Farándula

Charlotte Caniggia: “¿Por qué elegí a mi familia?"

Invitada a Mi Cielo, enseguida quedará claro que todos sus caminos conducen a la familia... y no son buenos recuerods. En en este caso hablamos de mamá Mariana Nannis, papá Claudio Paul Caniggia y, por supuesto, su hermano mellizo Alex

Jueves 20 de Noviembre de 2025

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07:33 | Jueves 20 de Noviembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

La trayectoria de Charlotte Chantal Solange Caniggia Nannis ha estado marcada por una presencia constante en la televisión y los medios, consolidándose como una de las figuras más reconocidas de ese universo compuesto por los llamados personajes mediáticos. Nacida en Buenos Aires el 15 de febrero de 1993, Charlotte es hija del exfutbolista Claudio Paul Caniggia y de la modelo Mariana Nannis, y comparte la atención mediática con su hermano mellizo, el cantante y presentador Alex Caniggia.

Desde su infancia, la exposición pública fue parte de su vida. Sus primeras apariciones televisivas datan de 1998, cuando acompañó a su madre en diversos especiales. El salto a los realities fue decisivo en su carrera. En 2012, formó parte de la octava temporada de Bailando por un Sueño, lo que marcó el inicio de una serie de participaciones en formatos de telerrealidad tanto nacionales como internacionales. Su fama creciente, junto a la de Alex, los llevó a conducir entre 2017 y 2019, su propio docu-reality, MTV Caniggia Libre, emitido por MTV, donde mostraron aspectos de su vida cotidiana y su relación como hermanos mellizos.
 
Invitada a Mi Cielo, como se verá, pareciera que todos los caminos (de sus pensamientos), con 32 años, conducen a la familia. En su caso, a hablar de mamá Mariana, papá Claudio, su hermano Alex, claro, sin mencionar a su otro hermano mayor, Axel Kevin Caniggia, artista quien se ha destacado como pintor hiperrealista.
 
—Charlotte Caniggia, una capa total. ¿Conoce usted la la verificación técnica vehicular, la VTV, la que hay que hacerle a los coches usados? Bueno, acá hacemos la VTA, Verificación Técnica del Alma en este caso. Como una antesala del infinito, o un hall del Edén. En fin, hablando de tus frases recurrentes, ¿Cuáles son las preferidas?

—“Me importa tres carajos” y “¡champeing!”.

—¿Pensabas que ibas a terminar acá arriba?

—Sí, obvio. Yo soy una chica buena. Hago todo bien. Trato de no dañar a otras personas. Y creo en el karma. Todo lo que uno siembra lo cosecha. Entonces siento que hay que ser bueno en la vida.

—Perfecto. Escuchá, acá arriba tengo un amigo influyente, ¿algo malo que te gustaría borrar de tu historial?

—Sí, bueno, en la secundaria tenía un libro con una compañera -lo vimos en la película Chicas pesadas, un libro en el que critican a todo el colegio- y yo había hecho un libro igual: criticando y bardeando a todo el mundo. Y esta hija de p..., mi amiga, le sacó fotos al libro, se las mostró a todo el colegio y después todos me odiaban. C... de mierda, me mandó al frente y yo me tuve que hacer la boluda, ¿viste? Lo pasé mal. Sí, me gustaría borrar esa parte.

—Lo saco, olvidate. Un sueño frustrado de la infancia que quisieras cumplir...

—Cuando era chica quería estudiar diseño de moda. Iba a ir a un instituto muy top, pero como yo era muy rebelde -me portaba muy mal, me escapaba, hacía la mía- mi papá no me pagó el curso. Y siempre me quedé con las ganas de ser diseñadora. Me gusta mucho la moda.

—¿Hasta acá, tiempo feliz en familia?

—No, satisfecha no. Me hubiese gustado compartir mucho más con mi familia, que seamos una familia un poco más unida, que charlemos más las cosas. Pero bueno, no se pudo.

—¿Cómo viviste el amor?

—Tuve mis épocas. Tuve novios muy malos, pero por suerte ahora Dios me mandó un buen hombre, Roberto.

—¿Satisfecha o no con tu realización profesional?

—Todavía no, me gustaría tener mi propio programa, pero a la vez tengo muchas dudas...

—¿Un programa de moda?

—Sí, me gustaría entrevistar a famosos. A lo Susana, ¡quiero ser exitosa!

