Edelar se transforma en Edelar S.A.U. con aumento de capital y nuevo estatuto
Farándula
En una charla íntima con Infobae, el conductor de Tempraneros recordó sus inicios en el periodismo, su dura recuperación tras el contagio, y la sorpresa del llamado de Alberto Fernández cuando luchaba por su vida
Sábado 24 de Abril de 2021
10:06 | Sábado 24 de Abril de 2021 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Durante un descanso, en una de las pocas horas que tiene libre al día, Sergio Lapegüe recibió a Infobae en el fondo de su casa en Lomas de Zamora, su lugar en el mundo. Un patio lleno de luz y flores que invitan a relajarse en un entorno pacífico. Solo llama la atención que en un rincón hay pasto quemado y Sergio cuenta, señalando el lugar: “Tengo un problema con mi mujer, porque me dice que le estoy quemando el pasto. Lo que hago es, descalzo, pongo los pies en el pasto, porque lo necesito, y se lo quemo. Imaginate lo que debe ser la energía de uno, de la locura”.
De chico quería ser relator de fútbol, pero era muy tímido y sabía que si no lograba superarlo todo se le iba a hacer muy difícil. Estudió Ciencias Económicas porque en ese momento no había facultad de periodismo y, más tarde, empezó su carrera en los medios, literalmente, preparándole el té a Bernardo Neustadt.
Hoy, luego de haber pasado por todos los escalones de la profesión, divertido, pero muy atento al rating, conduce dos noticieros líderes: Tempraneros en las mañanas de TN y Noticiero Trece los mediodías en Canal 13.
Recientemente fue él “la noticia” cuando pasó a ser uno más de la lista de contagiados con COVID-19 y confesó que está viviendo el estrés postraumático. Su internación por veintiún días en terapia intensiva y su testimonio en primera persona a través de sus redes sociales, alarmaban y concientizaban de la gravedad de esta enfermedad. En base a esto, el medio donde trabaja está preparando un especial en donde contará su experiencia con la enfermedad, pero también le dará un mensaje esperanzador a la gente.
—¿En qué momento de su vida se siente hoy?
—Estoy en un momento muy especial, donde después de haber estado mal, muy mal, casi dialogando con la muerte, conviviendo con la incertidumbre de no saber qué iba a pasar en las próximas horas, te cambia la perspectiva de toda la vida. Yo en ese momento me sentía en paz. Mi mujer me preguntaba: “¿Cómo estás?, ¿cómo te sentís?”. Y le respondía: ”Me siento en paz”. Ahora me siento en equilibrio, o buscando el equilibrio con tranquilidad. Me siento muy tranquilo. Empezando a hacer otra vez lo que me gusta: la televisión y la radio. De a poco, empecé con dos horas al mediodía, en el noticiero del 13. Después en el noticiero de la mañana, que es de 6 a 10 de la mañana, Tempraneros, el más visto, ahí hago solamente de 8 a 10, por ahora, porque el neumonólogo no me permite más. Quiere que el cuerpo descanse y que los pulmones no estén agitados. Ya volveré a ese horario. Y también hago tres horas de radio en La 100.
—¿Qué fue lo primero que se le vino a la cabeza cuando se enteró que tenía COVID?
—Primero, no lo podía creer, porque me contagié acá, en esta casa. Vino un amigo a traerme la guitarra, Hernán Palacio, él no sabía que tenía el virus en el cuerpo. Éramos tres acá, en este lugar, después nos fuimos al quincho porque yo hacía la radio; me acompañó hasta el quincho, tocamos dos o tres temas de mi banda, Lapeband, para divertirnos un rato. Hacía casi un mes que no nos veíamos, pero no solamente me trajo la guitarra, sino que también, sin querer, me trajo el virus.
A los dos días me dijo que se sentía mal y dio positivo. Y yo, viste, dije: “Bueno, ¿en qué momento me toca?”, porque hasta ahí no sentía nada. Pero había como una ola de calor muy fuerte en ese momento y me sentí muy abombado. De repente, estaba haciendo gimnasia con mis hijos acá en mi casa, porque no salimos de acá... Y de pronto: “Uy, ¿qué pasa?”, y ahí empecé con tos y a la noche con fiebre. Y dije: “Dos más dos es cuatro”.
