Una encuesta elaborada por la Asociación Sindical Independiente de Cuba reveló que casi la totalidad de los pensionados sobrevive con ingresos insuficientes, obligados a buscar trabajos informales o apoyo externo ante la inflación y el colapso
17:05 | Miércoles 12 de Noviembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
La realidad de los jubilados en Cuba quedó expuesta con una crudeza inédita tras la publicación de los resultados de una encuesta nacional realizada entre septiembre y octubre. Su resultado es impactante: el 99% no cubre sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y medicamentos.
El estudio, elaborado por la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC), recogió las experiencias de 506 personas mayores de 60 años en provincias como La Habana, Cienfuegos, Artemisa, Matanzas y Sancti Spíritus. Y reveló un panorama de precariedad, abandono y desprotección que atraviesa todos los ámbitos de la vida en la tercera edad.
El informe, elaborado a partir de un cuestionario en línea distribuido por redes sociales y grupos comunitarios, se propuso indagar en las condiciones económicas, sanitarias y sociales de los jubilados cubanos. Aunque la muestra no es representativa desde el punto de vista estadístico, las respuestas obtenidas ofrecen una visión amplia y significativa de la situación actual, marcada por la exclusión digital, la insuficiencia de las pensiones y el colapso de los servicios públicos.
La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) reportó en 2024 la existencia de 1.774.310 beneficiarios del sistema de seguridad social y una pensión media nacional de 2.192 CUP. En septiembre de 2025, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) anunció un aumento parcial: las pensiones inferiores a 2.472 CUP se incrementaron en 1.528 CUP, mientras que las comprendidas entre 2.473 y 3.999 CUP fueron ajustadas hasta 4.000 CUP.
Sin embargo, este ajuste ha sido neutralizado por una inflación real que, según economistas independientes y medios como Diario de Cuba y CubaNet, supera ampliamente los tres dígitos, con precios de alimentos y bienes esenciales que triplican o cuadruplican los valores oficiales, remarcó el escrito.
El estudio reveló un panorama
El estudio reveló un panorama de precariedad, abandono y desprotección que atraviesa todos los ámbitos de la vida en la tercera edad (Yamil LAGE/AFP)
El divorcio entre las cifras oficiales y la realidad cotidiana es total. La pensión mínima de 4.000 CUP equivale a menos de 9 dólares al tipo de cambio informal y solo cubre un tercio del costo de la canasta alimentaria básica estimada por la propia ONEI (más de 12.000 CUP mensuales por persona en La Habana). El resultado es que la mayoría de los jubilados vive por debajo del umbral de subsistencia, dependiendo de remesas o ayuda familiar para sobrevivir.
Según el centro de estudios Cuba Siglo XXI, las remesas enviadas a Cuba en 2023 alcanzaron 1.972 millones de dólares, pero en 2024 se estimó una caída del 43%, situando el flujo total en torno a 1.890 millones de dólares. El conglomerado militar GAESA captó solo el 4,1% del total de remesas a través de canales formales, lo que refleja el desplazamiento hacia redes informales de envío.
El envejecimiento poblacional en Cuba es el más acelerado de América Latina. Más del 24% de la población tiene 60 años o más, una proporción que, según proyecciones, superará el 30% en 2030.
Este fenómeno ocurre en medio de una crisis económica profunda, caracterizada por inflación descontrolada, desabastecimiento crónico y deterioro de los servicios públicos, lo que agrava las condiciones de vida de los adultos mayores y pone en riesgo su salud física y mental.
La encuesta revela que el 69,2% de los jubilados no dispone de acceso a Internet en sus hogares, lo que profundiza la brecha digital y limita la gestión de trámites, el acceso a información y el contacto con familiares emigrados. La exclusión tecnológica refuerza el aislamiento social y emocional de un sector ya afectado por la pobreza, la soledad y el deterioro físico.
El 99% de los encuestados afirma que su pensión no cubre sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y medicamentos. Solo cinco personas de un total de 506 consideran que el monto recibido es suficiente para vivir dignamente. Esta cifra evidencia una crisis humanitaria profunda en el sistema de pensiones cubano.
La falta de ajuste proporcional frente al incremento acelerado del costo de vida generó una situación de pobreza estructural en la tercera edad. Los adultos mayores se ven obligados a enfrentar la inflación, la escasez de productos básicos y el deterioro de los servicios públicos con ingresos que resultan insuficientes para cubrir sus necesidades más elementales.
El envejecimiento poblacional en Cuba
El envejecimiento poblacional en Cuba es el más acelerado de América Latina. Más del 24% de la población tiene 60 años o más (Yamil LAGE/AFP)
El reporte subraya que el 97,8% de los jubilados se ha visto forzado a buscar ingresos adicionales mediante actividades informales o de supervivencia, como la venta ambulante, la realización de oficios domésticos, la custodia nocturna o trabajos de reparación. Los testimonios recogen actividades como vender en las calles productos variados, trabajar como custodios nocturnos, realizar labores domésticas remuneradas, recoger materias primas, carpintería, plomería, electricidad informal, costura y reparaciones, y venta ambulante de alimentos.
Nueve de cada diez jubilados (90,7%) continúan trabajando después de su retiro oficial, una realidad que contradice el concepto mismo de jubilación como periodo de descanso y disfrute tras una vida laboral. Esta situación forzosa expone a personas de edad avanzada, muchas con problemas de salud, a condiciones laborales informales sin protección social, incrementando su vulnerabilidad física y económica.
El comercio informal no autorizado se ha convertido en una válvula de escape económica en las calles cubanas. En las aceras de La Habana, Santiago y otras ciudades, cientos de vendedores ambulantes comercializan cigarrillos, café y alimentos sin contar con las licencias que exige el marco legal vigente.