—Sexo: satisfecha, ¿sí, no?

—Bien, sí, sí, muy bien. Tuve una vida muy sexual.

—Hasta acá, ¿satisfecha con cómo fuiste como persona?

—¿Yo? Sí, creo que si le preguntan a todo el mundo, dirán que fui buena hija, buena novia, buena hermana. Soy una buena persona, de buen corazón.

—Seguimos, ¿cuál fue la decisión clave que tomaste para ser esta Charlotte?

—No sé, cuando yo era muy chica, y tenía una familia adinerada, obvio, pero no me daban plata. Tenía una vida de lujo pero no tenía.... efectivo, digamos. Tenía que estar pidiendo y era una paja vivir así. A los 20 años mi sueño era irme de mi casa, trabajar y tener mi propia plata para poder irme de viaje y poder comprarme lo que yo quería...

—¿Y...?

—Y me fui.

—Decisión que cambió tu vida...

—Exacto, dije “bueno, me voy”, porque siempre fui positiva. Entonces siento como que hay que tirarse a la pileta, ¿viste? Y seguir tu intuición siempre.

—Acá arriba podrás tener una pantalla gigante con pantallitas con el on demand del minuto a minuto, ¡segundo a segundo de tu vida! ¿Qué momento elegirías para revivir?

—¿Cuántos momentos puedo elegir?

—Los que vos quieras. Pero ¿cuál pondrías primero?

—Elegiría un día muy especial para mi alma, el día de mi nacimiento, poder ver la sonrisa de nuestra madre, de nuestro padre, cómo nos recibieron, creo que es un momento fundamental... Por eso me intriga mucho hacer una regresión. Regresar a esta vida, o también a vidas pasadas, y ver cómo pasaron ciertas cosas. Por ejemplo la relación con mis abuelos.

—¿Qué pregunta que nunca te animaste a hacer te harías acá en el cielo? Y te la van a contestar inmediatamente...

—Preguntaría ¿por qué yo elegí a mi familia? ¿Qué tenía que aprender de ellos?

—¿A veces te lo reprochás?

—Un montón de veces. Todos los días te diría.

—¿El tema familiar es el que más te pesa?

—Sí, me pesa un montón. Es como feo, ¿viste? Pero bueno, mi alma eligió esto para poder evolucionar. Mi alma necesitaba esta familia. Algo debo aprender.

—¿Lo trabajás el tema? Porque claramente es un tema recurrente para vos...

—Sí, voy a constelaciones, trato de sanar todo esto, es importante.

—¿Sentís que no lo vas a poder hablar nunca más con papá y mamá?

—Quizás cuando sean viejitos. Pero siento que todavía no es el momento.

—¿Sentís que no admitirían sus culpas?

—Sí. Es una generación muy distinta, entonces es muy difícil hablar. Ocultaban cosas, no se podían hablar las cosas. Ahora todo el mundo está como más abierto, pero antes no se podía hablar de nada.

—Y ya cuando te empezaste a hacer mujer y demás, ¿lo pudiste hablar con mamá?

—No.

—¿Nunca te acompañó en esa etapa?

—No, mamá era como muy distante, no tuve ese apoyo. Además, me daba mucha vergüenza...

—¿No te acompañaba al ginecólogo, por ejemplo?

—Eso me daba vergüenza. Entonces le pedí a una amiga de mamá si me podía llevar... Quizás yo cuando sea madre, obvio, voy a cambiar la historia y tratar de hablar con mi hija...

—¿Y la relación con tu papá...?

—Bueno, mi padre no está muy presente, no me llama nunca, ¿viste?

—¿Y vos a él?

—Yo lo llamo a veces, pero a veces ni contesta. Bueno, es un colgado, quizás le chupa un huevo.

—“Le chupa un huevo” es una cosa, “es un colgado” es otra cosa...

—Sí, bueno, quizás no le importa.

—¿Cómo no le va a importar su hija?

—¡Pero si a vos te importa tu hijo lo llamás! “Hola, hijo, ¿cómo va tu vida? ¿Cómo estás? ¿Nos juntamos a tomar algo?“. A mí eso no me pasa con mis padres. Nada... esto es lo que me tocó, listo.

—¿Y vos no estás en plan de que algún día suceda?

—No, ya está.

—Volviendo a tu niñez, me hablabas de tus abuelos...

