Farándula

Mariano Israelit, el mejor amigo de Maradona: "Diego me dijo que tenía cien palos verdes y hoy esa plata no está"

El “Feo” contó cómo fueron sus últimas charlas con el astro y aseguró que el entorno lo tenía completamente “blindado”

Sábado 06 de Febrero de 2021

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10:01 | Sábado 06 de Febrero de 2021 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Vengan más seguido: no me dejen solo, no me abandonen”, les dijo Diego Maradona al despedirlos después de compartir con ellos una larga jornada. El calendario marcaba el mes de febrero de 2020 y el astro se dirigía a Mariano Israelit, su amigo de toda la vida, y al doctor Mariano Castro, quien también formaba parte del círculo de sus íntimos. Después, llegó la pandemia del coronavirus y el encuentro no se pudo repetir.

Mientras revuelve las miles de anécdotas que rondan por su cabeza, El Feo -como había apodado el astro a Israelit- no puede dejar de pensar en aquella frase. “Fuimos a comer un asado a Los Fresnos, en Bella Vista. Estaban Rocío (Oliva), el padrastro (Digno Valiente) y Charly (Ibáñez). Y, cuando nos íbamos, Diego nos llamó a un costado para decirnos eso”, recuerda en diálogo con Teleshow.

¿Cuál fue la respuesta de los amigos de Maradona? “Le dijimos: ‘Nosotros jamás te vamos a abandonar. Lo que tenés que saber es que nos filtran y, a veces, no nos dejan llegar a vos. Nos bloquean, nos cambian el teléfono y es imposible. Y a vos también te borran nuestros números para que no nos puedas llamar”, cuenta el productor de radio y televisión. Y ratifica lo que muchos vienen remarcando desde que murió el astro: “A Diego lo tenían blindado”.

El doctor Mariano Castro y el Feo junto a Maradona (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

El doctor Mariano Castro y el Feo junto a Maradona (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

—¿Cómo nació tu amistad con Maradona?

—Lo conocí en el año ´82, porque yo iba a la escuela con uno de sus hermanos, Hugo (Maradona), así que iba a su casa a estudiar. Y compartí muchas comidas con su familia. En esa época, él justo se estaba yendo a España para jugar en Barcelona.

—Ya era una figura…

—Sí, claro. Había salido campeón con Boca en el ’81. Pero, en ese momento, yo no tenía mucho trato con él porque mi amigo era su hermano. Por ahí, lo veía en algún cumpleaños cuando venía a Buenos Aires, pero nada más. Después, por el año ’98, lo vi en el VIP de la disco La Diosa. Pero no lo fui a saludar porque pensé que él ni se iba a acordar de mí. En una de esas, siento que alguien me pega un cachetazo en la cabeza y, cuando me doy vuelta, no había nadie. Mis amigos se mataban de risa. De repente, otro cachetazo. Y era Diego, que me había pegado y se había tirado en el piso para que no lo descubriera.

—¿Un chico?

—Tal cual. Ahí me dice: “¿Estuviste en mi casa y no me venís a saludar?” Yo le expliqué que me había dado vergüenza. La cuestión es que me hizo pasar con mis amigos al VIP y, tipo seis de la mañana, me dijo que fuera al Hotel Cristóforo Colombo, donde estaba viviendo él, que nos encontrábamos en una hora. Llegó coleando con su camioneta Montero a eso de las nueve y media. Ahí empezó mi relación con Diego.

—¿Se puede saber qué hicieron a esa hora después de una noche de boliche?

—Me empezó a contar por qué se había separado…

—¿Y qué te contó?

—Y bueno, que él se iba de la casa…¡La de siempre! En ese momento, Diego estaba saliendo con Laura Cibilla. De hecho, esa misma noche la conocí, porque estaba con él. Y, a partir de esa charla, empezó nuestra relación de amistad.

