David Kavlin rompió el silencio tras sufrir dos infartos y relató en primera persona lo que vivió: "Muerto"

El protagonista de este relato estremecedor es David Kavlin, quien este sábado 27 de diciembre vivió el episodio más crítico de su existencia. El periodista de 54 años se encontraba disfrutando de su rutina de fin de semana en su club habitual cuando, tras un partido de pádel, su cuerpo dijo basta.

La situación escaló con una rapidez vertiginosa: el malestar inicial se agudizó frente a la mirada de su hijo Tommy, quien, lejos de paralizarse, se vistió de héroe y corrió a activar el protocolo de emergencia que, a la postre, resultaría vital.

Las palabras de David Kavlin

La secuencia fue dramática. El equipo médico del club actuó con celeridad realizándole un electrocardiograma que arrojó el peor resultado: un infarto en curso. Tres ambulancias llegaron al lugar para trasladarlo de urgencia a la Clínica La Trinidad de San Isidro, pero el viaje se convirtió en una batalla contra el reloj.

“En la ambulancia hice un paro cardiaco y en la guardia de la clínica me revivieron. Llegué muerto”, confesó Kavlin sin eufemismos, describiendo esos segundos de oscuridad absoluta antes de que los profesionales lograran estabilizarlo y colocarle un stent.

Ya fuera de peligro y recuperando su color habitual, el conductor de Nuevediario no ahorró elogios para quienes lo trajeron de vuelta. Destacó la labor del cardiólogo Tomás Vernero y mencionó con especial cariño a Silvana Fazzetto, la enfermera que, según sus palabras, lo atiende "como a un rey".

El precio del estrés

A pesar del trauma físico, el periodista no perdió su clásica chispa: "Me van a tener que seguir aguantando en la tele. Tengo cuerda para rato", bromeó, confirmando que podrá pasar el Año Nuevo rodeado de su familia.

Con la calma que otorga la supervivencia, Kavlin hizo un mea culpa sobre el ritmo vertiginoso que llevó durante este 2025. Entre la conducción de Argentina 12, Mañanas picantes y el noticiero nocturno, sumado a la intensa gira de promoción de su libro Nos gritan judíos de mierda, su cuerpo le pasó factura. "La difusión del libro me llevó por todos lados, no paré y eso también me generó bastante estrés", reflexionó.