Farándula

Valeria Mazza: "Una vez que te exponés, la gente tiene derecho a opinar"

la supermodelo repasó los inicios de su carrera, su mirada ante la exposición, recordó con cariño al papa Francisco y habló de lo que se viene en su marca.

Domingo 04 de Mayo de 2025

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10:26 | Domingo 04 de Mayo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Valeria Mazza tenía tan solo 14 años cuando empezó a desfilar en Paraná, la ciudad de Entre Ríos que la vio crecer, sin saber que el modelaje sería lo que le abriría las puertas del mundo. Practicaba natación y soñaba con ser maestra de niños con discapacidad, hasta que un día, los mismísimos Roberto Giordano y Mirtha Legrand quedaron deslumbrados por su belleza y potencial, asegurándole que le iría bien haciendo carrera en Buenos Aires. Con valentía, curiosidad y el apoyo de sus padres, tal como ella misma reconoce, dijo que sí, iría a probar suerte y cambiar para siempre su vida.
 
Rápidamente, comenzó a presentarse a castings, llegaron las campañas, más desfiles y, poco a poco, se empezó a hacer de renombre a nivel internacional. En los ’90, cuando la moda estaba de moda, tuvo la suerte de desfilar para Gianni Versace, convirtiéndose, desde ese momento, en una de las supermodelos más aclamadas del mundo, junto a Claudia Schiffer. Estaba en la cima, pero Valeria seguía soñando con formar una familia y compartir todo lo que le estaba pasando con los suyos.
 
En Buenos Aires, antes de pisar el viejo mundo, la empresaria conoció al que sería el amor de su vida, Alejandro Gravier, y en 1998 tuvieron su icónico casamiento en el Hipódromo de Palermo. Juntos, tuvieron cuatro hijos: Balthazar (1999), Tiziano (2002), Benicio (2005) y Taína (2008). En tanto, Valeria siguió vinculada a la moda y exploró otras facetas que le permitían ser madre a la vez. Es entonces que empezó a trabajar en su propia marca, por la que lanzó su perfume y, también, desarrolló Valeria Mazza Eyewear, Valeria Mazza Shoes.
 
A sus 53 años, la también conductora de televisión sigue activa y trabajando incansablemente en su marca y disfrutando de su familia. En una entrevista exclusiva para MDZ, Valeria Mazza repasó los inicios de su carrera, su posición ante la crítica y la exposición y recordó al papa Francisco, a días de su partida.
 
 
Foto: Analía Melnik/MDZ
- En varias oportunidades dijiste que tu verdadera pasión iba por el lado de la pedagogía, de la enseñanza. Te veías como maestra, pero de alguna forma el trabajo te fue llevando hacia el modelaje. ¿Cómo se presentó el modelaje en tu vida?
 
- La vida me sorprendió. Empecé en la moda porque Carolina, mi hermana, dos años mayor, empezó a hacer algunos desfiles en Paraná, en la ciudad donde crecimos. A raíz de que ella estaba desfilando, después, me empezaron a pedir a mí que también haga algunos desfiles.
 
Después, se hizo un desfile muy grande en Paraná; estaban Roberto Giordano y Mirtha Legrand. En ese momento, Giordano tenía unos micros de moda en televisión y me invitó a venir a Buenos Aires para participar. Así empecé. Después conocí a una agencia y, a último momento, ya terminando el colegio, decidí cambiar de rumbo. Nuestro rumbo era Rosario porque habíamos nacido en Rosario y ahí teníamos a toda la familia; mi hermana que había terminado al colegio se había ido a Rosario y ese era mi destino para poder hacer una carrera universitaria. Pero a último momento cambié y me vine a Buenos Aires.
 
En Buenos Aires empecé a estudiar terapia ocupacional, que era lo que yo pensaba que iba a hacer en la vida. Me gustaba mucho la pedagogía y me gustaba también la discapacidad. A los 13 años, en el club donde yo entrenaba natación, se organizaron unas olimpiadas especiales para brindar entrenamiento y competencia a personas con discapacidad intelectual, y eso me marcó para el resto de mi vida; pensaba que eso era lo que iba a hacer. Y, después, me dejé sorprender.
 