—Después conviviste con Maradona en Cuba…

—Sí: estuve yendo y viniendo durante cuatro años, porque en ese momento yo laburaba como manager de Alejandro Lerner y no podía descuidar mi trabajo.

—¿Vos nunca fuiste empleado de Diego?

—No. Como productor de Fox Sport y otras cadenas, hice trabajos para él. Pero nunca fui parte de su staff. Así que yo iba cuando quería o cuando arreglaba algo con él.

—¿Cómo transcurrían los días en la isla caribeña?

—Mucho golf. En una época, estábamos desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche en el campo de golf. Era como una adicción que tenía.

—¿Al no poder jugar al fútbol se aferraba a ese deporte?

—Claro. Fueron varios años en los que íbamos todos los días al golf. En un momento, Guillermo Cóppola había comprado unos cascos con unas luces de minero y unas pelotitas transparentes, a las que rellenábamos para que se hicieran fosforescentes. Porque era tal el fanatismo que le había agarrado a Diego, que quería seguir jugando a la noche. Me acuerdo que íbamos con Omar Suárez y Mariano Castro a hacerle el aguante.

—¿Y el tratamiento?

—Lo hizo. Todos los días venían los médicos a la casa de La Pradera a controlarlo. Y el doctor Alfredo Cahe llamaba todo el tiempo para ver cómo estaba.

—¿No siguió consumiendo?

—Yo no lo vi. Y estuve mucho, ¿eh?

—¿Tuvo novias e hijos en Cuba?

—Hijos no. Y novias le conocí dos: Mavys, que fue la que más tiempo estuvo con él, y Adonay.

—¿No hubo más mujeres?

—Yo conocí sólo a esas dos. Y era muy difícil que vinieran otras estando ellas…

—Hay fotos, Mariano.

—Las vi, pero eso debe haber sido en alguna de mis idas y vueltas.

—¿Y Laura?

—Con ella ya había cortado para esa época.

—El hijo de Cibilla nació en el 2003...

—Yo al nene lo conocí cuando Guillermo ya no estaba y Cuqui Laborda, al que le quedó grande estar al lado de Maradona, nos consiguió una casa para el lado de Cañuelas. Era un country de golf. Y me acuerdo que Diego lo paseaba en el carrito. Esto habrá sido entre el 2004 o el 2005.

—¿Él decía que era su hijo?

—Sí, porque Laura le había dicho que era suyo. Pero después hubo un ADN que le dio negativo.

—¿Qué pensás al respecto?

—Yo leí en la nota de Teleshow, que Laura dijo que entró mucha gente. Y después me llamó. Entonces yo le dije: “Mirá, si vos no estás segura del resultado, volvelo a hacer”. Pero ella me dijo que no quería.

—¿Maradona te había pedido a vos el teléfono de Cibilla hace un año?

—Sí, fue en diciembre del 2019. Habíamos estado comiendo en la casa de Diego y, cuando yo me fui, él se quedó con Mariano Castro. Entonces, cuando estaba por llegar a mi casa, me suena el celular y era él. Me dice: “¿Puede ser que vos hayas estado hablando con Laura Cibilla?”. Yo le expliqué que ella me había llamado pero no la había atendido, porque no quería problemas, y que después me había mandado un mensaje pidiéndome hablar con él…

—¿Entonces?

—Me preguntó: “¿Y por qué no le diste mi teléfono?”. Y yo le dije: “Porque no quiero quilombo con nadie”. En esa época estaba Rocío y yo nunca me metí en sus problemas de pareja. Pero ahí me dijo: “¿Vos amigo de quién sos?”.”Amigo tuyo”, le dije. “Entonces pasame el teléfono”, me contestó.

—¿Cómo se había enterado él de que vos habías estado en contacto con Cibilla?

—Se lo contó Castro y por eso me llamó. Así que le pasé el número de Laura. Y, a las dos horas, me llamó Rocío desde uno de los dos celulares de Diego.

—¿Para qué?