La insuficiencia de las pensiones
La insuficiencia de las pensiones repercute directamente en la calidad de vida de los jubilados (Yamil LAGE/AFP)
El 99,4% de los jubilados considera que las pensiones no reflejan de manera justa los años trabajados, mientras que solo un 0,6% opina lo contrario. Esta percepción generalizada evidencia una profunda insatisfacción y sensación de injusticia entre la población jubilada cubana. La falta de correspondencia entre los años de esfuerzo laboral y el monto de la pensión recibida genera frustración y desmotivación, ya que los adultos mayores sienten que su dedicación y aportes a lo largo de décadas no son reconocidos ni valorados por el sistema previsional.
Además, el 98,2% de los jubilados considera necesario que las pensiones se ajusten automáticamente al aumento del costo de vida y la inflación, una medida que actualmente no existe o no funciona efectivamente en Cuba. En un contexto donde los precios de alimentos básicos se han multiplicado exponencialmente mientras las pensiones permanecen estancadas o con incrementos mínimos, este ajuste automático representa una demanda urgente para garantizar la supervivencia digna.
El consenso es abrumador: 99,4% afirma que la pensión mínima actual no es suficiente para garantizar una vida digna. Los hospitales carecen de medicinas, agujas y, en ocasiones, hasta de electricidad. Los jubilados describen una salud pública colapsada, donde conseguir una aspirina se ha vuelto un acto heroico. Muchos aseguran que los médicos emigran o son enviados en misiones internacionales, mientras los pacientes envejecen y mueren esperando atención. El colapso del sistema sanitario no es solo técnico, sino moral: un país que exporta médicos y retiene enfermos condena a sus mayores a sobrevivir entre colas interminables en farmacias vacías y salas hospitalarias sumidas en la oscuridad.
El 95,7% de las personas encuestadas reporta haber tenido dificultades para acceder a atención médica, medicamentos y diagnósticos básicos. Renunciar a un tratamiento médico se ha convertido, para muchos jubilados, en un acto de resignación ante la imposibilidad de acceder a los medicamentos necesarios. Los ancianos racionan sus dosis, comparten pastillas con los vecinos o recurren a remedios caseros para aliviar el dolor. La situación impide garantizar atención adecuada y continuidad terapéutica. Las expresiones más frecuentes entre los afectados son contundentes: “La atención médica es un desastre” y “No hay medicamentos ni calidad de vida”, evidenciando el colapso del sistema público de salud.
Un adulto mayor pide ayuda
Un adulto mayor pide ayuda en la calle (Yamil LAGE/AFP)
El 96,4% considera que hospitales y hogares de ancianos no ofrecen condiciones adecuadas de atención, infraestructura ni cuidado personal, lo que revela una crisis estructural en estas instituciones. Los comentarios apuntan a deficiencias críticas: instalaciones deterioradas, falta de personal capacitado, ausencia de medicamentos, suministros básicos, hacinamiento, mala alimentación, carencia de actividades recreativas y terapéuticas, condiciones de higiene deficientes. El hambre se ha convertido en una rutina cotidiana para los jubilados, cuyo plato diario se reduce a arroz, azúcar, pan y una dosis inevitable de resignación.
El 98,8% percibe un deterioro progresivo en la atención médica y social destinada a adultos mayores, lo que confirma una tendencia de abandono institucional prácticamente unánime. Las políticas sociales dirigidas a los ancianos prácticamente no existen, dejando a los jubilados a sobrevivir sin apoyo institucional y dependiendo de la ayuda de vecinos o de familiares que han emigrado. Mientras el discurso oficial proclama que los mayores son una prioridad social, la realidad evidencia abandono. El Estado cubano ha renunciado a su obligación de proteger a sus ciudadanos más vulnerables, y la vejez en Cuba se transita sin respaldo gubernamental ni esperanza palpable, indica el informe.
Otro punto es que la mayoría de los ancianos habita viviendas con filtraciones, humedad, moho o riesgo de derrumbe, sin acceso a materiales ni permisos para repararlas. Ante la lluvia, muchos solo pueden esperar que el techo resista, conscientes de la fragilidad de su hogar. Lo que debería ser un refugio seguro se ha transformado en una amenaza constante, y la ruina material de las casas refleja el abandono y la desprotección por parte del Estado.
El 93,7% ha tenido que recurrir a servicios privados, informales de salud por no encontrar respuesta en el sistema estatal, lo que representa un gasto adicional insostenible para pensiones que ya son insuficientes. Cuba prohíbe formalmente la medicina privada, pero miles de profesionales de la salud ejercen de manera clandestina. Estomatólogos, especialistas y médicos generales ofrecen consultas domiciliarias sin autorización estatal, operando en una zona gris que las autoridades toleran por conveniencia. No se trata de casos aislados: es un sistema paralelo consolidado que evidencia el fracaso del modelo de salud pública para responder a las necesidades reales de la población, indicó el estudio.
Durante 66 años, Cuba ha vivido un éxodo constante. Diversas fuentes internacionales estiman que más de tres millones de cubanos (incluidos descendientes) residen fuera del país, más del 20% de su población total.
Las principales olas migratorias hacia Estados Unidos han vaciado la isla de jóvenes, acelerando el envejecimiento poblacional. En muchos hogares, la conversación ocurre a través de una pantalla, los abrazos son remesas; y los cumpleaños, videollamadas. Los encuestados lo entienden con lucidez: la causa no es la emigración, sino el sistema que la provoca. El hambre, la represión y la falta de futuro son los verdaderos motores de la diáspora, sostienen.