En diálogo con Fénix, la psicóloga Daniela Gasparini analizó el preocupante incremento de episodios violentos dentro del ámbito escolar, tras el ataque a una docente en Bs As, quien podría perder un ojo luego de ser agredida por la madre de un alumno
16:22 | Lunes 01 de Diciembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
La licenciada Daniela Gasparini sostuvo que la violencia en las escuelas “no es nueva”, pero sí se transformó en un fenómeno “más extendido, más grave y más visible”, en un contexto donde la institución escolar cambió de rol y carga hoy con funciones que exceden la enseñanza.
Gasparini explicó que, en las últimas décadas, la escuela dejó de ser un espacio exclusivamente educativo para convertirse también en un ámbito de contención alimentaria, emocional y social. Ese cambio de paradigma, sumado a la crisis económica y a un clima social de mayor agresividad, derivó en un escenario donde “el propio cuerpo ya no funciona como límite para la violencia del otro”.
La psicóloga advirtió que hoy se observa “una exacerbación de la violencia en la sociedad”, que se replica en las aulas:
“No es que antes no existía, pero ahora todo se viraliza, todo se documenta y las situaciones se vuelven más extremas.”
Al reflexionar sobre la naturalización de prácticas agresivas —como las “malteadas” o las bromas pesadas en cumpleaños escolares— comparadas con hechos actuales gravísimos, Gasparini marcó un quiebre profundo:
“Pasamos de tirar de las orejas a un compañero a patear a alguien en el piso o a que una docente esté a punto de perder un ojo. Ahí hay algo roto.”
Para la especialista, este deterioro responde a una ruptura del lazo social, pérdida de límites y falta de respeto por la autoridad. Señaló que muchos padres ya no reconocen el rol del docente dentro del aula, lo cual genera un efecto directo en los chicos:
“Si una madre agrede al maestro delante del hijo, el mensaje es que él también puede hacerlo.”
Gasparini sostuvo que antes, cuando un alumno cometía una falta, la respuesta era el diálogo y la corrección en el hogar:
“Jamás se le ocurriría a un padre ir a pegarle a un docente. Hoy ese código está perdido.”
La psicóloga alertó que el problema también radica en la ausencia de diálogo y comunicación, tanto en las familias como en la comunidad educativa:
“El conflicto se saltea. Ya no existe la instancia de hablar, de problematizar. Se pasa directamente al acto.”
Finalmente, dejó una reflexión contundente:
“Alguien tiene que estar mirando a los chicos. Ellos aprenden del ejemplo. Si el adulto pierde el límite, el niño también.”
Gasparini remarcó la necesidad urgente de reconstruir los vínculos, restituir la autoridad pedagógica y reforzar los dispositivos de contención, para evitar que hechos como el ocurrido en Buenos Aires se sigan repitiendo.