- Justo mencionaste a Mirtha Legrand y a Roberto Giordano, quienes te vieron en el desfile de Paraná que cambió tu vida. ¿Qué te dijeron para convencerte de viajar a Buenos Aires?
 
- Me acuerdo que Roberto me dijo que me invitaba a los micros de moda que tenía. Mirtha, al lado, asentía muy convencida de que eso era lo que yo tenía que hacer. Después lo hablamos con mis padres y dijimos: “Vamos a probar”. En general, yo digo que me dejé sorprender, pero siempre rescato la valentía que tuve y, también, la generosidad de mis padres por no decir “no” ni ser prejuiciosos -algo que muchas veces hacemos en la vida y tomamos decisiones sin información-; al contrario, sin saber, sin conocer nada, dijeron: “Bueno, te acompañamos. Vamos a ver de qué se trata”.
 
 
Foto: Valeria Mazza
Más adelante, me pasó lo mismo con Alejandro. Pero cuando vengo a Buenos Aires y lo conozco a él, al año de estar acá, dije: “Me voy a Europa”. Él me apoyó, me acompañó, me fue a visitar y creo que eso me ayudó mucho también en mi carrera. Pero si hubiese tenido padres o un novio que me dijeran “No. ¿En qué te estás metiendo?”, tal vez no lo hubiese hecho. Siempre tuve al lado mío a personas que me han apoyado. También, yo fui muy curiosa y muy valiente al momento de tomar decisiones.
 
- Si bien en un primer momento te acompañaron tus papás, ¿qué sentiste al comenzar a vivir sola en Buenos Aires y afrontar el mundo siendo todavía chica?
 
- Creo que siendo del interior, hay un montón de gente que me entiende, que crecemos ya sabiendo que nos vamos a ir. Si querés estudiar algo, si querés hacer algo más grande, importante, ya crecés sabiendo que te vas a venir a la Capital o que vas a ir a Rosario, o a Córdoba, o a Mendoza; que vas a ir a las grandes ciudades. Entonces, no me sorprendió eso de irme de mi casa. Digamos que fui criada sabiendo que me iba.
 
Cuando llegué a Buenos Aires, al principio, era una fiesta. Imaginate, tenía 17 o 18 años recién cumplidos y estaba viviendo sola, independiente. Era toda una fiesta, hasta que, al año más o menos de estar acá, descubrí que la independencia viene completamente ligada a la responsabilidad y que me tenía que hacer responsable de mi vida y que eso era como un trabajo mucho más grande, de compromiso. Ahí tuve una crisis. Además, cuando yo me fui, después mis padres se separaron; ya no existía más la casa de Paraná, o sea que tampoco había muchas más opciones que mirar para adelante y seguir avanzando.
 
- ¿Y cómo surge la idea o la posibilidad de irte por primera vez a Europa para seguir apostando por el modelaje? ¿Qué es lo que te impulsó a viajar?
 
- Apenas llegué a Buenos Aires me propusieron ir a España a trabajar y, en ese momento, pensé: “No. Acabo de llegar. No me voy a ir y, aparte, ¿qué voy a hacer?”. No tenía ni idea de lo que significaba el trabajo de una modelo. Entonces dije: “No. Quiero hacer experiencia aquí”. Al año, cuando ya había hecho algunos desfiles, había hecho campañas, había hecho editoriales, ya me sentía un poco más preparada y decidí irme a Italia. Me parecía que Italia y Argentina eran quasi iguales, pero nada que ver.
 
 
Foto: Valeria Mazza
Alejandro siempre se acuerda que yo le dije: “Me voy a Italia. Para mí estar en Buenos Aires o estar en Italia es lo mismo. Yo no conozco a nadie, no es mi lugar. Yo sigo mi viaje”. Y bueno, me fui tres meses y me fue muy bien. Fue como una primera experiencia donde realmente aprendí lo que era el trabajo de modelo. Volví muy contenta y con ganas de más; seguí estudiando todo el año y al año siguiente me fui otra vez. Una vez que llegué a New York trabajé demasiado bien y ya me quedé allá.
 