—Eso sí, la que estaba siempre es mi abuela materna; esa fue como mi única imagen de abuela. Pero después, cuando crecí, no la vi más.

—Pero si pasaban cosas, ¿a quién consultabas? ¿Con quién llorabas?

—No, con nadie, sola.

—Eso te curte el temple de otra manera. Y pasás a ser mucho más dura.

—Sí, fui una niña solitaria.

—¿Te acordás de esos días de soledad?

—Sí, obvio, uno se acuerda... Sí éramos muy unidos con mi hermano pero tuvimos una pelea. Y ahora medio que estamos tratando de retomar. Pero no lo veo mucho como antes.

—¿No se necesitan el uno al otro?

—Supongo que sí. Todos necesitamos un hermano. Es re feo estar peleado con un hermano. Pero bueno, la vida es así.

—¿Con Alex activas el modo reconciliación o no?

—Ya está activado, estamos bien, ya charlamos.

—¿Te gustaría verlo un poco más?

—Sí, obvio. Antes, con Alex, éramos vecinos, nos veíamos todos los días y era re lindo eso. A la nena, Venezia, la veía todo el tiempo y ahora medio que se perdió un poco eso. Y siento que mi familia tampoco le pone onda. Y a veces yo me canso de renegar con toda mi familia.

—Pero vos necesitás a la familia, lo decís todo el tiempo...

—Tal cual, sí, yo veo películas de familias y me gusta. Supongo que algún día yo tendré mi familia y podré sanar toda esto que me está pasando, ¿me entendés?

—Claro, cómo no...

—Y ahí me sentiré aliviada, supongo, ¿verdad?

—Ahora, cuando bajes, te voy a dar un don. Vas a poder sacarle el dolor a alguien que lleva ese cuchillo clavado, va terapia y no lo puede resolver. Tenés ese poder. ¿A quién se lo sacarías?

—¡Uy! A mis padres, creo... Sí, a mis padres. Tienen dolor por cosas que no se hablaron, situaciones que terminaron mal, tipo el divorcio. ¡Se odian! Y siento que tendrían que perdonarse el uno al otro para poder que esto fluya y sanar: fueron pareja treinta años y todo terminó muy mal. Entonces siento que sería lindo poder como verlos bien a los dos, no tener ese odio.

—¿Sentís que el tema del dinero fue un veneno para esa pareja?

—A ver, todos tienen quilombos. Y quizás tapan con la plata cosas que uno no sabe. Y venden humo y nada que ver, ¿viste? Pero bueno, así son muchas personas.

—Porque yo siento que cuando tu papá la dejó de querer a tu mamá, ahí empezó el quilombo. Como que ella no pudo hacerse sola.

—Sí, terminó muy mal.

—¿Vos le sanarías ese dolor de todo este tiroteo?

—Me gustaría, claro que sí.

—Hermoso. Muy bien. Tuviste una muy buena verificación.

—Gracias. ¿Puedo volver a la Tierra?

—Y vas a volver con un regalo. Cuando bajes vas a poder bajar un par de horas a una persona que tengas acá arriba, ¿a quién elegirías?

—A mi abuela Graciela, la mamá de mi mamá. Porque ella era muy simpática, muy alegre. Le gustaba viajar. Era aventurera como yo. Y me gustaría pasar más tiempo con ella. Me hubiese gustado tenerla en mi adolescencia, que era clave, pero bueno, no la tuve. Y yo que sé compartir con ella, hablar, ir a pasear. Poder compartir también con mi vieja, que ahora no la tengo, llevarnos mejor. Asignatura pendiente.

—¿Llorás?

—Sí, lloro sola.

—¿Con Roberto, tu novio, no?

—A veces lloro y él me abraza, sí, sí.

—¿Te da seguridad tener a Roberto, que te abrace?

—Sí, él es muy bueno en el momento del llanto. Todos necesitamos un abrazo en nuestros momentos tristes, ¿no? Alguien que nos aconseje, nos ayude, nos acompañe.

—¿Pensás en casarte?

—Sí, está en mis planes casarme, tener hijos, soy chapada a la antigua para eso. La familia que yo veo en las películas, como esas que se llaman, que se juntan. Me encantaría tener tiempo todos los domingos en casa, comiendo todos juntos... Pero no me pasa eso.

—Te aseguro que pasará, porque claramente es tu mayor deseo.

—Ojalá, gracias.

 

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