(Opinión de FERNANDO LABORDA).- Mientras el gobierno de Milei compra tiempo, el escándalo que protagoniza Alberto Fernández desvela a la principal fuerza opositora y no se descarta una diáspora en el peronismo
Domingo 18 de Agosto de 2024
10:32 | Domingo 18 de Agosto de 2024 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
El escándalo que rodea a Alberto Fernández ha dado lugar a un clima de fin de ciclo. No se refiere este debate a una figura desgastada desde que dejó el gobierno y hoy potencialmente condenada al ostracismo, si es que no termina en prisión, como el expresidente, sino al propio kirchnerismo.
Dirigentes peronistas que hoy aseguran estar en estado de shock ante las graves denuncias contra Fernández intentan disimular que su verdadera sorpresa no reside en la perversión del exmandatario, tanto por el escándalo de malversación de fondos públicos con los seguros del Estado como por la presunta violencia de género ejercida contra su pareja. Su mayor fastidio deviene, en cambio, de la chapucería y la imbecilidad exhibidas por el expresidente de la Nación. En el peronismo, muy rara vez se condena internamente al corrupto, pero sí se reprueba a quien se ha mostrado incapaz de ocultar sus actos innobles. En otras palabras, no se castiga al ladrón, sino al chambón.
Uno de los más gráficos testimonios de la legitimidad que el peronismo en general y el kirchnerismo en particular les confieren a los actos corruptos de sus funcionarios pasa por dichos de Víctor Manzanares. Este antiguo contador de la familia Kirchner, al declarar como imputado colaborador en una causa por lavado de dinero, confesó que, cuando estaban cargando en una camioneta bolsos con unos 30 millones de dólares mal habidos, Daniel Muñoz, el recordado secretario privado de Néstor Kirchner que acumuló innumerables propiedades inmuebles en Miami antes de morir, le dijo que ese botín no era parte de un robo, sino“una comisión que se le cobraba al país en concepto de servicios a la patria”.
Representantes del kirchnerismo que hoy pretenden victimizar a su jefa política y convertir a Fernández en chivo expiatorio de todos sus pecados deberán recordar que este no fue ungido como candidato presidencial por su idoneidad ni por sus méritos, sino por un espurio acuerdo con Cristina Kirchner, quien imaginó que el carácter moderado y dialoguista de su delfín le garantizaría una solución a su complicada situación judicial.
¿Sobrevivirá el kirchnerismo a Alberto Fernández? ¿Estamos ante el final de una era política signada por matrices de corrupción que han ido desde la obra pública hasta la contratación de seguros, y por la utilización de los derechos humanos –incluidos los de la mujer– como hipócrita escudo de atropellos contra las instituciones y las arcas del Estado?
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1 COMENTARIOS
Julio
| Domingo 18 de Agosto de 2024
FALTA QUE LA CRISTINA VAYA PRESA Y CARTON COMPLETO