—Me preguntó: “¿Vos le pasaste el teléfono de Laura?”. Le dije que sí. Y por atrás se lo escuchaba a Diego diciendo: “¡Yo no se lo pedí!”. No quería pelearse con Rocío…

—¿Y ella por qué estaba con el teléfono de Maradona?

—Porque se lo revisaba. ¡Queda en evidencia que era así!

—Pero, ¿por qué no quería que hablara con Laura?

—Ellos estaban que se peleaban y volvían. Rocío dijo que ya habían terminado, pero después se vieron unas fotos en las que estaban juntos. Porque ella seguía yendo a la casa. La última vez que yo fui a ver a Diego fue en febrero del 2020. Y ella estaba.

Mariano y Diego en el quincho donde compartían sus almuerzos. Detrás,

Mariano y Diego en el quincho donde compartían sus almuerzos. Detrás, "el altar" con recuerdos que le regalaron sus hijas Dalma y Gianinna (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

—El tema de los llamados filtrados es recurrente entre los amigos de Maradona...

—Lo tenían blindado. Y, en cuanto llamaba alguien que ellos no querían, le cambiaban el chip. Yo iba a comer a la casa de Diego y le decía: “Che, te dejé un mensaje. ¿No te llegó?”. Porque no me aparecían los dos tildes. Y, cuando le pedía su número, tenía que fijarse el que tenía anotado atrás del aparato. ¡Nunca pasó con Guillermo que él no se acordara su teléfono de memoria! Mirá que le ibas a tocar el celular...

—¿No lo permitía?

—¡No! Por ahí estábamos comiendo y le sonaba. Yo le decía: “Diego, tu teléfono”. Y él me preguntaba: “¿Es el tuyo?”. “No”, respondía yo. Y me aclaraba: “Dejalo que suene entonces. Vos atendé el tuyo, que el mío lo atiendo yo”. En el último tiempo, en cambio, yendo a comer vi varias veces que Charly se levantaba para ir a la parrilla y se llevaba sus dos celulares afuera.

—¿Los de Maradona?

—Claro.

—¿Para qué?

—¡No sé! Para controlarlo, calculo. Él y Rocío sabían la contraseña.

—O sea que no solo le cambiaban el chip y le bloqueaban contactos, sino que también le quitaban el aparato...

—Varias veces Diego decía: “Charly, ¿mi teléfono?”. Y él venía y se lo dejaba. Mirá: yo en el velatorio, me puse a hablar con (Oscar) Ruggeri, el Negro (Héctor) Enrique, el Checho (Sergio) Batista y con otros jugadores del ‘86. Y ellos me contaron que lo querían llamar y no podían. Yo, como un gil, pensaba que me bloqueaban a mí porque no querían que fuera. Pero era igual con todos. Si se lo hacían a Dalma y Gianinna, ¡mirá si no se lo iban a hacer al resto!

El Feo acompañando a Diego en su operación de rodilla (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

El Feo acompañando a Diego en su operación de rodilla (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

—¿Te consta que a las hijas también las bloqueaban?

—¡Sí! Me lo dijeron ellas.

—¿Por qué Maradona permitía esto?

—No sé. Nunca lo pude entender. O no le daba importancia, o no estaba en sus cabales...

—¿Cuándo fue la última vez que pudiste hablar con él?

—En septiembre del 2020. Él falleció en noviembre. Pero en el último tiempo ya lo notaba bajoneado, triste. Diego estaba mal desde que lo habían operado de la rodilla. Yo lo fui a ver a la Clínica Olivos y estaba bien. Pero después le costaba caminar. Le dolía un montón y estaba angustiado por eso. Encima, sabía que se tenía que operar de la otra este año. A eso se le sumó la pandemia. Y la depresión porque quiso hacer un cumpleaños con todos sus hijos y no se pudo. Además, la pelea con Rocío lo había angustiado mucho, porque él estaba enamorado.

—¿Sí?

—Yo lo veía: llegaba ella y se ponía feliz.

