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Sociedad
Las mujeres fueron relegadas de la historia oficial de los primeros capítulos de la patria. Sin embargo, con los años, aquellas patriotas toman más relevancia.
Domingo 25 de Mayo de 2025
18:33 | Domingo 25 de Mayo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
En la escuela, aprendimos que la Revolución de Mayo de 1810 fue protagonizada por los héroes de la patria, todos hombres. Tras el derrocamiento del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan José Paso y Cornelio Saavedra, entre otros, conformaron la Primera Junta de Gobierno de las Provincias del Río de la Plata. Así, esa histórica jornada, se empezaban a escribir los primeros capítulos de que sería la Independencia de Argentina, 6 años después.
Sin embargo, las mujeres de la época, que participaron en el proceso revolucionario, quedaron relegadas del relato histórico oficial, por siglos. Recién en los últimos años, historiadores e investigadores comenzaron hacer hincapié en las historias de las mujeres que tuvieron un rol crucial al financiar y organizar las discusiones políticas que luego culminarían en la Revolución.
No es raro que, en la época, aquellos que escribieron la historia oficial se enfocaran únicamente en el desempeño de los hombres en la Revolución, puesto que entonces no se les permitía a las mujeres participar en la política, al menos, de forma pública. Precisamente, por ello, no existen los registros suficientes de las mujeres de la Revolución.
Aun así, a través de fuentes documentales, cartas y estudios recientes, los historiadores comenzaron a reconstruir la participación de las mujeres en la Revolución de Mayo. Su presencia fue central en la organización de espacios de discusión, el sostenimiento económico de la causa y, en algunos casos, en el combate directo. Estas mujeres, cuyos nombres comienzan a recuperar espacio en la memoria colectiva, fueron parte activa del proceso revolucionario que condujo a la independencia del actual territorio argentino.
Mariquita Sánchez de Thompson es una de las figuras femeninas más conocidas del período. Esposa del marino Martín Thompson, organizaba reuniones políticas en su casa de Buenos Aires. En esos encuentros, conocidos como tertulias, se debatían ideas sobre el futuro político del Virreinato. Como si fuera poco, Mariquita participó activamente al donar joyas para financiar a los grupos revolucionarios.
Guadalupe Cuenca, casada con Mariano Moreno, también participó activamente en los debates políticos de la época. Cuando su esposo viajó a Europa en misión diplomática, ella le escribió cartas donde analizaba y comentaba la situación política local, dejando una prueba fundamental de su vínculo con el proyecto revolucionario.
Otra figura destacada fue Casilda Igarzábal, esposa de Nicolás Rodríguez Peña, quien había participado en las movilizaciones independentistas desde las invasiones inglesas. Casilda actuaba como “salonnière”, rol con el cual habilitaba el uso de su hogar como espacio de reunión para los patriotas, e incluso emitía su opinión durante los debates políticos.
A pesar de no estar plenamente vinculada con la Revolución de Mayo, María Remedios del Valle fue una afrodescendiente que participó activamente en las guerras de la independencia. Inició su colaboración como auxiliar del Ejército del Norte y luego luchó en el frente de batalla. Fue herida, capturada y torturada, y tras su liberación, continuó sirviendo. En 1827, fue reconocida oficialmente como “Madre de la Patria”.
Manuela Pedraza se destacó durante las Invasiones Inglesas de 1806, cuando tomó el fusil de su esposo muerto y mató a un soldado enemigo. Su valentía le valió el reconocimiento de las tropas criollas. Su accionar fue una antesala de lo que sería el compromiso femenino con las causas emancipadoras.
Juana Azurduy, aunque más asociada a la etapa posterior a 1810, comenzó su participación activa en la lucha por la independencia desde el Alto Perú. Combatió junto a su esposo, Manuel Padilla, y lideró tropas conformadas por hombres e indígenas. Su contribución militar fue reconocida años más tarde por Belgrano, quien le entregó su espada.
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