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Milei y la guerra contra el periodismo: "Cuando el poder estigmatiza, peligra la libertad"

El periodista Pablo Sirvén analizó el enfrentamiento creciente del Gobierno con la prensa. "Entramos en una etapa más sistemática, y eso es preocupante”, dijo.

Domingo 04 de Mayo de 2025

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12:06 | Domingo 04 de Mayo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

El periodista Pablo Sirvén analizó el enfrentamiento creciente entre el Gobierno y la prensa, y advirtió sobre los riesgos que implica cuando es el propio Presidente quien lidera el ataque.
 
“Esto no es nuevo bajo el sol”, comenzó diciendo Sirvén, quien vinculó la actual embestida contra el periodismo con prácticas propias de regímenes autoritarios: “En la historia contemporánea argentina, desde Perón hasta Cristina Kirchner —y ahora Milei—, convertir al periodismo en enemigo público número uno ha sido una estrategia reiterada”.
 
En diálogo con Rivadavia AM 630, el columnista subrayó que hasta hace poco los ataques eran esporádicos y más difusos: “Parecían golpes sueltos. A veces contra artistas, otras veces contra economistas. El periodismo aparecía de tanto en tanto. Pero ahora entramos en una etapa más sistemática, y eso es preocupante”.
 
Según Sirvén, el hecho de que el propio presidente Javier Milei se ubique al frente de esa ofensiva eleva el nivel de peligrosidad: “Ya no son solo trolls o bots. Cuando el jefe de Estado dice ‘no hay que sobreactuar con los periodistas’, se lanza un mensaje ambiguo que puede habilitar a los lobos solitarios. Y eso es lo más inquietante”.
 
En ese sentido, recordó que ya hubo casos de agresión, como el sufrido por el periodista Roberto Navarro, y advirtió que estos discursos pueden tener consecuencias reales en la calle, en un contexto social cargado de tensiones.
 
Silencio político y desconfianza social
Consultado sobre la falta de repudio por parte del arco político, Sirvén también vinculó esa actitud al descrédito que pesa sobre el periodismo. Una reciente encuesta muestra que el 81% de la sociedad considera que el periodismo político es poco creíble. "Eso explica en parte el silencio de la clase política y también por qué el Gobierno se siente con margen para pegar”, opinó.
 
Para el analista, hay algo más profundo: “En Argentina hay una tendencia muy arraigada a no reaccionar cuando se vulneran derechos. Pasó con los derechos humanos, pasó con Malvinas... Hay una mezcla de indiferencia y oportunismo”.
 
Recordó el reciente episodio en el que Milei, frente a un auditorio de empresarios, lanzó improperios contra la prensa y recibió risas y aplausos: “Me hizo acordar a las cadenas nacionales de los Kirchner, con todos los aplaudidores. Cambian las caras, a veces ni siquiera cambian, pero el servilismo al poder sigue igual”.
 
¿Y la autocrítica del periodismo?
Sobre la crítica habitual de que el periodismo nunca se hace cargo de sus errores, Sirvén fue claro: “Como toda profesión, tenemos cosas para rever. Pero no me parece que el momento adecuado para la autocrítica sea cuando el poder te empuja y te agrede. Esa revisión tiene que hacerse de adentro, no porque el Presidente nos mande al rincón”.
 
Admitió, sin embargo, que las redes sociales desmoronaron el pedestal desde el cual muchos periodistas hablaban: “Durante mucho tiempo se habló con soberbia y sin devolución. Ahora la gente responde, a veces con dureza. Eso es parte del juego democrático”.
 
La verdadera amenaza, sostuvo, viene cuando el poder se mete en esa dinámica: “El Gobierno no entiende que hay una asimetría. Su megáfono es más fuerte y su influencia más grande. Y cuando el discurso oficial fogonea el odio, los hechos violentos pueden materializarse”.
 
La trampa de la bronca
Finalmente, Sirvén reflexionó sobre el regreso del Presidente a una retórica más agresiva: “Después del caso Télam había bajado su hiperactividad en redes. Pero ahora, con la campaña electoral, vuelve el Milei de la campera de cuero, de La Renga, de la bronca como bandera. Eso le dio resultado en 2023. No sabemos si ahora también”.
 
Y concluyó con una advertencia: “Cuando se instala una lógica de barra brava en la discusión pública, nadie gana. Ni siquiera el Gobierno. Porque la violencia política, simbólica o física, siempre termina explotando en el lugar menos pensado”.
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