- ¿Vos creés que ese viaje a New York fue el que cambió todo en tu carrera?
 
- Sí, porque llegué y a la semana ya estaba haciendo campañas, estaba haciendo editoriales para Vogue, estaba trabajando con Steven Meisel, que es un fotógrafo “dios” en la moda. Empecé a hacer cosas muy buenas y eso cambió rotundamente todo. Dije “evidentemente por acá es”. Además, el primer objetivo era poder bancarte, o sea, ganar económicamente como para poder solventarte y seguir estando ahí. Entonces, yo decía: “Bueno, estoy trabajando, estoy ganando plata, me puedo quedar, sigo invirtiendo acá”.
 
- ¿Cuántos años tenías en ese momento?
 
- Diecinueve.
 
- Y ya tenías casi el mundo a tus pies…
 
- No, esos eran los primeros pasos. Estaba lejísimo de tener el mundo a mis pies. Primero, no existe tener el mundo a tus pies. Sí, es verdad que llegó un momento en el que ya tenía un nombre dentro del mundo de la moda, me metí en un grupo de las supermodelos y ya elegía qué hacer. Pero eso vino después, con los años. En ese momento estaba recién dando los primeros pasos, que fueron muy buenos.
 
Lo primero que para mí hizo el cambio fue la campaña de Guess Jeans, en el año 94. Ahí empecé a tener un nombre realmente dentro del mundo de la moda y empecé a viajar entre Europa y Estados Unidos. Iba a Europa, hacía los desfiles. Después venía la temporada de las editoriales, las revistas, las campañas, y empezaba a mechar entre Estados Unidos y Europa. Ya la gente te llamaba porque no estaba buscando una modelo de tu estereotipo, sino que estaban buscándote a vos; estaban buscando a Valeria.
 
 
Foto: Guess Jeans
- ¿Y cómo te sentías al saber que te buscaban a vos?
 
- Súper halagada. Además, es un mundo bastante de fantasía, donde lo que se ve es maravilloso. Imagínate: ¡Boom! Te producen toda y siempre salís a mostrar, a vender una imagen, digamos, un ideal. Pero bueno, la verdad es que el detrás es como cualquier trabajo; requiere de disciplina, de responsabilidad, de constancia. Para mí, primero, era un trabajo de mucha soledad, de mucho viaje… Tu cuerpo es tu herramienta de trabajo por lo cual tenés que estar siempre disponible de la mejor manera, expuesta. Vas aprendiendo también a sobrellevar esa exposición, a que los demás tengan el derecho de opinar sobre cómo te ves, sobre cómo te vestís, sobre lo que dijiste.
 
- ¿A vos te afectaban esas críticas y esa exposición?
 
- Bueno, lo fui aprendiendo. Es parte de mi trabajo exponerse y, una vez que te exponés, la gente tiene derecho a opinar. Si no querés que opinen, quedate en tu casa.
 
 
- ¿Con los años fuiste aprendiendo a sobrellevar la exposición?
 
- Sí, fue un proceso y creo que esa es una de las ventajas. Si empezamos a comparar el cómo era y cómo es, creo que es una de las ventajas que teníamos en ese momento, donde todo no era tan instantáneo como es ahora, es que teníamos tiempo de hacer carrera, de ir aprendiendo; como que ibas solidificándote en un escalón para poder subir otro. Hoy algo se hace viral y ¡pum!
 
- ¿Cómo surgió la oportunidad de desfilar para Gianni Versace y convertirte en una de las supermodelos más famosas del mundo?
 