Al otro día, me levanté temprano, porque tenía fiebre y estaba incómodo, y llamé a todos los servicios sanitarios. Domingo a la mañana, ninguno me atendía, hasta que llamé a mi médico neumonólogo, el doctor Casas, porque sufro asma, y me dice: ”Venite urgente a la clínica, al sanatorio, te vamos a hisopar”. Yo me fui con pantalón corto y con ojotas. Y nada, me olvidé. Dije: “Vengo para comer, me voy a aislar”. Y cuando me hacen la tomografía computada ya ven el pulmón derecho con filamentos de COVID cerca del corazón. “Te tenés que quedar internado”, me dijeron. “¿Cómo?”, le digo, “¿cuánto tiempo?”. ”Vamos viendo, en tres días a lo mejor te vas”. Bueno, estuve veintiún días.
—¿Qué aprendió de la pandemia?
—Bueno, la pandemia nos ha presentado a todos una situación nunca pensada. Donde uno se da cuenta de que es más importante el ser que el parecer. Que lo más importante son los afectos, y si bien yo fui siempre abracero, no puedo hacerlo. Yo en la tele a la mañana decía “abrazate quince segundos”, es un intercambio de energía. Ya no lo puedo decir más. El hecho de vivir sin saber qué es lo que puede llegar a pasar dentro de un ratito, eso es la pandemia.
Creo que nos tiene que enseñar a valorar más los momentos de cada uno de nosotros. Valorar hoy, el presente. Yo venía de hacer tanto deporte y, de buenas a primeras, a los tres días, no podía respirar. ¿Cómo explico eso? Eso sí me lo preguntaba: ¿“Qué estoy haciendo acá? ¿Qué me pasó? ¿Tengo COVID? ¿Qué? ¿cómo? ¿por qué no puedo respirar? ¿por qué no puedo ir a un baño? ¿por qué no puedo caminar? ¿por qué no puedo levantar las manos?”. Te puedo asegurar que es tremendo.
—¿Cómo fueron sus inicios en la profesión?
—Empecé en el 87, pero haciendo radio, como productor, y después tenía mis propios programitas de radio semanales en Radio América y demás. Después estuve como productor con Bernardo Neustadt en el 89, en donde estuve tres años y pico. Luego, fui productor de Daniel Hadad. Jefe de la producción periodística, también en la radio.
Tanto Daniel como Bernardo, me han iniciado de alguna manera. Después entré en Fax, el programa de Nicolás Repetto, en 1991. Que ahí me llevó María Laura Santillán. Así que empecé en Canal 13, que era el lugar en el que yo siempre quise trabajar. Hicimos dos años con Nico como productor, pero Nico había visto que yo era medio divertido, jodón y agarraba la guitarra, y me dijo: “Vos tenés que hacer informes especiales de humor, periodísticos de humor”. Y ahí empecé haciendo mis informes especiales de humor. Después, cuando Nico terminó, entré en Telenoche en 1993. Y, más tarde, nació TN y bueno, ahí ya estaba en ambos canales.
—¿Cómo es conducir dos noticieros que elige la gente?
—Sí, sí, sí. A ver, nosotros competimos, a la mañana, en lo que es el prime time de noticias, porque creo que debe haber siete, ocho noticieros que compiten a la misma hora. Es impresionante, porque todos decimos lo mismo, lo que pasa es que nosotros con Roxy le ponemos nuestro estilo. Es un estilo más descontracturado, cuando podemos hacerlo obviamente, la noticia siempre va a ser noticia, la seriedad la vas a mantener siempre y la rigurosidad también. Pero cuando podés descontracturar lo hacés.
A mí me gusta la competencia, soy un apasionado. Miro mucho el rating, veo los números. Sé en qué momento decir tal cosa. Por lo menos, lo siento; aunque a veces me puedo equivocar. Sabemos, te estoy hablando del noticiero de la mañana, en qué horario está cada persona y eso nos ha hecho, desde que estamos ahí, hace cuatro años o cinco, ser el noticiero más visto y hasta a veces le ganamos a los canales de aire.
—¿Tener el rating a favor le genera más presión?