—¿Y para qué iba Rocío a la casa si ya estaban separados?

—No sé. Pero ella se iba y no se iba. Yo la veía ahí.

—¿Maradona era tan generoso como ella dice?

—Se ve que con ella sí, digo por lo números que se vieron de donaciones que le hizo. Yo nunca le pedí nada. Me regaló algunas camisetas. Pero Diego nunca venía y decía: “Tomá cien mil dólares”. La verdad que Rocío tuvo mucha suerte.

Israelit en un asado junto a Maradona, Jana y Junior (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

Israelit en un asado junto a Maradona, Jana y Junior (Foto: álbum personal de Mariano Israelit)

—¿Y con los hijos era dadivoso?

—Con Dalma y Gianinna sí. A Jana yo la conocí al final, igual que a Junior. Pero nunca supe cómo eran los temas económicos con ellos.

—Antes de reconocerlos públicamente, ¿Maradona hablaba de sus hijos extramatrimoniales?

—No, a nosotros nos decía lo mismo que decía en los medios: que no eran de él. Pero al final, por suerte, terminó reconociéndolos.

—¿Y les dio alguna explicación de eso?

—Había temas de los que no quería hablar. Y los que estábamos ahí, Omar, Mariano, Guillermo y yo, éramos respetuosos de eso.

—Hoy, con Dieguito Fernando, tiene cinco herederos. ¿Qué opinás de los pedidos de filiación pendientes: Santiago Lara y Magalí Gil?

—Me parece raro que no se hayan hecho el ADN pasado tanto tiempo. Ahora aparecieron dos chicas más (N. de R: Damaris Alejandra Maradona y Eugenia Laprovíttola). Para mí hay gente que quiere embarrar la cancha.

—¿Qué opinás de Matías Morla?

—Yo lo vi una sola vez, en una comida. Él iba a tratar temas puntuales, pero no estaba todo el tiempo. El que sí estaba era Maxi Pomargo, que por lo general estaba afuera fumando. Y estaba Charly, para darle cerveza a Diego, lamentablemente.

—¿Lo embriagaban a propósito?

—¡Sí! Y no me canso de contarlo.

—¿Pensás que lo dejaron morir?

—Le soltaron la mano. Sabían que tenía problemas de corazón y no estaba medicado. Aparte, cómo vivía Diego. Cuando volvió de México, me dijo: “No sabés cómo me recuperé después de Dubai. Tengo más de cien palos verdes”. Me lo contó él a mí. Yo le contesté: “Vos sos un rey, tenés que vivir como te merecés”. Y sus últimas casas, sin desmerecer, no estaban en condiciones. ¡Hasta se llovían! Y no tenían aire acondicionado ni calefacción central, cuando estamos hablando de un tipo que tenía esa guita...

—¿Dónde está esa plata que Maradona tenía?

—No lo sé, por los números de los que hablan no está. Yo cuento lo que él me dijo. Y me encantaría que los hijos fueran los que la heredaran.

—¿En algún momento te habló de su muerte?

—Nunca. Yo a Diego me lo imaginaba de viejo, con panza, con pelo porque jamás iba a quedarse pelado, yendo a ver los mundiales a cualquier país del mundo. Siendo feliz. Y se fue a los sesenta años. Yo todavía no lo puedo creer. Los primeros quince días me levantaba con ganas de llamarlo y, después, me daba cuenta de que ya no estaba. Fue tristísimo. Sobre todo, por la manera en que se fue.

—¿Qué sentís al escuchar los audios del doctor Leopoldo Luque y la doctora Agustina Cosachov?

—Mucha tristeza. Y vergüenza. Pero ahora nos quieren hacer creer que Maradona recibía los currículum de los médicos, los cocineros, y qué él decidía a quién contratar. ¿La verdad? No puedo entender esto. Para mí, había un plan sistemático armado para blindarlo. El tema es por qué.

 

Fuente: Infobae

 

 

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