- A Versace llegué un poco por esto de qué sé yo… si querés decile suerte. Aunque yo creo que la suerte aparece cuando se une la preparación con el momento indicado. Porque llegó mi momento. Yo estaba en Milán haciendo castings, yendo de un lugar al otro; te miran, caminás; intentando poder trabajar para pagar el departamento. Y, de repente, me dicen: “Andá a Versace que hoy es el desfile”. Faltaba una modelo y, bueno, ahí me ven y, a las pocas horas, estaba haciendo mi primer desfile para Versace. Y fue como: ¡Wow! Estaba dentro de un sueño. En ese momento miraba y no lo podía creer. Estaba dentro de lo que era Versace, con su gente, maquilladores, peinadores, todas modelos. Estaba viviendo como una película donde yo era parte.
 
 
Valeria Mazza y Gianni Versace.
Ese fue el inicio. Después, vas sumando, vas sumando y llega un momento que para sobrevivir en ese ambiente como que te la tenés que creer; tenés que creer que no sos parte, sino que sos protagonista de ese cuento. Sino quedás en el camino.
 
- ¿Sentías mucha competencia? ¿Qué desafíos tuviste que afrontar en esa etapa?
 
- Sí, creo que, en cualquier trabajo en un nivel alto, en un nivel internacional, hay mucha competencia. Pero yo siempre digo que aprendí a competir en la pileta, en Paraná, donde la competencia es siempre con uno mismo, es siempre superarse, es mirar el objetivo y dar lo mejor de vos para poder llegar al objetivo. Creo que estaba preparada sin saberlo. Creo que todos esos años que me dediqué a la natación me entrenaron para eso. Después, obviamente, la educación, tus valores, tu entorno, todo eso también te acompaña y ayuda a que puedas sobrevivir.
 
- ¿Qué momentos o experiencias recordás y agradecés de esa etapa?
 
- A mí la moda me abrió un mundo que yo ni siquiera sabía que existía. Conocí muchísimas ciudades, aprendí idiomas, conocí gente del mundo del espectáculo, del mundo de la política; tuve la posibilidad de llegar a determinados lugares. Todo eso te va nutriendo, vas aprendiendo y, en algún punto, cambió un montón mi vida, y creo que me enriqueció a mí como persona. Pero no cambió mis ideales, no cambió mis sueños, como el sueño de formar una familia. Yo siempre supe que iba a volver a mi país. A pesar de estar este desfilando en las mejores pasarelas del mundo, yo volvía siempre dos veces al año: en agosto, cuando en el hemisferio norte hay vacaciones y en diciembre para las fiestas. Entonces volvía y siempre trabajaba; tenía mis clientes acá. Después hacíamos gira por Latinoamérica. Y yo lo quería compartir con mi gente.
 
- Hablando del sueño de formar una familia, ¿cuándo decidiste volver para establecerte acá y cumplir ese sueño?
 
- Yo volví a la Argentina ya con el tercer hijo, Benicio. Me casé en el año ’98; en el ‘99, tuve a mi primer hijo Balthazar y, hasta los tres meses, con mi hijo, cochecito, niñera, seguíamos viajando por el mundo. Hasta que en un momento me di cuenta que era una locura para él, para mí y que no podía seguir haciendo la misma vida. Y la moda me abrió diferentes puertas y la posibilidad de probar diferentes profesiones. Una fue trabajar en televisión y entonces decidí aceptar; eso me daba rutina. Nos instalamos en Madrid y estuve durante un año haciendo un programa los sábados a la noche en la Televisión Española. Ya instalados en Madrid, me quedaba muy cerca para viajar; podía seguir con mi trabajo de moda en toda Europa. Me encantó hacer televisión ahí. Al año siguiente nos mudamos a Roma y estuve un año haciendo también un programa de televisión los sábados a la noche; era muy divertido.
 
 
Alejandro Gravier,
Balthazar Gravier (26), Valeria Mazza, Taína Gravier (17), Benicio Gravier (20) y Tiziano Gravier (23). Foto: Instagram @valeriamazzaok
Me quedé embarazada. Nace mi segundo hijo, Tiziano, y ahí nos instalamos en Milán. Estuvimos dos años en Milán. En un momento, todas las mañanas, hacía, en Canale 5, un programa que se llamaba Nessuno è perfetto (Nadie es perfecto, en español) que era ningún magazine. Y después me quedo embarazada y nace mi tercer hijo, Benicio. Y, ya en el 2005, con 3 hijos a cuestas, nos miramos con Alejandro y dijimos: “¿Qué estamos haciendo? Basta de esta vida de zíngaros (gitanos, en italiano), de movernos de un lado para el otro. Nos volvemos a Argentina”. Y nos instalamos acá en el 2005.
 