—No, me da felicidad. Me gusta mucho el noticiero de la mañana. Me cuesta despertarme temprano y ahora con el tema del COVID mucho más, porque estoy muy medicado. El noticiero del mediodía es distinto, porque es un noticiero más corto, una hora cuarenta, más o menos, donde hay mucha noticia, tiroteos, motochorros, hay mucho policial, mucha inseguridad. Son dos noticieros totalmente distintos.
Y después, la radio es otra cosa, donde también vamos primeros batiendo récords de audiencia en La 100 a la tarde, porque ahí trato de generar optimismo en la gente. De decir que vas a poder salir. De tratar de valorar los gestos de otras personas, comentarlos. Tenemos nuestro bloque solidario. Es un programa de radio que, a lo mejor, será el único que nunca vas a escuchar una sola mala palabra. Hace doce años que te acompaño en el regreso. Por eso estoy feliz. Estoy en un momento muy pleno, de mucho trabajo, pero de paz conmigo mismo.
—¿Cómo maneja el tema del ego, en especial cuando hace programas que lideran?
—Y, es difícil, porque, a ver, a mí me ayudó mucho haber empezado muy de abajo. Yo empecé preparándole el té a Bernardo Neustadt. Yo fui productor siete años, después fui movilero quince años, después fui conductor en los horarios más ridículos, a las doce de la noche que no te veía nadie, de hecho, ahí se me ocurrió el Prende y Apaga. Quería comprobarme a mí mismo si me veía la gente o no. Entonces, cuando la cámara estaba, dije: “Si alguien está viendo la tele que prenda la luz por lo menos, que diga algo”. Y así fue como la gente me empezó a responder desde los departamentos. Y era un noticiero que no tenía ni camarógrafo, ni sonidista, ni movilero ni nada. No era nada. Era una cámara quieta, yo tenía una cruz, me sentaba y hablaba. O sea, todo eso ha hecho que yo no me crea más que nadie. Y he visto y veo mucha gente que ni bien aparece en la tele, está tres, cuatro días, dos, tres meses, y de pronto empiezan a mirarse en el espejo. Gente que ha debutado conmigo, después no te termina ni saludando, porque se agrandan tanto que no pueden pasar ni por la puerta. Y es muy triste, porque el ego uno lo tiene que saber manejar. Uno no es más por salir en la televisión. Vos no sos más que el tipo que labura todos los días, el enfermero, el colectivero, por salir en la televisión.
—¿Cómo ve a la televisión actual?
—Está muy fría. Bueno, la verdad es que estamos viviendo en pandemia y es muy difícil poder hacer los productos que vos podías hacer en otro momento.
—¿Qué programa le gustaría hacer?
—Me gustaría hacer un programa divertido, periodístico divertido, tipo Late Night Show ¿viste?, con mi estilo. Yo tengo mi banda, Lapeband, que la formé para, en algún momento, ponerla ahí. Me gustaría hacer eso. Invitar, no sé, a quien sea, pero hacer un programa divertido, que la gente se vaya a dormir con una sonrisa. Ese es mi gran desafío. Ojalá que en algún momento lo pueda hacer. Obviamente, con todos los programas que estoy haciendo ahora no tengo tiempo. Tengo que dejar todo para hacer específicamente eso, pero mi sueño es divertir a la gente para que te duermas con una sonrisa. Yo me siento muy cómodo siendo un Tinelli trucho, digamos (risas). Yo soy una especie de Tinelli trucho.
—¿Qué programas ve en televisión?
—Me gustan mucho los programas políticos, soy fanático de esas cosas. Mi mujer me putea, pero a mí me encantan. Veo todos los programas políticos que hay. Me gusta el periodismo. Me veo todos los noticieros, los consumo. Y los fines de semana, la verdad, como soy fanático del fútbol, miro fútbol.
—Hablemos de política ¿cómo ve la política actual?
—Uff. Muy por el piso. Muy triste todo lo que estamos viviendo. Especialmente con estas peleas, estas discusiones que hay. Y en el medio está la gente, que se está muriendo. Veo, tal vez, a dirigentes políticos, sin dar nombres ni partidos, sin la capacidad para poder llevar adelante su función. Sea un secretario, un ministro, un presidente, un jefe de gobierno, quien sea. Me da la sensación de que todos quieren llegar al poder, pero cuando llegan no saben qué hacer.
