Funcionarios y expertos internacionales expresan dudas sobre la destrucción total de la infraestructura atómica del régimen de Teherán, lo que genera riesgo de otro choque directo con Israel. La supervisión internacional es necesaria para evitarlo
18:10 | Lunes 10 de Noviembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Estados Unidos ha asegurado públicamente que sus recientes bombardeos “obliteraron” el programa de enriquecimiento nuclear de Irán, pero el convencimiento en torno a ese logro se ha ido erosionando tanto entre funcionarios de la región como entre analistas occidentales, quienes observan con creciente inquietud las señales de un inminente estallido bélico entre Israel e Irán. Según The New York Times, la expiración del acuerdo de 2015 que limitaba las actividades nucleares iraníes, la restauración de sanciones y el colapso de las negociaciones han generado un escenario de máxima incertidumbre. Las autoridades iraníes aseguran que su arsenal de uranio altamente enriquecido —suficiente para la producción de once armas nucleares— yace sepultado bajo escombros; en contraste, los responsables israelíes sospechan que parte del material fue trasladado a un lugar seguro.
En medio de este clima de desconfianza, el gobierno iraní persiste en la construcción de una nueva instalación conocida como Pickaxe Mountain. De acuerdo a lo reportado por The New York Times, las autoridades han cerrado el acceso a los inspectores internacionales a ese y otros sitios susceptibles de albergar actividades nucleares no declaradas. El resultado es un estancamiento peligroso: sin negociaciones en curso, con total opacidad sobre el inventario nuclear iraní y sin supervisión independiente, el temor a un nuevo ataque israelí adquiere visos de fatalidad, especialmente a la luz de la postura israelí de considerar el desarrollo nuclear iraní una cuestión existencial.
La perspectiva de un nuevo conflicto armado aparece aún más sombría después de que Ali Vaez, director del proyecto Irán en International Crisis Group, advirtiera a The New York Times que las fuerzas iraníes planean responder a una eventual ofensiva israelí con una intensidad “mucho menos contenida” que en el pasado. Vaez sostuvo que representantes iraníes le informaron que “las fábricas de misiles funcionan sin pausa” y, en caso de guerra, “aspiran a lanzar dos mil misiles en simultáneo para desbordar las defensas israelíes, en lugar de 500 durante doce días” como ocurrió en junio. Si bien no existen indicios de un ataque inmediato, la sensación dominante, señala Vaez, es que “Israel considera que no ha terminado el trabajo y que reanudará el conflicto cuando lo estime conveniente, mientras Irán refuerza sus preparativos para la siguiente ronda”.
Irán mantiene suficiente uranio enriquecido
Irán mantiene suficiente uranio enriquecido para fabricar hasta once armas nucleares, según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (REUTERS/ARCHIVO)
La capacidad de negociación de Irán se encuentra reducida a su punto más bajo en décadas. Según el propio análisis de The New York Times, la creciente influencia de potencias árabes como Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos en Washington responde tanto a su robusto entramado económico como a su disposición para colaborar con Estados Unidos en la búsqueda de un acuerdo duradero para la guerra en Gaza. Tras la caída del gobierno de Assad el año pasado, el flamante presidente sirio viajará próximamente a la Casa Blanca con la expectativa de obtener respaldo estadounidense, rompiendo así la histórica alianza entre Damasco y Teherán.
A pesar de la debilidad iraní, los líderes árabes mantienen, según Sanam Vakil de Chatham House, una posición calculada orientada a proteger sus propios lazos con la república islámica y frenar el riesgo de un nuevo choque regional de grandes proporciones. Vakil recalcó a The New York Times que reconocen la habilidad iraní para generar inestabilidad a través de sus fuerzas armadas y de proxies distribuidos en Líbano, Irak, Yemen y el Golfo Pérsico, lo que alimenta su cautela a la hora de presionar excesivamente a Teherán.
