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De la mano de los pibes, San Lorenzo le ganó a Instituto y recuperó algo de paz

En un clima caliente en el Gasómetro con insultos a Moretti, el Ciclón de Ayude, con gol del chico Salinardi, derrotó a la Gloria y alcanzó la línea de River en la zona B. Y llega entonado al clásico.

Sábado 23 de Agosto de 2025

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16:30 | Sábado 23 de Agosto de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Ganar. Acción necesaria por contexto. San Lorenzo necesitaba ganar. Para disociar al catártico fútbol del vodevil dirigencial interminable, demasiado desgastado. Para trepar en la tabla de posiciones e igualar en puntos -al menos hasta el lunes- a un River presupuestariamente mucho más elástico. Para encarar la semana del clásico ante Huracán que recordó su gente durante prácticamente los 90 minutos y descuento.
 
Ganar. Y cómo hacerlo. Dos prioridades de un San Lorenzo que pudo herir un poco más (solo un poco) a un Instituto que no se animó a pasar de su teoría a lo práctico.
 
Boedo lo hizo, por lo pronto, a tiempo. Cuando algunos todavía no habían activado el cronómetro del segundo tiempo, Branco Salinardi -canterano de área y olfato- metió pie y alma para empujar la pelota para redondear el debut onírico, de tango de Reinaldo Yiso. Y evitar el rush hour de la desesperación ante el riesgo del repliegue cordobés para cuidar un cero a cero que por coyuntura le cerraba. Combo que suele incluir contragolpes potencialmente fatales.
 
Instituto, que encontró a espaldas de Cerutti una vía de ataque pero que a fin de cuentas sólo insinuó. Pero sin filo, más allá de un tiro bombeado que tras un desvío acabó en el poste alto. Pudo herir si se animaba a ello. Sin embargo, no aprovechó la oportunidad. Y chau.
 
San Lorenzo entendió que podía arriesgar más. Y fueron, fueron los pibes. Con guías espirituales fronteras adentro de la cancha (Cerutti y Tripichio, determinantes por el equilibrio que aportan) fluyó mejor el fútbol de Perruzzi, se animó Rattalino a levantar al Bidegain con un tiro de media distancia. Entró Ladstatter y no gritó porque Roffo metió el cuerpo. Y cuando Instituto los tumbos se coló en el área, Baez, Herrera, Romaña, Ruggeri y Rosl fueron abajo a evitar un empate injusto. Cuando las piernas pesaban aun con los cambios a cuestas.
 
Salinardi festeja su gol. Foto: Marcelo Carroll.Salinardi festeja su gol. Foto: Marcelo Carroll.
Ganar. Para ganar paz por obra y gracia de la pelota y del piberío que la gestiona. La paz que institucionalmente no encuentra el club, se la da un equipo conformado con jóvenes, pibes, tipos grandes y un entrenador -Damián Ayude- que no ha resignado su idea. Que reinventó al utilitario San Lorenzo de Russo en un cuadro con aspiraciones a sorprender. Que deberá corregir errores propios de aquellos que están jugando con el diploma de egresado de la cantera en la mano, con los que lo colgaron hace un par de años y con quienes quizás en otro contexto estarían en Reserva. Pero que están ofreciendo una solución que el hincha valora. Con las evidentes limitaciones que consiguen paulatinamente ir puliendo con el acelerado proceso madurativo.
 
El hincha que separó tantos y reclamó prolijidad de sus representantes también cantó por el campeonato. Ilusión indestructible con elaboración propia. Y por el derbi ante Huracán. Y por esos objetivos que desean tildar.
 
Para eso, el San Lorenzo de Ayude ganó. Y sigue en la lucha, en zona de Copas, entonado en la víspera del clásico. Y está arriba. Ganar era la meta y la logró. Adentro de la cancha, lo nuevo y lo bueno funciona
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