Acá también hice un poco de televisión y después nunca quise como quedarme. Si bien la base era Argentina, siempre sentí que tenía que tener la libertad de poder irme cuando me llamaran, entonces nunca quise tener nada que realmente me arraigara a una rutina, algo de todos los días. Hasta que después llegó el colegio de los chicos. Y, bueno, fui armando mi vida acá. Empecé a desarrollar el tema de la marca Valeria; empecé con el perfume y hoy tengo perfume, tengo anteojos, tengo zapatos, que eso me encanta. Empecé como a reinventarme y a seguir trabajando lo que es la marca Valeria, entonces sigo vinculada a la moda también.
 
Desde que empecé a trabajar en el mundo de la moda siempre la comparé con la carrera de un deportista o de un bailarín, que tuve la posibilidad de conocer muchos y de hacerme amiga. Yo era de la época de Gabriela Sabatini y, si yo llegaba a un país donde estaba jugando Gabriela, me iba a verla. Con Julio Bocca también; él fue durante muchos años el Primer Bailarín del American Ballet. Entonces yo llegaba a New York y lo llamaba a Julio. Entonces, como que siempre comparé mi profesión un poco con la de ellos, con la diferencia que ellos tenían una disciplina y sabían perfectamente qué iban a ser de acá a un año en agenda, y yo no sabía dónde iba a terminar mañana, pero sabía que era una carrera corta. O sea, tiene un tiempo porque tu físico es tu herramienta. Y llegó un momento que dije: “Ya no estoy. Ya no me interesa subirme a la pasarela con una chica de 15 años. Tengo que reinventarme y seguir siendo Valeria, seguir estando en la moda, pero desde otro lugar.
 
 
Foto: Valeria Mazza
- Y ahí empezaste a desarrollar tu marca, ¿y qué más?
 
- Ahí ya empecé a desarrollar mi marca propia y sigo poniendo la cara como imagen de algunas marcas. Además, empecé a trabajar en la Universidad de Palermo, hace 10 años. Empezamos con un taller de imagen personal y, hace cinco años, creamos una carrera de comunicación de moda que es algo que me encanta y une un poco como mi primera pasión que tiene que ver con la docencia y la moda.
 
- ¿Cómo te vinculas vos con el desarrollo de tu marca y en qué momento estás actualmente parada en ese trabajo?
 
- La verdad es que es algo que me parece súper creativo. Yo estoy en todo lo que es el desarrollo de cada producto. Actualmente lo que hacemos en el formato de negocio es que nos asociamos con socios estratégicos número uno en lo que hacen. Entonces, por ejemplo, el perfume lo hacemos con Cannon, que hace muchos años que están en el mercado, tienen muchísimas fragancias y, ya dentro de unos meses, vamos a sacar el segundo perfume. Así que bueno, felices. Y te diría que hace casi un año que trabajamos en lo que es el desarrollo del nuevo producto; empezamos por el tema de los aromas, después viene el packaging, el frasco, la botella, los colores, el diseño, o sea todo. Y me encanta y me apasiona.
 
 
Después, con los zapatos, estamos sacando ahora la segunda colección; se acaba de presentar la colección de invierno. En este caso nos asociamos con Gravagna, que también son casi 100 personas que están en la fábrica todos los días desde hace unos cuantos años; son muchas generaciones. Me apasiona esto de ir a fábrica y ver al señor que hace zapatos desde hace 50 años; ver hoy todo el empeño que le ponen a este producto, para el que también estamos unos cuantos meses para desarrollar todo lo que es la cápsula.
 