La percepción de una Irán debilitada no necesariamente la vuelve menos riesgosa. "Irán es más vulnerable que en cualquier momento desde la invasión estadounidense a Irak, pero no lo suficiente como para volverse irrelevante“, advirtió Suzanne Maloney, directora del programa de política exterior en Brookings Institution, a The New York Times. En ese sentido, los estadistas del Golfo perciben a este Irán, urgido de apoyo, como un actor tal vez más propenso a decisiones peligrosas guiadas por la desesperación.
Estados Unidos afirma haber destruido
Estados Unidos afirma haber destruido el programa nuclear de Irán, pero expertos y funcionarios dudan de la efectividad de los bombardeos (REUTERS/ARCHIVO)
El temor israelí a un Irán resurgente alimenta la retórica de nuevos ataques preventivos en caso de que se detecte cualquier avance significativo hacia la obtención de armamento nuclear, objetivo que Teherán niega rotundamente. Analistas como H.A. Hellyer, de Center for American Progress y Royal United Services Institute, sostienen en The New York Times que las operaciones pasadas han mermado la infraestructura nuclear iraní sin erradicarla, lo que alimenta la determinación israelí de recurrir a la fuerza si fracasan los mecanismos diplomáticos.
En paralelo, los Estados árabes buscan contener la ambición israelí de hegemonía regional tras la devastación ocasionada en Gaza, Hamas y Hezbollah, promoviendo eventuales negociaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos, aunque la esperanza de éxito es escasa. En tanto, el líder supremo Ali Khamenei pronunció un discurso con motivo del aniversario de la toma de la embajada estadounidense en Teherán, sentenciando que “la naturaleza arrogante de Estados Unidos no admite más que la rendición”, en aparente bloqueo a cualquier acercamiento con Washington.
En la misma línea, el canciller iraní Abbas Araghchi declaró recientemente que las condiciones propuestas por Estados Unidos —incluyendo negociaciones directas y un cese verificable del enriquecimiento de uranio— resultan “inaceptables e imposibles”. Si bien reiteró la disposición de Irán para participar en conversaciones indirectas, estas dependen de la garantía de ausencia de nuevos ataques militares o presiones económicas, así como compensaciones por daños de guerra, requisitos que la Casa Blanca descarta por completo. Araghchi, entrevistado por Al Jazeera, advirtió a Israel sobre “graves consecuencias” ante cualquier eventual agresión.
La opacidad que mantiene el
La opacidad que mantiene el régimen de Irán sobre su programa nuclear sigue siendo una preocupación para la Agencia Internacional de Energía Atómica (REUTERS/ARCHIVO)
Ante este bloqueo diplomático, el debate en Teherán oscila entre la búsqueda de un acuerdo pragmático con la administración Trump —impulsado por quienes subrayan la crisis económica y el hastío popular— y la apuesta por la confrontación abierta, alimentada por la desconfianza hacia un Estados Unidos que, tras el colapso del pacto nuclear de 2015, optó por la vía militar. Ambas corrientes, afirma Vaez en The New York Times, coinciden en la necesidad de prepararse para una nueva guerra con Israel, aspirando a revertir por completo la percepción de debilidad nacional.
Mientras tanto, Rafael Grossi, director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, reportó a The Financial Times que buena parte del arsenal nuclear iraní sobrevivió al conflicto, aunque la ausencia de inspecciones impide conocer su estado real. Calculó que Irán conservaría alrededor de 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60%, porcentaje cercano al de uso militar.
La atención de los gobiernos árabes hoy se concentra prioritariamente en Gaza, de acuerdo con Vaez. No obstante, la amenaza de un Irán nuclear subsiste; Arabia Saudita reforzó su seguridad mediante un tratado de defensa mutua con Pakistán y aspira a obtener garantías de defensa estadounidenses como las recibidas por Qatar tras el bombardeo israelí contra líderes de Hamas, acto que desató la furia de Trump.
Las sutiles diferencias en la postura regional, señaló Vakil, configuran una ventana de oportunidad para exigir a Teherán retrocesos formales en su apoyo a los grupos armados aliados. Los Estados del Golfo piensan en el largo plazo, atentos a la posibilidad de compromisos si Irán permanece aislado y debilitado, pero también prevenidos por el riesgo de que, ante un nuevo enfrentamiento con Israel, Teherán actúe con menor contención.