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El dato se desprende del último informe de la Fundación ProTejer. Las advertencias sobre la ropa de baja calidad y el fuerte impacto sobre la industria local.
Viernes 12 de Diciembre de 2025
08:28 | Viernes 12 de Diciembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Impulsado por el auge de las plataformas digitales y la desregulación comercial aplicada en los últimos años, China se convirtió en el actor dominante del mercado de ropa importada en Argentina.
De acuerdo al último informe de la Fundación ProTejer, siete de cada 10 prendas que ingresan al país provienen del gigante asiático, una cifra que encendió alarmas en toda la cadena textil local. La apertura del régimen courier (servicio puerta a puerta) y la flexibilización aduanera son algunos de los motivos que permitieron el ingreso de productos casi sin controles.
“Sin certificaciones de calidad, sin valores de referencia, sin etiquetas, sin trazabilidad también sin pagar impuestos, las prendas chinas ingresan con ventajas imposibles de igualar para cualquier fabricante argentino“, señalaron.
Según el relevamiento, China consolidó su dominio en el mercado textil importado en los últimos tres años hasta ocupar el 70%. De hecho, entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, las compras a ese origen crecieron 109%, muy por encima de cualquier otro proveedor internacional.
El documento también advirtió que el avance se vuelve más visible en rubros específicos. En tejidos de punto, por ejemplo, China explicaría el 94% de lo que ingresa al país, mientras que en indumentaria alcanzaría el 71% y en confecciones terminadas, el 68%. Para la organización, estos números reflejan un desplazamiento directo sobre la industria local, desde las grandes fábricas hasta los talleres barriales.
Una parte clave de este fenómeno está vinculado con la eliminación de herramientas de control comercial que, hasta hace poco, permitían sostener cierta competencia leal. Entre ellas, se encontraban los valores criterio para prevenir la subfacturación, los controles sobre etiquetado y talles y las regulaciones sobre sustancias químicas. Al perder vigencia, el mercado habría quedado expuesto a productos más baratos y sin supervisión mínima.

Otra de las advertencias del informe apuntó al uso masivo del régimen courier y al desembarco de plataformas como Shein, AliExpress y Temu. La organización marcó que estos sitios venden directamente al consumidor argentino, sin intermediarios y sin tributar como lo hacen los comercios locales. Además, indicaron que los subsidios estatales chinos a los envíos internacionales terminan de inclinar la balanza en precios.
En ese contexto, el modelo conocido como ultrafast fashion aparece como un engranaje central. Desde la entidad mencionaron que se basa en producción acelerada, basada en los algoritmos que detectan tendencias en tiempo real y despachos inmediatos. Pero también advierte sobre los costos ocultos: prácticas laborales cuestionadas, baja calidad, falta de trazabilidad y un impacto ambiental que crece a medida que se descartan prendas que duran poco.
Mientras Argentina flexibiliza controles, el informe precisó que varios países avanzan en sentido contrario. Francia aprobó un eco-impuesto por prenda que comenzará a regir en 2026 y prohibirá la publicidad del ultrafast fashion. La Unión Europea, en tanto, discute eliminar exenciones impositivas para envíos de bajo valor, reforzar aduanas y exigir trazabilidad. Por su parte, Estados Unidos eliminó la franquicia sin impuestos y México impuso aranceles a plataformas que antes operaban bajo regímenes simplificados.
En el plano local, hay iniciativas que buscan revertir esa asimetría. Por ejemplo, el proyecto presentado por el diputado Miguel Ángel Pichetto, que propone exigir la registración obligatoria de las plataformas extranjeras, aplicar aranceles específicos y equiparar sus obligaciones fiscales con las que tienen los comercios argentinos.
Para ProTejer, la discusión de fondo excede el precio final de una remera o un pantalón. Plantearon que, aunque el consumidor paga menos al momento de comprar, el costo se traslada luego a la economía en forma de empleo perdido, recaudación debilitada y cierre de empresas. En ese sentido, aseguran que un paquete que entra sin impuestos reemplaza producción argentina y achica la capacidad de sostener puestos de trabajo.
El informe también advierte que el consumidor queda expuesto a productos sin garantías de calidad, sin certificaciones sanitarias y sin información clara sobre origen o composición. “La ventaja individual puede esconder un costo colectivo mucho más alto”, afirmaron.
En ese sentido, reflexionaron que sin regulaciones mínimas para el comercio digital y el courier, la industria local queda obligada a competir en condiciones desiguales. Y que el riesgo no es solo económico: es también productivo, laboral y ambiental, con un impacto que podría sentirse durante los próximos años si no se revisan las reglas del juego.
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