Y con los anteojos estamos hace ya 17 años, y la verdad que es número uno entre las marcas de Argentina. Estamos asociados con Ranieri. Es muy divertido porque dicen que el hombre copia todo y, cuando se equivoca, es creación; así que por suerte nos equivocamos bastante. También vamos inspirándonos. En todos mis viajes siempre estoy muy atenta, saco muchas fotos, hago videos, voy mandando, vamos pensando hacia qué lado ir y vamos siguiendo un poco las tendencias en todo lo que es materiales, colores, texturas.
 
En base a eso, trabajo en cada producto, en cada marca, en cada fábrica, en cada diseño y vamos creando, siempre pensando en las mujeres. Yo siempre pienso en qué me gustaría y qué de mi mundo quiero compartir con las mujeres.
 
- ¿Qué está en tendencia actualmente y para este invierno?
 
- Este invierno es tendencia el color vino tinto, el borravino, el bordó. Ese color está a full, así que hemos hecho varios modelos con ese color. Después, hay mucha bota, botineta, taco alto… y mucha comodidad; hoy en día hay que buscar la comodidad. Vos podés estar bien vestida, elegante, pero buscamos la comunidad. Entonces, hay mucho taco bajo o botas que lo hacen más cómodo. Y en los anteojos lo mismo, seguimos tendencia. Y el frasco, ya van a ver dentro de unos meses cuando salga, pero vamos por el mismo camino.
 
 
Foto: Valeria Mazza
- Desde tus inicios en el modelaje hasta ahora, donde las redes sociales también sirven como puente para impulsar las carreras de algunas personas, ¿cómo ves que cambió el mundo del modelaje?
 
- Creo que el mundo es otro porque la comunicación ha cambiado absolutamente todo. Yo siempre digo que soy de la época de los paparazzis donde te perseguían para saber dónde estabas, qué hacías, con quién estabas. Hoy cada uno es su propio paparazzi, y cuenta todo y más. Pero bueno, qué sé yo. Como toda época tiene sus cosas buenas y cosas por ahí no tan buenas. Creo que hay que saber adaptarse, saber usar las herramientas que tenemos en este momento y adaptarse.
 
Creo que hay mil diferencias de cuando nosotras empezamos, de una chica que quiere empezar a ser modelo hoy. En algún punto, si querés, esto de tener tu propio canal de comunicación está buenísimo porque, si sos creativa, podés hacer que te vean. ¿Cómo hacíamos para que nos vieran antes? Tenías que ir a golpear puertas, que alguien confíe en vos, crea en vos, te dé una posibilidad. Hoy tenés una herramienta en la mano que es poderosísima. Por otro lado, siempre me pregunto: “¿Qué estás dispuesto a hacer? ¿Qué estás dispuesto a entregar para que esa arma que tenés en la mano sea más poderosa?”. Depende de cómo la uses. Es una gran herramienta, el tema es saber usarla.
 
- Un caso llamativo es el de Anabel Sánchez, una chica de barrio que empezó a modelar en su casa, se filmó con toda la actitud y llegó a representar a marcas en Europa…
 
- Yo creo que ahí la herramienta estuvo muy bien usada, con mucha personalidad y demostró que realmente tenía ganas y tenía con qué. Y creo que la diferencia la hace la personalidad, siempre; sobre todo en un mundo tan efímero donde valoramos la belleza, que es bastante subjetivo el tema. Entonces, creo que la diferencia siempre la hace la personalidad, y el contenido que vos le pongas a esa imagen.
 
- En los ‘90 la moda estaba de moda. ¿Por qué creés vos que dejó de estarlo en estos años?
 
- Porque la moda cambia y porque las épocas varían. En ese momento la moda se puso de moda y se creó la generación de las supermodelos; las modelos salieron de la pasarela y de las revistas de moda y empezaron a ocupar otros espacios. Hoy pasa que celebridades del mundo de la televisión, del mundo de la política, del mundo del deporte, se suben a la pasarela o llegan a la tapa de las revistas de moda, y no porque sean modelos. O sea, Messi no es modelo y es imagen de un montón de marcas. Hoy se valora muchísimo la personalidad. Hoy la gente compra mucho más una personalidad que representa un montón de valores que una imagen de una persona linda, si querés.
 
