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El violador José Alperovich atraviesa momentos de creciente preocupación mientras cumple su condena en la cárcel de Ezeiza.
Domingo 30 de Marzo de 2025
10:06 | Domingo 30 de Marzo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Condenado a 16 años de prisión en junio de 2024 por abusar sexualmente de su sobrina en un caso aberrante que conmocionó a la opinión pública, su estado de salud física y mental genera alarma entre quienes lo rodean en el penal. Guardias y visitas coinciden en que Alperovich está cada vez más deprimido y desmotivado, un cuadro que se agrava tras el fracaso sucesivo de sus planes de escape y las complicaciones judiciales que no cesan.
Ningún juez aceptaría morigerar las condiciones de prisión de Alperovich, porque -como ya quedó constatado en distintas instancias y fallos judiciales- el ex gobernador cuenta con multimillonarios recursos económicos y múltiples contactos políticos y empresariales para poder huir.
El magistrado que le otorgara algún beneficio a Alperovich, contraviniendo todos los fallos ya existentes, correría el grave riesgo de luego tener que responder por la fuga del violador.
Así las cosas, el violador Alperovich deberá pasar 16 años en prisión.
El ex mandatario, quien gobernó Tucumán en tres períodos (2003-2015) y luego fue senador nacional, fue hallado culpable de nueve episodios de abuso sexual contra su sobrina, quien trabajaba como su asistente personal entre 2017 y 2019. Los hechos, ocurridos en Tucumán y Buenos Aires, incluyeron violencia sexual agravada y abusos en los que Alperovich se valió de su posición de poder y autoridad sobre la víctima, su pariente en segundo grado. Tras un juicio que comenzó en febrero de 2024 y culminó con la sentencia del juez Juan Ramos Padilla, Alperovich fue trasladado al pabellón de abusadores sexuales del Complejo Penitenciario Federal N°1 de Ezeiza, donde comparte espacio con otros internos de alto perfil, como el cirujano Aníbal Lotocki o el portero femicida Jorge Mangeri.
Sin embargo, su vida en prisión dista de ser estable. Fuentes penitenciarias y cercanas han reportado que Alperovich, de 69 años, muestra un deterioro notable. “Le cuesta caminar, apenas se mueve de su celda y cada vez interactúa menos con los demás”, señalan quienes lo observan a diario. Los intentos de su defensa por lograr la prisión domiciliaria o la excarcelación han sido rechazados uno tras otro, lo que habría profundizado su desánimo. En noviembre de 2024, la Cámara de Casación volvió a denegar un planteo de sus abogados, argumentando el riesgo de fuga y su capacidad económica y política para evadir la justicia, un golpe que parece haberlo hundido aún más en la depresión.
Por si fuera poco, este mes de marzo de 2025, Alperovich enfrenta un nuevo frente judicial que complica su situación procesal. El fiscal federal Guillermo Marijuan lo imputó, junto a su esposa, la ex senadora Beatriz Rojkés, por presunto enriquecimiento ilícito. La causa, iniciada tras una denuncia de Fernando Miguez, presidente de la Fundación por la Paz, apunta a un crecimiento patrimonial “apreciable e injustificado” durante los años en que la pareja ocupó cargos de poder. Marijuan solicitó, entre otras medidas, las declaraciones juradas de bienes de ambos, extendiendo la investigación a familiares y allegados. Este nuevo proceso, que podría derivar en una pena de hasta seis años de prisión, añade presión a un Alperovich que ya parece haber perdido las esperanzas.
En el penal, su rutina se limita a una celda individual y a escasos momentos en el salón común del pabellón. Aunque informes médicos del Servicio Penitenciario han indicado que está clínicamente estable, su familia y defensores insisten en que su salud se deteriora, mencionando problemas de movilidad que lo obligan a usar una silla de ruedas para traslados largos. Sin embargo, la justicia no ha cedido ante estos argumentos, priorizando el peso de la condena y el riesgo que representa su libertad. Mientras tanto, Alperovich permanece en Ezeiza, cada vez más aislado y con un futuro judicial peor del que hasta su peor enemigo hubiese imaginado.
Alperovich solía andar en bici por Yerba Buena
El destino de José Alperovich, alguna vez el hombre más poderoso de Tucumán, se ha transformado en una caída estrepitosa y sin retorno. Quien ostentó el control político y económico de la provincia durante más de una década, rodeado de influencias y privilegios, hoy languidece tras las rejas de Ezeiza, despojado de su libertad, su prestigio y su salud. Para la sociedad, su nombre solo evoca la adiccón más desmedida al dinero y el poder, y el imborrable estigma de un pervertido condenado por aberrantes abusos contra su propia sobrina. Alperovich encarna una tragedia autoinfligida, un eco de grandeza perdida que se desvanece entre el desprecio público y el peso de sus propios pecados.
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