2% sobre el dólar oficial y sigue el “dólar blend” para los exportadores.
¿Y el cepo cambiario? Quedó claro que goza de “buena salud”. Su levantamiento queda para una “tercera etapa”, la cual no tiene fecha de implementación. Solo se explicó vagamente que será cuando el país recupere “el camino del crecimiento”.
Fueron demasiadas imprecisiones, algo que seguramente no tendrá un buen impacto en Wall Street. La principal preocupación que tienen los inversores sobre Argentina no es la emisión monetaria ni el crecimiento, sino la capacidad de repago de la deuda. Por supuesto que el superávit fiscal es fundamental para hacer frente a los futuros vencimientos, pero en igual de importancia está el fortalecimiento de las reservas. Y en ese campo las noticias no son del todo buenas.
Tras haber caído a un nivel negativo de 10.000 millones de dólares, las reservas netas ahora son neutras. Eso fue producto de compras récord del Central por más de USD 17.000 millones en los primeros meses de gestión de Javier Milei. Ese proceso, sin embargo parece agotado. En junio el BCRA terminó con un leve saldo vendedor.
En julio habrá que enfrentar pagos por casi USD 3.000 millones y las reservas caerían por alrededor de USD 2.000 millones (una parte de la deuda está en manos del sector público). Pero además, es probable que el Central continúe sin comprar a pesar del superávit comercial.
Como el 20% que liquidan los exportadores va al contado con liquidación, son divisas que no puede comprar el BCRA. La elección de Caputo en este caso es clara: prefiere mantener a los dólares financieros bajo control que acumular más reservas, al menos en los próximos meses.
Si no aumentan las reservas se aleja en el tiempo la posibilidad de salir del cepo cambiario, lo cual repercute negativamente en el riesgo país. Tras la sanción de la ley de Bases y el paquete fiscal, los bonos continuaron de capa caída y el riesgo país superó los 1.450 puntos básicos. Todavía Argentina está muy lejos de regresar a los mercados financieros para refinanciar la deuda que vence, como hacen casi todos los países.
Tampoco hubo novedades respecto al inicio de la negociación de un nuevo acuerdo con el FMI. Se sigue repitiendo, sin demasiado convencimiento, que sería muy favorable contar con un desembolso del organismo para fortalecer las reservas. Pero luce improbable que esto vaya a suceder en 2024, mucho menos en medio del proceso electoral norteamericano.
Sin novedades ni buenas noticias concretas para dar en el frente cambiario, la mayor apuesta del equipo económico es profundizar la baja de la inflación. La decisión de Caputo de postergar nuevas subas en las tarifas de luz y gas así lo confirman. Tampoco se aplica el aumento a los combustibles que se había estipulado para julio.
Sin embargo, el mes que arranca mañana suele tener cierta estacionalidad por vacaciones de invierno, además se aguardan nuevas subas en prepagas y seguramente habrá un impacto por la desregulación en las tarifas de Internet y telefonía celular.
Aunque en junio el índice se ubicaría por encima del 5%, se trataría de un rebote transitorio. Las consultoras privadas están midiendo una fuerte desaceleración en consumo masivo. La medición de Econviews para la cuarta semana del mes arrojó una caída de precios de 0,1% y la semana anterior había arrojado 0%. Para Econométrica el IPC de Alimentos y Bebidas fue de solo 3% en junio, aunque la inflación general llegaría a 5,2 por ciento.
El BCRA ya habría eliminado así dos canillas de emisión monetaria: el financiamiento del déficit fiscal y la remuneración de pasivos (ya que ahora estarán en cabeza del Tesoro). Si ahora deja de comprar dólares (aún por motivos puntuales) tampoco habrá emisión monetaria por esa razón.
Con “emisión cero”, tarifas quietas y la expectativa de una reducción del impuesto PAIS que abaratará las importaciones, las probabilidades de un derrumbe mayor de la inflación son elevadas.Caputo cree posible confluir en los próximos meses a una inflación del 2% mensual, el ritmo del "crawling" del dólar oficial
Si bien tanto el FMI como el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) estiman que prácticamente hasta fin de año el índice se moverá en el rango de 4% a 5% mensual, el objetivo de Caputo sería diferente. El ministro cree que es posible confluir a niveles del 2%, es decir equiparar o acercarse lo más posible en los próximos meses al ajuste mensual del dólar oficial.
Esta posible caída adicional de la inflación posiblemente ayudaría a mantener los altos niveles de aceptación que conserva Javier Milei. Pero además aceleraría el ritmo de recuperación de los salarios, que ya desde marzo empezaron a recuperar poder de compra (por ahora tímidamente).
Aunque suene contradictorio ,la decisión de Caputo de postergar la salida del cepo para “no tomar riesgos” también podría resultar arriesgada. El propio ministro reconoció el viernes que no liberar las restricciones cambiarias juega en contra de recuperar el crecimiento.
No debe descartarse que el Gobierno en algún momento, quizás en el verano próximo, se vea obligado a tomar una decisión complicada: apurar la salida del cepo apostando a un mayor ingreso de dólares, la salida de la recesión y el regreso a los mercados financieros
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