Tengo esa sensación de ver todos los días que cada vez la pobreza es más grande, cada vez la inflación te va comiendo el salario, cada vez la gente tiene menos plata para llegar a fin de mes. Y veo las discusiones de los dirigentes políticos, de un lado y del otro, que se pelean por cosas que a lo mejor no tienen tanta trascendencia. Yo lo que necesito es sentido común muchachos. Criterio y sentido común. Mi papá me decía: “Esas cosas no las vas a aprender en la universidad”.
El Estado está ausente. El que tiene plata a lo mejor se puede pagar una seguridad privada o puede vivir en un country, pero salís a la calle y somos todos iguales. Nadie puede darle respuesta ni a la inseguridad, ni a la educación, ni a la salud. Tres puntos que están en la Constitución Nacional. Muchachos lean la Constitución de 1853 de Alberdi. Ya estamos incumpliendo, por más cambios que le hayamos hecho, con esas tres cosas que tiene que hacer el Estado, y no las hace, porque está preocupado por otras cosas.
—¿Qué le gustaría preguntarle al Presidente?
—Primero me gustaría hablar muchas horas con Alberto Fernández. Le preguntaría qué ve él cuando se levanta a la mañana y se mira al espejo. ¿Es el que vemos nosotros o es otra persona, la que él quiere mostrarnos?
—Y Sergio Lapegüe, ¿qué ve cuando ve hoy a Alberto Fernández?
—A mí me da la sensación de que es un Alberto que no tiene control de la situación por presiones externas. Obviamente de Cristina y de gente que no comulga con él, pero que está con él por conveniencia política. Sé que es una persona de bien y que quiere hacer bien al país, pero me da esa sensación, como que está mal asesorado o que está haciendo cosas que él no quiere hacer.
—Como periodista ¿tiene contacto o chatea con él?
—No, debo confesar que la verdad soy un periodista, un conductor de noticiero, que generalmente no habla con él. Me encantaría hablar, tener contacto. Sí lo he llamado para solidarizarme por el COVID que ha tenido y él también me había llamado cuando tuve COVID. No a mí sino a mi mujer. Ofreciendo ayuda y todo lo que necesite, y dándole fuerzas. Lo que ha pasado con mi internación fue impresionante, porque me llamaron de todos lados.
—¿Cómo se vive post COVID?
—Yo ahora estoy viviendo un estrés postraumático. Claro, porque estuve a punto del entubamiento sin saberlo y los médicos estaban preocupados porque no sabían si me podían sacar. Y después de vivir todo eso empecé a hablar con mi mujer… Yo tengo muchos videos grabados de ahí, empecé a verlos y bueno, me impresionó. Me di cuenta de que puedo ayudar desde mi lugar, por haber vivido esto, a la gente que lo está viviendo, que lo está padeciendo. Me siento en la necesidad de generar actitud positiva en cada una de las personas que está ahora viviendo lo mismo que yo padecí.
—¿Qué mensaje le gustaría darle a la gente que hoy está atravesando el COVID?
—Que el proceso es muy fuerte; que el deterioro del cuerpo es inmediato; que hay que tener fe; que hay que rezar, sin importar el credo; que hay que creer en las energías; que hay que ver la vida con optimismo. Yo te digo lo que me hizo mi enfermera cuando estaba encerrado, porque no quería ver a nadie, me la pasaba durmiendo y encerrado, con la luz apagada. Un día entró y dijo:”¿Qué está pasando acá?, esto no es un velorio, abramos las ventanas, que haya energía, que haya luz, ¿qué te está pasando?”. Fue a buscar un tacho con hielo, trapos fríos y me dijo: “Vos tenés que salir, pensá que sos vos”.
Bueno, eso muchachos, tengan en cuenta que somos responsables y tenemos posibilidad si somos personas sanas. Porque el virus es tremendo, ataca a todos por igual, pero podemos salir. Debemos tener fe. Tenemos que creer en nuestras familias; tenemos que creer en nuestros amigos que nos llaman y que nos apoyan; tenemos que creer en el de arriba, y, además, en los médicos que son los que te van a salvar la vida. Se puede salir después de haber estado internado muchos días con COVID. Podés salir antes o podés salir después. El virus es impiadoso, te ataca los pulmones de una manera tremenda, pero yo me decía a mí mismo y al COVID: “Vos estás manejando mi pulmón, pero la cabeza la manejo yo”.
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