 
Foto: Valeria Mazza
- Actualmente vemos que muchas referentes jóvenes del mundo artístico acuden a las cirugías estéticas, imponiendo cierta tendencia en la sociedad. Vos, en cambio, has reflejado tu opinión rechazando las cirugías. ¿Qué mensaje querés dar en ese contexto?
 
- Nunca he rechazado las cirugías. Que no me las haya hecho no quiere decir que las rechace. Es más, a la edad que tengo, estoy repensando seriamente si no tendría que empezar. Pero bueno, creo que es una elección muy personal, depende de cada uno. Si hoy me asusta esto de que tan jóvenes empiecen a tocarse y hacerse cosas que son de por vida, con lo cual hay que ser como muy cuidadosos en eso. Pero me parece que, si para vos hay algo tuyo con lo que no podés convivir, ya sea con la falta de o con la sobra de, está buenísimo que la cirugía te ayude.
 
Ahora, a mí me da miedo cuando hoy compran tanto estas imágenes irreales que ven todo el tiempo en el teléfono porque hay filtros por todos lados. Entonces, al final, pobres chicas que están persiguiendo una irrealidad. Ahí es donde me enojo realmente, porque hay un montón de personajes que se muestran de una manera tan mentirosa e irreal y hay tantas chicas que persiguen eso, que muchas veces terminan en el quirófano para poder llegar a eso que no existe. No lo busquen más.
 
Obviamente, termina siendo un negocio porque los cirujanos no dicen: “Hasta acá llegamos. Basta”. Entonces me parece de una irresponsabilidad terrible. Pero bueno, es como todo; hay que saber usarlo, cuándo, cómo. Es un tema que debería hablarse con responsabilidad con un médico. Y, además, hoy en día hay tantas cosas para hacer antes de llegar a la cirugía, como cuidarte.
 
Sepan que no podemos parar el tiempo; que a todos nos llega; que podemos hacer un montón de cosas para poder vernos lo mejor posible, pero el paso del tiempo es inevitable. Así que disfrútenlo, porque además se va bastante rápido. Al final, vas a ver que el día de mañana van a valorar mucho más a quién tenés alrededor que cómo te ves en el espejo.
 
- Estas semanas, el mundo lloró el fallecimiento del papa Francisco. Vos tenías una relación muy cercana con él; lo pudiste visitar en varias oportunidades, compartiste con él y también con tu familia. ¿Qué te dejó a vos el Papa y qué recordás de él en estos días tan fuertes?
 
 
- Recibí la noticia con mucha tristeza, muy conmovida porque estuvimos con él el 30 de enero, hace muy poquito. Creo que tuve la suerte, he sido bendecida, de poder haberlo disfrutado en varias oportunidades. Primero, como toda argentina, orgullosa; cuando tuve la oportunidad, a los pocos meses de haber asumido como Papa, fuimos a saludarlo. Después, nos dijo “vengan con los chicos” y volvimos con los chicos. Después recibí una invitación de la Academia Pontificia para ser maestra de ceremonia de unas charlas sobre cambio climático y esclavitud moderna. Ahí tuve la oportunidad también de compartir con él en diferentes ocasiones.
 
 
Foto: Instagram @valeriamazzaok
Para mí, creo que el sello que el dejó es el sello de la humildad. Creo que realmente era como Dios hecho hombre en la tierra. Me parece que tenía una sensibilidad, una humanidad y unos valores que, sin duda, dejaron su sello en la Iglesia y en el mundo.
 
Tal vez acá en Argentina nos concentramos mucho, siendo argentinos, en criticar, que es algo muy nuestro. Pero, tal vez ahora aprendamos a valorarlo. Ahora que vamos a poder salir de ese lugar de espera de “¿por qué no viene?” y vamos a poder entender todo lo que hizo y todo el legado que nos dejó.
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