La justicia es ciega

10:27 | Martes 17 de Enero de 2023 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Hace rato que hemos aceptado que las estructuras del Estado estén tomadas por familias o amigos. Es decir que a nadie sorprende el hecho de que un amigo o familiar de alguien poderoso termine consiguiendo un cargo en el sector público, tan grande que es difícil de detectar sus modificaciones.

Así, la mayoría de las veces son inofensivos, porque se trata de trabajos administrativos de poca jerarquía en alguna dependencia del Poder Ejecutivo que no es crítica para el desarrollo de la vida cotidiana. Otras veces no tenemos esa suerte y nos encontramos con nombramientos que, a la corta o a la larga, van a significar un problema.

Hace un tiempo ocurrió un hecho que recién esta semana llegó a los medios nacionales. Como todo en este país, lo que pasa en los centros menos poblados de la Argentina rara vez se vuelve de importancia para el resto de la gente. Se tienen que dar algunos ingredientes para que esa concentración poblacional y mediática de la región pampeana le ceda un poco de lugar a sus hermanas menores.

Así, salvo que sean asesinatos con algo de morbo, escándalos sexuales propios de esos páramos del subdesarrollo o crónicas sobre supuestos fenómenos paranormales (¿quién se puede olvidar del Pitufo Enrique?) las provincias periféricas se mantienen al margen de los temas que tratan los grandes medios de Buenos Aires.

Esta vez le tocó el turno a una jueza de La Rioja. Si yo le preguntara qué apellido cree usted que podría tener una jueza riojana involucrada en un caso en el que no cumplió con sus obligaciones como autoridad del Poder Judicial la respuesta probablemente esté cantada. La señora en cuestión es Ana Carla Menem, jueza de la provincia de La Rioja, protagonista de esta historia.

La señora en cuestión es señalada por haberse fotografiado con un prófugo de la justicia sobre el que pesan 17 denuncias por violencia de género. El hombre, además, fue beneficiado por la jueza en un caso de denuncia por abuso sexual. Así, la mencionada es responsable de encubrir al prófugo cuando es su obligación entregarlo a las autoridades.

Es increíble que pasen estas cosas, como la jueza chubutense que tenía una relación amorosa con un preso, alq ue visitaba y con el que se sacaban fotos. Nadie pretende que haya una línea moral tan rígida sobre lo que está bien y lo que está mal, pero un mínimo de decoro -y un plus de cautela- debe tener aquella persona responsable de juzgar si los actos son o no contrarios a la ley.

Casualmente el caso nos pone otra vez frente al rol de la justicia en este país, el poder político más desprestigiado y corrupto de Argentina, pero también el más necesario. Alguna vez ya lo he puesto en estas páginas: si no estuviese convencido de que cualquier modificación propuesta por el kirchnerismo solamente empeoraría las cosas, sería el primero engrasando horcas para emprender la tan mentada reforma de la justicia.

El último fin de semana tuve la suerte de compartir un encuentro con personas que están de los dos lados del mostrador en lo referido a la justicia; funcionarios del poder judicial, por un lado, y abogados, por el otro. Parecía que estuviesen hablando de dos sistemas, bibliotecas, modelos, mundos -o como cada uno quiera llamarle- diferentes.

Los primeros, desde la tranquilidad salarial y burocrática del que cree que todo el mundo puede vivir como ellos -materialmente y en su libre interpretación del derecho- y los segundos lidiando con las consecuencias reales de los tiempos dilatados y la irresponsabilidad para con la libertad de los demás. Todas eran opiniones, casi como si los actos de la justicia se definieran en una mesa de café y luego se fundamentaran en vaya uno a saber qué.

El caso de la jueza Menem refleja otra vez la misma historia. Son los privilegios de algunos que tienen efectos nocivos sobre toda una estructura social y política a la que debe llevar certezas. Es una endogamia que genera trastornos tan incurables como la hemofilia de las familias reales de antaño. Es curioso: la hemofilia puede causar cegura, tal vez por eso algunas veces nos parezca que la justicia obra correctamente, sin preferencias.

Por supuesto que nos podemos reír de estas cosas e inventar historias de amor, romance e incomprensión, pero ya lo hemos hecho tantas veces que las ideas se agotan, a la vez que las consecuencias de la falta de idoneidad para ocupar esos cargos públicos son más difíciles de pasar por alto.

Quizás el pedido de destitución de la jueza prospera y la terminan removiendo de su cargo, aunque lo más probable es que todo se dilate hasta que el caso deje de ser importante para los medios nacionales que ayer se hicieron eco,

Tal vez el pedido efectivamente prospera y sorprendentemente la jueza es destituida. Con esa portación de apellido -que en La Rioja pesa más que la portación de cara en Córdoba- no faltará mucho para que termine nombrada en otro rincón de la administración pública, incluso llegando a ocupar cargos de relevancia política.

Eso último es lo menos probable. No que la salven con un cargo, pero sí que le den uno relevante: si una persona es tan estúpida como para sacarse una foto con un prófugo siendo jueza, difícilmente tenga lo que hace falta para seguir trepando en las estructuras del Estado. Pero, en esos bolsones de barbarie y acomodos todo es posible. Ya nos enteraremos de su destino la próxima vez que meta la pata.

Por Javier Boher para Diario Alfil