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El mandatario estadounidense planifica asfixiar las arcas del chavismo con un boqueo al sector petrolero. El poder de las encuestas en un año próximo electoral.
Lunes 22 de Diciembre de 2025
07:52 | Lunes 22 de Diciembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
En EE.UU. son cada vez más las voces que se preguntan cómo y cuándo Donald Trump planea dar por terminada su misión en el Caribe bajo el argumento de luchar contra el narcotráfico encarnado por el supuesto Cartel de los Soles y su “líder”, Nicolás Maduro, en un país donde se asientan las mayores reservas petroleras del planeta.
“Me parece concebible que, en un mes, o dos meses, el presidente (…) declare la victoria alegando que el narcotráfico marítimo ha disminuido drásticamente”, declaró Elliot Abrams, enviado especial de Trump para Venezuela en su primer mandato, en el podcast “School of War”. Pero “si Maduro sobrevive y Trump se retira, será una derrota”, alertó.
El presidente estadounidense es consciente de esta inevitable lectura geopolítica. Por eso dejó en claro cuál el es el objetivo de mínima de su plan sobre Venezuela. “Él sabe exactamente lo que quiero. Él lo sabe mejor que nadie”, dijo Trump al aludir al gobernante chavista en una entrevista reciente con NBC News.
Aunque no lo precisó, su exigencia primaria es simple: quiere que Maduro se marche al exilio. Después habrá tiempo para determinar qué pasará con la revolución bolivariana y si la moneda de cambio es la reapertura del negocio petrolero para las empresas estadounidenses, más allá de la autorizada presencia de Chevron en el país caribeño bajo los guiños del chavismo y la Casa Blanca.
El objetivo de máxima -la caída del chavismo, un plan nunca reconocido- parece hoy una misión encadenada a una acción militar más profunda que Trump no estaría dispuesto a autorizar ante el riesgo latente de bajas propias difíciles de plantear ante su propio electorado. La sospecha creciente es que la apertura democrática está atada hoy a un juego de intereses más que a deseos genuinos de acabar con un régimen autoritario.
La estrategia de Trump viene mutando desde que desplegó su poderosa flota naval frente a la costa venezolana en septiembre pasado.
Primero habló de drogas. Atribuyó a Maduro el liderazgo de un cartel del que no pocos dudan de su existencia y bombardeó y hundió decenas de lanchas rápidas que supuestamente transportaban sustancias ilícitas. Pero no aportó ninguna prueba. En estas acciones, según la prensa estadounidense, ya murieron más de un centenar de personas. La ONU advirtió incluso que se trataría de ejecuciones extrajudiciales.

Después amenazó con ataques terrestres que se vienen postergando y extendió la advertencia a la vecina Colombia, del presidente Gustavo Petro, a quien también calificó sin pruebas como líder narco. La mayoría de la cocaína que llega a EE.UU. se produce en ese país, pero sale del puerto de Guayaquil, en el Ecuador, donde el presidente Daniel Noboa es un estrecho aliado de Trump. Las amenazas no llegaron a Quito.
Expertos en narcotráfico afirman que sobre Venezuela pasa una mínima cantidad del tráfico de drogas sudamericano y que desde allí, en su mayoría, viaja a los mercados europeos. El fentanilo, declarado un arma de destrucción masiva por Trump, no viene de Venezuela, sino de México y China.
El llamado Cartel de los Soles está enquistado en estructuras militares y en distintas dependencias oficiales. Pero no solo se alimenta del narcotráfico, sino también de amplias redes de corrupción que se extienden en especial por la millonaria industria petrolera y en la minería.
“Es una red criminal que se distribuye en bloques de intereses y economías criminales, principalmente en partes del gobierno venezolano”, dijo en una entrevista reciente a TN el periodista y escritor Steve Dudley, codirector del centro de pensamiento estadounidense Insigth Crime, que investiga y analiza el crimen organizado en América Latina y el Caribe.
En ese marco, algo cambió en los últimos días. Trump busca ahora cercar financieramente a Maduro con un bloqueo total a buques petroleros sancionados. Ya lleva tres confiscaciones en los últimos 10 días. Es una ofensiva al corazón del financiamiento chavista. Pero mostró un nuevo nivel de exigencia para elevar la amenaza: ahora revindicó para Estados Unidos ser el dueño del petróleo venezolano.
“Recuerden que nos quitaron todos nuestros derechos energéticos. Nos quitaron todo nuestro petróleo, no hace tanto. Lo queremos de vuelta. Nos lo quitaron ilegalmente”, dijo.
La industria petrolera venezolana fue nacionalizada en 1976, durante la primera presidencia del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez. Entonces se reservó los derechos de exploración y explotación de los yacimientos del país a la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). En 2007, Hugo Chávez obligó a las transnacionales a asociarse en minoría con esa empresa o retirarse del país.
Trump puso así a las drogas bajo la alfombra del petróleo venezolano y alimentó así la narrativa del madurismo para denunciar que EE.UU. solo busca derrocar al chavismo para quedarse con el crudo.
El tiempo pasa y juega en contra de los planes de la Casa Blanca. Trump sigue sin desechar un ataque frontal. “No lo descarto”, dijo a NBC News.
Pero a un mes de cumplir su primer año de su segunda presidencia, el 20 de enero, el presidente mira de cerca las encuestas. 2026 será un año electoral. Muchos de sus socios republicanos no quieren saber nada con enfrentar elecciones en medio de una nueva guerra cuando una de las principales promesas de campaña se asentó precisamente en el fin de los conflictos bélicos.
En ese escenario, el 63% de los encuestados por la consultora Quinnipiac, citada por el sitio Político, se opuso a una acción militar en Venezuela. Pero no solo eso. El 53% está en contra de la estrategia de la Casa Blanca de atacar presuntas lanchas del narcotráfico en el Caribe y el Pacífico.
Los sondeos además no son benévolos con la imagen del presidente. Solo el 42% apoya su gestión frente a un 58% que la desaprueba, según un reciente sondeo de NBC News Decision Desk. Pero hay algo más preocupante para el presidente: cae el respaldo entre los seguidores del movimiento MAGA (Make America Great Again). Esa caída fue de 8 puntos desde enero. La economía es el eje del humor de los estadounidenses, pero el caso Venezuela resta más de lo que suma.
Trump sabe que no puede eternizar la presencia militar en el Caribe. No solo por sus elevados costos. Necesita una solución rápida. La salida de Maduro puede ser el “éxito” que esperaba mostrar al mundo, aunque esa eventual decisión significaría poco y nada para la oposición venezolana si el chavismo logra sobrevivir con el sacrificio de una sola ficha de poder en un tablero geopolítico manchado por intereses energéticos.
El crudo venezolano en la mira
Trump necesita una solución rápida
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